Así habló Parra en El Mercurio
Francisco Véjar
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Si bien habíamos leído volúmenes de conversaciones con Nicanor Parra, algo nos faltaba en el puzzle del antipoeta para tener una mayor comprensión de su obra y pensamiento. La pieza que nos faltaba llegó con la publicación de Así habló Parra en El Mercurio, cuya selección, edición y prólogo, estuvo a cargo de María Teresa Cárdenas(*). El libro es ameno, ágil e inteligente. En sus páginas encontramos entrevistas que el antipoeta concedió a El Mercurio, así como textos escritos por él especialmente para este diario, entre 1968 y 2008. En el prólogo, podemos dilucidar, entre otros asuntos, el polémico episodio de la taza de té con la señora de Nixon en la Casa Blanca, cuando finalizaba la década del sesenta. “Él había asistido –escribe la autora de esta obra- a un congreso de escritores en Washington- “en ese tiempo estaban de moda los congresos de escritores. Había nacionales, internacionales, intercontinentales, todo lo imaginable”- y en un momento de descanso alguien se le acercó al poeta a avisarle que el bus los estaba esperando. “¿Qué bus?, dijo él. ‘Nos vamos de excursión’. ¿De excursión a dónde? ‘Bueno, vamos a improvisar’- le contestaron-. Y estaban todos arriba, incluyendo a los poetas comunistas del Medio Oriente. Y el francés Francis Ponge. Así, cuenta Parra, “nos fuimos hacia lo desconocido”. Y llegaron a la Casa Blanca. Preguntó qué hacían ahí, y le respondieron que a ellos sin duda les interesaría ver las obras que los artistas norteamericanos habían hecho a lo largo de la historia de ese país. Y también podrían apreciar la Casa de Gobierno desde un punto de vista arquitectónico.”Estábamos en esto cuando de repente aparece la Primera Dama. O sea, todo estaba listo”. Ella tenía los libros recién publicados de una poetisa norteamericana del momento. “No podíamos nosotros salir arrancando. Recibimos el libro y en el momento en que yo lo recibo, tac, tac, las fotos. Y después de esto: Nicanor Parra en la Casa Blanca tomando té con la esposa del Presidente de los Estados Unidos, en el peor momento histórico imaginable, en plena guerra de Vietnam. Quedamos como traidores”.
El poeta cuenta que la izquierda latinoamericana no tardó en darle un garrotazo y declararlo persona non grata. Se le llegó a calificar como el “payaso de la burguesía”. Se le marginó, además, ese año del Premio Casa de las Américas, otorgado en Cuba, donde había sido nombrado jurado en el género poético. Aquí en chile tuvo duros reveses con el presidente de la Sociedad de Escritores de Chile de aquel entonces, el escritor Luis Merino Reyes. Parra le contestó a través de una carta, publicada el 5 de julio de 1970, y que María Teresa Cárdenas reproduce en el volumen en comento. Luego en un titular de esos días, Parra sostiene: “Apruebo la revolución cubana pero como escritor reclamo la libertad”. El tiempo le dio la razón.
LA VUELTA A LAS RAÍCES
Dando un salto en el tiempo, reproducimos un fragmento de la entrevista, realizada por Carlos Peña, el 10 de junio de 2007, donde el antipoeta da su parecer con respecto a Evo Morales: “Cuando invitó a Ricardo Lagos a esa casa suya, pobre y derruida, y se la mostró con orgullo y vestido así, con ese chaleco, pensé que por fin empezaba la historia de nuestros países”. Su declaración refleja lo que es Parra, es decir, alguien que no reniega de su historia. Un ejemplo de ello es el siguiente artefacto: “En resumen / En síntesis / En pocas palabras: / muchos los problemas / una sola la solución / Economía Mapuche de subsistencia”. En una oportunidad, dijo al respecto: “Estas frases no están puestas por azar. Tienen que ver también con el colapso ecológico y con la situación que vive el mundo, no ajena a uno. Aquí no hay ningún mensaje específico que se privilegie. Pero finalmente el oráculo señala: “Hagas lo que hagas / te arrepentirás”.
