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Entrevista a Francisco Ide, autor de Yakuza (Cinosargo 2014)

Por Camila Ortiz


 



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En el poemario de modo sutil se desarrolla de forma transversal un diálogo con David Cronenberg, al cual además agradeces en una nota final. La imagen de la sandía reventando en Sudamérica, usada para refrendar la muerte de Yoshida en tu poema, trae a la memoria la clásica escena de Scanners (homónimo de tu texto) del hombre cuya cabeza explota ante cámaras. A la vez el poema Una historia violenta, a propósito del comic que da título a la cinta en que Cronenberg trabaja con Viggo Mortenssen tiene una detallada descripción de tatuajes de peces y dragones, práctica de escritura sobre la piel que no sólo se puede asociar a la mafia oriental, sino también a la balcánica, lo cual permite pensar en Promesas del Este, también del director canadiense. Cómo llegas a Cronenberg y más allá de la cita indirecta cuánto incide el cine, la cultura pop y la visualidad en tu escritura, lo digo también a propósito de la pintura de Velázquez.
— En el cine los directores que más me interesan son aquellos en los cuales uno puede detectar una visión de mundo más o menos sostenida, una especie de poética que van desarrollando y que tiene su base en algún tipo de creencia, filosofía, ideología, etc. No sé, Bergman, Tarkovski, Kurosawa, por nombrarte algunos de los que más me gustan y que mejor conozco. Bueno, Cronenberg es un director de culto, pero no de “cine culto” (es infinitamente más interesante Stalker  o el Séptimo sello,  pero aun así apaño muchísimo más Videodrome, por ejemplo), y me parece que está en esta línea. Siempre menciono a Cronenberg de alguna manera en mis poemas, porque siempre he querido escribir sobre Cronenberg. He visto sistemáticamente todas sus películas, desde los primeros cortos hasta la última que salió este año, y creo que a mi manera he llegado a comprenderlo. Es bastante trágica su visión del humano: carne dotada de conciencia, dominada por el deseo y acorralada por el horror. La película A Dangerous Method, que parece una película de biografías hecha para la tele, en el fondo es un puro verso o un puro poema necesario en el conjunto de su cinematografía, para explicar que el concepto motor o central de su obra es el de “pulsión de muerte”, término acuñado por Freud a partir del mucho más exacto concepto (si pensamos en Cronenberg) de “pulsión destructiva y sádica”, de Sabina Spielrein. Por un lado está el Eros, como tendencia a la unidad y la perpetuación, y por otro lado la pulsión de muerte, como un elemento innato de la psiquis que nos hace tender hacia la autodestrucción. Esto está presente en todas las películas de Cronenberg, me parece. Trabaja en términos de la prevalencia de una tendencia sobre otra. Y esa misma tensión, ese carácter disociado del humano también lo trabajé en mis poemas. No sé si bien o rudimentariamente, si se entiende o no se entiende, pero yo al menos los leo así y probablemente mi lectura sea la menos relevante. Ahora, en Yakuza todo lo trabajo a partir de la imagen, en su exactitud o en su deformación. El conjunto de las imágenes son las que portan una especie de sentido, que no es alegórico en ningún caso, sino bastante directo, de alguna manera incrustado en la forma de un relato.
Creo que todas las manifestaciones (perdón por ocupar esta palabra) de la cultura inciden en las cosas que escribes: el cine, la tele, el arte, las redes sociales, la música, y un largo etc. Tomando en cuenta eso, creo que es simplemente un acto de honestidad incluir en los poemas otros tipos de materias instrumentalmente “ajenas” a la literatura culta. Se nota mucho cuando alguien mete en sus poemas un programa de lecturas académico o culto para decir cualquier huevada. No me molesta el pop, ni la mala factura, ni la cursilería, ni nada de eso. Me gustaría que cada libro que escribiera esté en un registro distinto, tanto en estilo como en temática, sólo para dar cuenta de que una idea fija puede tomar todas las formas posibles, todas las hermosas y necesarias contradicciones posibles.

