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"Los extraños", de Iván Quezada
Tajamar Editores, 2005
Por Fernando Jérez
Revista Punto Final, N°608. 6 de Enero de 2006
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El título de estos cuentos de Iván Quezada, Los extraños (Tajamar Editores, 2005), anticipa lo distinto que son respecto de la literatura de ingesta tipo MacDonald´s o Kentucky Fried Chicken que producen muchas editoriales que venden por montones con alardes publicitarios profusos y efectistas, juego en el cual caen con facilidad ciertos medios masivos de comunicación.
El libro de Iván Quezada (Valparaíso, 1969) se compone de 17 cuentos, la mayoría de ellos muy breves. En sus textos encontramos personajes juveniles desconcertados, con sueños que sufren continuos tropiezos y desencantos. Se advierte también una soterrada protesta y un anhelo de transformar la realidad, de imaginar que las cosas no son como son. Las vías de empatía de sus personajes con los seres humanos del entorno inmediato y c, una suerte de perseguir sueños más bien con la organización humana en general se hacen difíciles, y los intentos por revertir la situación si bien se vuelven infructuosos, no les impiden emprender nuevas campañas con ilusiones y fe renovadas.
Cada cuento parece ser un capítulo de novela, encadenados por motivos comunes: la soledad, la insatisfacción, una suerte de perseguir sueños más bien pedestres encaminados a buscar la comprensión y la ternura de pareja. Los personajes retoman la ilusión de hallar la luz salvadora tanto en los aspectos sentimentales como en las relaciones sociales de amistad o necesaria convivencia.
Quién más se aleja del tópico central del libro -y tal vez por eso Quezada pone el cuento al principio del volumen- es don Catalino, personaje del cuento "El reptil". Vive en una pensión miserable. Su único elemento común con los personajes de los otros cuentos es la visión desconcertada del entorno y la soledad del alma.
La anécdota casi siempre se oculta en la más íntima interioridad de las almas y el lector accede a las peripecias no por la vía del desarrollo tradicional de las historias, sino mediante las palabras pronunciadas por el flujo de las conciencias. Pienso que las narraciones están escritas con tanta espontaneidad, que cuando Iván Quezada escribía sus relatos nunca supo de antemano lo que acontecería en la línea siguiente.
Seres en busca de compañía, de una satisfacción quedé dinamismo y entereza a sus movimientos físicos y espirituales. Personajes ansiosos por obtener amor o la gratificación de una compañía confiable, recíproca, solidaria. Reuniones de amigos en un bar se transforman en convenciones del desencanto y el vacío. Pero en algunas páginas del libro Quezada se vuelve fantasioso, como en el cuento "El gorila", después de cuya lectura son los lectores los dueños del desconcierto. Y otros traspasan la frontera de lo real y se sumen en el onirismo, con desarrollos y finales abiertos llenos de sugerencias.
Cuentos extraños que sin embargo interesan por su parecido con la vida, con los acontecimientos pequeños y en apariencia insignificantes que nos acompañan a diario. Porque la gran anécdota, la gran historia, ¿quién la ha vivido entera? Sin duda hay que poner atención a este escritor, bucear en las páginas de Los extraños, y luego esperar qué sorpresa nos deparará Iván Quezada en su próximo libro.