SURREALISMO Y NEODADAÍSMO
Según se desprende de lo dicho en Así habló Parra en El Mercurio, el origen de sus famosos artefactos podría remontarse a los años cincuenta, cuando Nicanor se encontró con una exposición en un bar de la calle Mosqueto. En la puerta vio la imagen de una mujer desnuda de tamaño natural, con la siguiente leyenda: “Se ruega tocar”. “No lo podía creer-exclama el creador de la antipoesía-. ¿Sabe quién era el autor? Roberto Matta, comadre….” (Cecilia García Huidobro, Revista de Libros, 1 de diciembre de 2006). Con todo, más adelante la periodista Macarena García lo hace recordar su tiempo de estudiante y le dice: “En alguna parte leí que plantó un árbol en la cancha de tenis del internado Barros Arana”. A lo que él contestó: “Ése es uno de los artefactos precolombinos, así lo llamé después, porque son de esa época y también porque son anteriores a la Colombina Parra. El primero era construir un árbol con ascensor para subir a ver los pájaros; el segundo, un abismo con escalera para ver a los cocodrilos; el tercero, cisnes de cuello negro que hacen un camino a pie entre Santiago y Valparaíso, y el cuarto, expulsado del Barros Arana por plantar un árbol en una cancha de tenis”. (Artes y Letras, 9 de julio de 2006). Estas propuestas de Parra, las podemos hallar en sus trabajos prácticos, exposiciones y en algunos versos notables de Poemas & antipoemas (1954).
LA LECCIÓN DE SHAKESPEARE
Si quisiéramos conocer los inicios de su poesía, se hace obligatorio citar Cancionero sin nombre (1937), obra con una marcada influencia de Federico García Lorca. Según palabras de Parra: “Con Óscar Castro representábamos un tipo de poetas espontáneos, naturales, al alcance del grueso público. Un día volví a releer el Romancero gitano. Y puse los ojos en el poema “La casada infiel”. “Me di una palmada en la frente. ¿Qué es esto? Un hombre verdadero no cuenta esas cosas…”.
Pero es en Inglaterra donde concluyó Poemas & Antipoemas, entre 1949 y 1951. “Un día leí a John Donne que escribió: ‘Muerte no te enorgullezcas’, y me di cuenta de todo el potencial de la poesía inglesa con respecto a la de Hispanoamérica-recuerda-. Y asimismo, caminando por Oxford, vi en una librería el libro de Henri Pichette Apoémes. Ahí mismo me empezó a dar vuelta esa palabra”.
Ahora bien, en Así habló Parra en El Mercurio, el lector podrá hallar la siguiente reflexión respecto a Shakespeare: “¡Claro! Aprendí a desaprender, no sé de qué otro modo decirlo. Porque si yo hubiera estudiado a Shakespeare a los 18, si yo hubiera nacido en Inglaterra, habría tenido un desarrollo mucho más… plausible. Allá nadie sale de la universidad sin conocer de memoria por lo menos una obra de Shakespeare. Así, si yo hubiera partido de ahí como poeta, habría tenido muchas más posibilidades de las que tuve. Aquí he debido armar todo de la nada, desde el cero absoluto”. Y en otro pasaje, concluye: “Es la vida real la que incorpora la poesía. Tal como lo hace Shakespeare, ¡ojo! El “patán”, como le decían sus contemporáneos de la “university witt”. (Ana María Larraín, Revista de Libros, 23 de septiembre de 1990).
Y es cierto lo que afirma. Sin Shakespeare tal vez no habría antipoesía. Por lo mismo, es imprescindible volver a leer su traducción del Rey Lear que ha dado en llamar Lear, rey & mendigo (Ediciones de la Universidad Diego Portales, 2004). Sobre esa labor explica: “Tuve que abordar temas como el Renacimiento, la Reforma, las consecuencias del descubrimiento del Nuevo Mundo e incluso retroceder hasta Séneca y pasar por la Divina Comedia. Hice peregrinaciones espaciales y temporales para formarme una idea más completa del mundo en que Shakespeare escribió su Rey Lear”.
PABLO NERUDA
Hay que tener en cuenta que cuando Parra publica Poemas & Antipoemas (1954), Pablo Neruda era el poeta más importante de Hispanoamérica, sin embargo, él logró salir de su órbita y darle apertura al lenguaje, actualizando la tradición clásica como popular, de la temporalidad de lo oral y la inmediatez del nombre. Gabriela Mistral sostuvo que “estamos ante un poeta cuya fama se extenderá internacionalmente”. Y Neruda, aquel invierno, anduvo con un ejemplar de Poemas & Antipoemas en uno de los bolsillos de su abrigo para mostrarlo”. Más tarde, el autor de Residencia en la tierra (1935), diría: “Lo que no entiendo es cómo puede hacer poesía de la basura”.