Tu libro parece inscribirse en una escritura riesgosa y experimental, que no teme salirse de los márgenes de la tradición nacional, nostálgica y metatextual y buscar en otros medios generando relaciones inesperadas, volviendo al tema de la visualidad y la violencia y esos referentes excéntricos como los vampiros, el hitman, la actriz porno, pienso en Tomás Harris, en Alexis Figueroa y  ahí parece ubicarse Yakuza, qué puedes decir al respecto.
— Mira, la verdad no pienso que mi libro o cualquier cosa que haya escrito se inscriba en una “escritura riesgosa y experimental”. Soy más bien purista al momento de pensar los poemas, los versos. Nunca me vas a ver (espero, oh dios) leyendo mis poemas con una tornamesa, una Yoko Ono (bendita sea, entre paréntesis) gritando hueás, o colgado de los cocos mientras un hermafrodita le lame los pies a un camello. Y dado el estado de las cosas en materia de escritura (no sé, desde los años 60’ en adelante) ¿qué chucha es la tradición nacional? Me acuerdo que los escritores del norte estaban cagados de la risa por una antología que hizo la Fundación Neruda sobre poetas de esos “paisajes”, y en la portada ponían un mapa con unas llamas y unos cactus. ¿De eso nos salimos cuando hablamos de otra cosa que no sea la cordillera o el salitre o los árboles petrificados de no sé dónde chucha? No sé, me parece más extraño leer poemas experimentales y dadaístas en un mes de octubre del año 2014. Sobre todo pensando que las vanguardias son de principios del siglo pasado. O los artefactos y chistes de Parra, que es una momia, digamos, no hay nada más aburrido que esos gestos, hoy por hoy. Eso respecto a esto que no entiendo mucho y que llamamos “tradición”. En cuanto a las otras palabras, me parece que la escritura en sí es un acto de nostalgia absoluto, en tanto lo dicho siempre se inscribe en un pasado inmediato. Y también pienso que toda escritura es metatextual, y eso la hace doblemente nostálgica. Creo que el poema es una actualización o una apropiación de todo lo que ves o lees, y las sucesivas lecturas del poema son nuevas actualizaciones etc., en un ciclo infinito. En ese sentido, cualquier relación que establezcas con cualquier cosa al momento de escribir es parte del procedimiento. No hay nada nuevo en buscar relaciones con lo visual o la violencia. Hay que fijarse en que todos esos elementos que tú defines como excéntricos son parte de la cultura desde el comienzo de la civilización, y siempre, siempre, han apuntado hacia las masas. Yo nací el 89’, y el cine de terror y el porno y todo eso ya estaba instalado hace rato. Si hubiera nacido en la edad media, también estaría instalado el tema de los vampiros y los hombres lobos y cuanta cosa rara se te ocurra. Cuánto rato se lleva hablando de las posmodernidad, etc.
En Tomás Harris y Alexis Figueroa sí valdría preguntarse por el valor de esos referentes o por el peso de la “tradición” inmediatamente anterior a ellos. Sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que ambos escribieron en plena dictadura y desde la provincia. Por ellos mismos, por sus poemas, es que la pregunta por los tipos de referentes hoy es innecesaria.
En cuanto a si Yakuza se ubica en la estética o la intención de lo que hicieron Harris y Figueroa, pues nada me gustaría más. A ambos los admiro tremendamente y me parece que sus libros son de lo más importante que se ha hecho en la “poesía chilena” (cosa que, de nuevo, no sé muy bien qué es). Además ambos están en plena producción, siguen escribiendo y publicando periódicamente.

