Tiempos verbales de una poética del hambre
Tiempo simple presente
Sueño azulejos rotos, la historia de una ducha sin cortina, agua sucia, amasijo de baño con
hongos. Desagüe de luz cenital. Bidé partido en dos, humedad, puerta sin pestillo. Sueño el
tiempo de un espejo empañado con dentífrico, ciudad de palabras, toothbrush. Una madre
que llora encerrada abrazando la puerta. Una niña que corta sus venas con una cuchilla para
la mantequilla, mientras come pan con rastrojos. Sueño un padre que no llega. Página
siguiente. Cena fría. Hora para abrir regalos. Autorreferencia en llanto. Alud de muslos contra
el vientre. Pino navideño con pedestal de tarro de leche, nieve de torulas de algodón, infancia
como adornos navideños de vidrio multicolor. Sueño una madre gritando con el hocico sin
bozal/te odio guacha de mierda/ páramos de ropa sobre la mesa. Tiempo simple presente.
Plato vacío entre dos. Villancico pro-hambre. Cánticos durante nochebuena. Un padre llega
borracho. No hay regalos. Sueño chispitas, guatapiques y petardos.
Tiempo pretérito perfecto simple
Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo.
Juan Rulfo
Hoy la sangre me susurró al oído que vaya a visitar a madre. Cuando llegué su útero estaba
abierto y florido como su risa. Yo me hundí entre sus carnes y dormí la siesta. Ella dulce y
preocupada como siempre me cobijó con té de manzanilla para el dolor de vida. El silencio
que emana de sus canas mientras cocina es la verdadera historia de la inmensidad. Todo es
precioso desde su precariedad. Las ollas de aluminio cantan que no es tiempo de morir de
hambre. Me robo tres granadas con sabor a infancia cosechadas del patio de la abuela María.
La muerte le besa la frente a mamá y siento la urgencia de volver a quererla. Mamá, no te
vuelvas a ir, le grito en sueños. No me dejes nunca más sola, le ruego entre sollozos de niña.
A veces madre es un abismo que no me atrevo a contemplar. De ella emana la arcilla más
roja que puedan ofrendar los cantos de las piedras. Madre es siempre el corazón del taller
que habito
Tiempo pretérito imperfecto
Cuando escucho la cumbia
Yo recuerdo a mi morena
Yo la saco a bailar
Y así me olvido de mis penas
Amar Azul
(Vivía)
Pasaje de gargajos
sucesora de la esquina
Conjunto habitacional
de perros con tiña
Junta de vecinos
Familia compuesta por tristes y borrachos
Villa Cerro 18
Bienvenidos
al jardín de pasto imaginario
Herida de pañales usados
Padres mutilados
Pastabaseros suicidas
Metáfora de casa propia
Calles con manchas de aceite
Mesas sin sillas
Versos del hambre
Sillones desarticulados
Malos poetas
Sepulcros de basura
Olor a orina
Viviendas de material ligero
Camisas manchadas con sangre
Bolsas vacías de cocaína
Arboleda de postes sin ampolleta
miradas de auto en panne
corazones de domingo
canto de patrullas
plaga de niños
Gemido de señora en bata
barriendo la copucha
(Conocía)
la falda una cumbia
de embarazo púber
Guagua de pobla
sin apellido en la mochila
Pezones/niña desgarrados
Estirpe de ladrillos princesa
Ir y venir cansado
De un ajuar de leche Purita
Vereda de sueños rotos.
Población callampa/DE MIERDA
Vida pichanga de barrio
Primer tiempo
Debut y despedida.
Tiempo condicional simple
La niña odiaría la lluvia. La odiaría porque gota a gota la casa de sus padres quedaría
inundada. Entonces no habría posibilidad de ser cobijada ni por las paredes ni por su familia.
Con cada gota la niña entendería que los pobres odian la lluvia porque les hace recordar esa
herida húmeda de su pobreza que ni la tarjeta de crédito puede curar.
Tiempo futuro simple
Morir es un Arte.
Sylvia Plath
Moriré entre un caudal de tijeras con forma de cigüeña
Moriré entre objetos cortopunzantes del cajón de la cocina sin riel
Moriré con pastillas como dientes de leche bajo la almohada
Moriré ahorcada colgando de la calle Los Quincheros
Moriré mientras suben el precio del aceite Belmont
Moriré ciega como hoja de diario para limpiarse el poto
Moriré por la inhalación de monóxido de carbono del calefón malo
Moriré prendiendo fuego a todos los basurales con un encendedor robado
Moriré abrazando a mi hija mayor
Moriré castigada por el dios de mi colegio católico
Moriré mientras el primer amor se apaga
Moriré cayendo de las Torres de Carlos Antúnez
Moriré al fragor del silencio mientras arrastro la fe
Moriré bala a bala de cara a la ciudad
Moriré con la boca vendada y la legua de piedra
Moriré en un accidente de tránsito entre dos vehículos de alguna marca barata
Moriré bajo el nombre del duodécimo mes de cada año
Moriré acuchillada en un robo en lugar habitado
Moriré víctima de una negligencia como mi abuela en el hospital de Talca
Moriré por cada habitante de esta casa de treinta y dos metros cuadrados
Moriré huérfana de ambos apellidos
Moriré clavada en la pared como calendario de almacén
Moriré en la mediagua de mi infancia tomando la mano de algún padre que no será mío
Moriré y seré un perro lazarillo
Moriré sembrando torbellinos de polvo
Moriré el día en que murió dios
Porque cuando muera dios
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ./en su cruz naceré yo.
Tiempo indicativo presente
Me miras
Con la furia de una bala loca
Mientras cantas una canción de Aventura
Me dices tía llévame contigo
Seamos okupas
Usted podría ser mi mamá
O mi señora
Yo la tendría siempre
como la más Gucci
puesta pa`l money
Sonríes coqueto
Con tus ojales de quiltro negro
Y el alma de población suicida
Rostro de angustia
Guacho de la periferia
Mañana volverás a cortarte las venas
Porque tu corazón es una cumbia villera
que en la cana pasó de moda