Niñeces del 73, de memorias sentipensantes secuestradas Presentación a "Los niños del 73, fragmentos de una historia rota", de Paola Passig y Ximena Ceardi (Editoras)
Editorial Bogavantes, 2022 Por Dr. Felip Gascón i Martín(*)
A la infancia, desde el largo hilo que teje la propia etimología latina, infans, la historia nunca le concedió el derecho a tener voz propia. La subjetividad de niños y niñas ha sido secuestrada históricamente por el adultocentrismo, representada como un lapso de tiempo indefinido, un tránsito antropológico que media entre niñez/juventud/adultez, y enclavado en un lugar político desde donde se justifica el control y la sujeción de su existencia, creatividad y permanencia, concebida como una humanidad inconclusa. Es por ello, que la insonoridad de sus voces es una pieza más en la colonización de sus cuerpos y el extractivismo de sus emociones, tal vez tratando de imponer límites al desborde potencial de esos mundos posibles y realidades autónomas que otorgan sentido a todo sujeto historizado.
La paradoja del “deber ser” se impone como control desde la más tierna infancia, desde aquella máxima aristotélica “se aprende a mandar obedeciendo”, mandato reproductor de la hegemonía. Porque es, precisamente, la niñez el lugar estratégico de enunciación y relato del mundo y de la existencia posible, donde la complejidad, la diversidad y la otredad habitan y conviven más allá de las ausencias, invisibilidades y olvidos de los macro-relatos adultos. Como lo sostiene Carlos Skliar, si pudiéramos tener alguna certeza del tiempo y del estar presente que guíe nuestra humanidad, deberíamos buscarla en la niñez y no en la adultez, puesto que si existe un tiempo en la vida de lo humano en que verdaderamente se es, ese tiempo, sin lugar a dudas, es el de la niñez.
He aquí pues, ese hilo tejedor de la microhistoria donde, no casualmente, he de decir, se cruzan los relatos de nuestras memorias; la de Paola, Ximena, Eduardo, Alex, Franklin, Marcelo, Sonia, Soraya, Fernando, Pilar, Mauricio, Jorge Martín, Phillipe, Esteban, Ernesto y… la mía propia, aunque desde otra topografía dictatorial, pero que transita por tantos lugares comunes.
Al fin y al cabo, es ese estar presente, aun de incógnito, sin haber sido invitados ni invitadas siquiera como cuerpo de la niñez y adolescencia, el que nos otorga el derecho al protagonismo, a la rebeldía y la ruptura con el relato hegemónico adultocéntrico, para navegar desde estas heterotopías que emergen desde un tiempo sin tiempo, como un palimpsesto tejido en y desde la cotidianidad revivida de una humanidad otra, plural y caótica, huidiza de ciertas verdades y órdenes establecidos. Acá y allá, desde el temblor de las dos orillas, la política silente del miedo, confundida con la incomprensión y la rabia, nos retrotrae al necesario ejercicio de iluminar la sombra transpersonal, aquella que desde nuestras niñas y niños internos nos permite recomponer los fragmentos sentipensantes de ese palimpsesto de una generación rota. Cómo no recordar aquí ese sentido común con que los curas catalanes Joan Alsina y Antoni Llidó advirtieron la espiral de una historia repetida, a través de la breve sentencia, cuasi parábola, “ya no basta con rezar”.
Si tuviéramos que aventurar un convencimiento desde las memorias transpersonales en estas páginas recobradas, sería la evidencia constatada y dolorosa del secuestro de la niñez con que la dictadura trató de perpetuar su castigo contra las amplias alamedas de la UP. Porque el enemigo íntimo de los fascismos de alta intensidad, es precisamente el libre devenir de la niñez y adolescencia, su comunalidad, su politicidad, la danza conversacional en la convivencia, la contagiosa e inocente sonrisa con que comparten sus sueños y utopías. La refundación nacional pinochetista, al igual que lo hiciera la franquista, abre un mundo de tinieblas, de oscurantismo y aislamiento, donde se apagan las luces de la cultura y las artes como espacios de construcción de lo común y del pensamiento emancipador.