Cabe decir que al principio fueron amigos, como lo evidencian algunas de las declaraciones que recoge este volumen y luego se enemistaron. En 1970, Silvia Pinto le pregunta: “Y de Neruda, ¿es amigo, enemigo, desconocido, admirador?” El vate contesta: “No sería posible yo como poeta sin el antecedente de Neruda. Creo que no pasa un día sin que piense en él siete veces… Mira a la muchacha, casi de espaldas a él, sentada junto a la chimenea y corrige: “No, siete veces es mucho, digamos tres”. “La joven sonríe”. (“Nacional”, 14 de junio de 1970).
El CÓDIGO DE MANÚ
Cuando Nicanor Parra se estableció definitivamente en Las Cruces, balneario de la costa central de Chile, a fines de la década del 90, comenzó a apartarse de algunos asuntos vitales para la sociedad actual. En una entrevista concedida a María Teresa Cárdenas, el 9 de enero de 2004 y publicada en Revista de Libros, Nicanor le confidenció: “Es que me llamó la atención un aforismo de Nietzsche que dice: “Matrimonio entre los veinte y los treinta, útil y necesario; entre los treinta y los cuarenta, puede que útil, pero no necesariamente necesario, y después de los cuarenta, a menudo pernicioso, acarrea la decadencia espiritual del hombre” y agregó una frasecita: “cosa que no toleran las mujeres”. “Y a continuación, Nietzsche dice: ´Esto lo aprendí de la gente que más sabe sobre el mundo, que son los hindúes, saben más que los chinos y que los hebreos´”.
No lo pensó dos veces y se fue de cabeza a leer el Código de Manú, el libro de los antiguos maestros hindúes, que encontró en su propia biblioteca.
“Las edades del hombre superior o sacerdote brahmán son cuatro: primero, novicio o lector de las Sagradas Escrituras; segundo, galán o fundador de familia; tercero, anacoreta; cuatro, asceta o mariposa resplandeciente… La etapa del anacoreta comienza cuando nace el primer nieto”. Es el momento en que el hombre superior o sacerdote brahmán tiene que renunciar al mundo. “Y eso significa, primero, renunciar a la mujer; segundo, a la familia; tercero, a los bienes materiales, y cuarto a la fama. Y se va solo al bosque, ¡y desnudo! Tiene que irse desnudo al bosque en pos de Brahma o alma universal de la que fuimos mutilados contra la voluntad divina por unos demonios disfrazados de dioses”.
EN LA ACTUALIDAD
Parra ya no hace vida social ni da entrevistas. Sin embargo, en diciembre de 2011 se le concedió el Premio Cervantes por el conjunto de su obra. No viajó a recibir el galardón. Su nieto, Cristóbal Ugarte fue en su representación a recibirlo, el 23 de abril de 2012. Éxito indiscutido. Así lo consignó la prensa hispanoamericana en su totalidad. Ahora su candidatura al Premio Nobel de Literatura está de nuevo vigente. Cabe recordar que el primero en pedir el galardón para Parra fue Enrique Lihn, en la presentación que hizo de los Artefactos (1972), aunque puso una condición: ´Nobel para Parra, pero después de Borges…´, es decir, ¿nunca?
Lo cierto, es que el antipoeta goza de buena salud y está lúcido y escribiendo. Cada vez viaja menos a Santiago, sólo se desplaza por el litoral central. Quedó contento con el libro Así habló Parra en El Mercurio, compilado con maestría por María Teresa Cárdenas. El volumen se deja leer como si uno estuviera conversando con él. Su desplazamiento va desde que Parra tenía 53 años, hasta la actualidad. Aquí el lector, puede desentrañar aspectos de su vida familiar y niñez en Lautaro. Anécdotas de su hermana Violeta o el enternecedor mensaje a su hermano Roberto, cuando se estaba muriendo. También su visión de la política y de la ecología, sin dejar de lado temas como la muerte o la educación. En fin, esta compilación está destinada a transformarse en un long seller. Incluso nos atrevemos a decir que su lectura es imprescindible para todo aquel que se precie como poeta.
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(*) María Teresa Cárdenas es actualmente subeditora de “Artes y Letras” y de la sección “Cultura” de El Mercurio. Anteriormente publicó A tintero vuelto (Alfaguara, 2001). Allí reúne entrevistas que realizó a 21 escritores chilenos y extranjeros en el marco de las tertulias literarias Tobacco & Friends, exitoso proyecto de difusión cultural, en el que además participó como creadora.