Tus poemas por momentos son exaltaciones a una idea de masculinidad primitiva, casi medieval con códigos de honor en que prevalece el guerrero y en el cual el castigo más que la muerte es la humillación o el destierro, sin embargo parece haber una clave de interpretación en el poema Instant Karma en el cual sintetizas todo en el amor, me gustaría escuchar como realizas la conexión entre ambas sensibilidades.
— Claro, lo que pasa es que el discurso de la masculinidad, el guerrero y el honor, son discursos presentes en la épica de la mafia japonesa y diría, incluso, que están incrustados en la idiosincrasia de ese pueblo, que durante siglos estuvo dominado por la figura  de un emperador, que muy tarde dejó de considerarse sagrado. Durante siglos nadie podía mirar a la cara al emperador, y dar la vida por él era el honor máximo al que podía aspirar un hombre. Mishima en su tetralogía “El mar de la fertilidad”, da cuenta de todo ese proceso de modernización de la cultura, que implica una apertura hacia occidente y una pérdida de los valores tradicionales. En esos libros el personaje principal transmigra durante generaciones oponiéndose a esa pérdida de lo sagrado, en el fondo. Tomo esos elementos al configurar la noción de lo masculino en un miembro de una mafia  tremendamente violenta y sanguinaria. Yo, personalmente, no tengo un discurso a favor de la violencia, la dominación o la crueldad. Me gusta la idea del sacrificio, de la rectitud en los sentimientos, del amor devocional hacia algo o alguien, del honor y la valentía en términos de lealtad férrea, creo que hay que cultivar un corazón inquebrantable y hermoso. Y esos valores no son reductibles a lo masculino o lo femenino como cosas separadas, apuntan más bien a una idea de lo humano. En ese sentido, tienes toda la razón en encontrar una clave de lectura en Instant Karma. Yo también pienso que ese poema es el poema central del libro. Es un libro sobre el amor, en un contexto de crimen. Escribí el libro pensando en la mujer amada, todo el tiempo. Sólo aspiro a la experiencia del amor absoluto, a la ternura total. Pero bueno, es hueá mía y de los otros escritores afectados y neo-románticos como yo. Creo que la conexión entre sensibilidades se da en lo que te dije más arriba, hay dos pulsiones básicas que regulan la vida, Eros y Tánatos. Aunque el objeto de la muerte sea un ideal, en el caso de un guerrero, ese ideal está motivado por el amor. No creo que sean pulsiones contradictorias, sino que son una tensión inevitable, natural. Estamos hechos de eso, creo, y de otras materias residuales y viles, como la lógica, la confianza en el raciocinio, una indagatoria sumamente desagradable.

Por último cómo vez la escritura de tus pares nacionales, no sólo de Santiago sino también lo que te ha tocado ver al moverte dentro y fuera del país, los libros que se han publicado en estos años, cuáles te interesan particularmente o recomiendas les pongan ojo. Y que se viene en términos de publicaciones luego de los Premios Bolaño que te adjudicaste.
— Me encanta la pregunta sobre mis pares porque puedo nombrar a mis amigos y a la gente que envidio y admiro. Personalmente y de lo que ha salido publicado ahora último en poesía, me gusta mucho lo que escribe Mario Verdugo, Juan M. Silva, Juan C. Urtaza, Juan Carreño, Nicolás Labarca. No cacho muy bien de dónde es la gente, pero en el norte he leído varias cosas que están saliendo con una purulencia muy sana, de gente de mi edad o más joven. Por todos lados en verdad, hay mucha gente escribiendo cosas muy distintas y de calidad, tengo amigos que recién van a empezar a publicar el próximo año y creo que el panorama se vitalizará mucho, no los voy a nombrar para que no se crea que les estoy haciendo propaganda, pero de verdad son textos realmente buenos, que me llenan de admiración y envidia.
Sobre mis proyectos a mediano y largo plazo, a fines de este año saldrá publicado mi segundo libro de poesía “Poemas para Michael Jordan”, por Ajiaco Ediciones y para mediados del próximo año espero tener terminada la revisión de mi novela “Los sueños de Kurosawa”, que saldrá por Das Kapital Ediciones. Una parte de esa novela saldrá en formato de comic, con distintos ilustradores, por La Calaquita. Ahora mismo estoy trabajando en dos poemarios inéditos y traduciendo un libro maravilloso con un amigo. Pero eso es un secreto.



 



 

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Entrevista a Francisco Ide, autor de "Yakuza" (Cinosargo 2014).
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