Por eso resulta conmovedor el reencuentro en estos relatos con la cultura popular de la época, aquella que rememora lugares comunes en la lectura de un “Cabrochico”, “Mampato”, “Ramona” o en los populares de Quimantú. Como también se abren las ventanas en la resignificación de las reuniones como infiltrados bajo la mesa familiar, escuchando conversaciones sobre “La Situación” y “La Planificación de Acciones”. Porque, aunque otrora no se entendiera mucho ni de política ni del comunismo, como de otros tantos temas de la sobremesa de los fines de semana, debían ser tan importantes para ellos y ellas como la promesa de aparición del “hombre nuevo”, aunque en el imaginario de aquellas niñeces pareciera dudoso que necesariamente ese “hombre” debiera llevar barba y boina, como la estatuilla de ese Lenin o de otros monos, con nombres y canciones que entonaban tristes melodías regadas con más de una chuica de vino las juntas familiares.
Es desde esa infiltración familiar donde cada una y cada uno de ellos se sintieron protagonistas de secretos que debían conducir, al decir de una sabia abuela, “a tomarse el cielo por asalto”.
Más allá de las fronteras espacio-temporales que las memorias infantiles pudieran confundir, para todos existe un antes y un después del 11, un espacio de tiempo detenido y paralizante, un punto de quiebre donde la anormalidad se impone y se extiende más allá de toda imaginación; aquel infausto día martes en que cada uno de estos niños y niñas del 73 llegaron de vuelta del colegio –se detuvo hasta el tiempo- para encontrar que las trifulcas lúdicas entre milicos y upelientos habían llegado a su fin. Esto ante una fatal evidencia, los soldaditos de juguete y sus armas de guerra se habían encarnado en la verdad de las calles; carros de combate, tiroteos, bombardeos, allanamientos, torturas, muertes y desapariciones de la realidad real. Un abrupto aterrizaje a la adultez que comienza a tocar la puerta familiar, con vínculos emocionales, territorios y paisajes sonoros que tienden a desaparecer del mapa cotidiano, como también la estética de un tiempo que termina por ser proscrita, perseguida y castigada, cual enemigo interno e incluso íntimo: los pelos, las barbas, las faldas, las boinas, las canciones, Chicho, la vía chilena al socialismo, el marxismo internacional, Radio Moscú… Como si un tsunami hubiera arrasado con toda historia posible de la noche a la mañana y solamente flotara en las aguas de la memoria apenas fragmentos de un sueño.
Las preguntas nos invaden con cada paisaje familiar con que los relatos ensayan el ejercicio, acaso imposible, de sanar las heridas de un pasado presente: ¿cómo imaginar los cuerpos ausentes, dolientes o dialogantes desde las miradas de las niñas y niños interiores? ¿cómo revivir el recuerdo desde el testimonio de una foto blanco y negro que perdió la voz, y apenas transmite un hilo de emoción congelada en los límites de la foto carnet? ¿dónde convocar la memoria desde el presente de su ausencia?
Tras la última cena, donde los mariscos se ofrecieron como ágape irrepetible, quedaron solamente esparcidas, junto a las conchas y los vasos vacíos, aquellas primorosas frases con que se enfatiza el cariñoso cuidado familiar: “llama apenas llegues”, “cuídate, te queremos mucho”.
Viña del Mar, 19 de enero de 2023
(*) Dr. en Ciencias de la Comunicación por la Universitat Autònoma de Barcelona, Académico Titular del Departamento de Estudios Territoriales y Diálogos Interculturales e investigador del Observatorio de Participación Social y Territorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha. Actualmente se desempeña como Vicerrector de Investigación, Postgrado e Innovación en la misma universidad.
Durante la presentación del libro: al micrófono Marcelo Novoa, escuchan Paola Passig,
Felip Gascón i Martín y Ximena Ceardi
Feria del Libro de Viña del Mar, 16 de enero 2023
Imagen superior tomada de
https://gam.cl/exposiciones/infancia-dictadura-testigos-y-actores-1973-1990/
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
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Presentación a "Los niños del 73, fragmentos de una historia rota", de Paola Passig y Ximena Ceardi (Editoras)
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Dr. Felip Gascón i Martín