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Pertenezco a la generación perdida

Por Fernando Sanhueza Olea*


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(Texto leído en la presentación del libro Escenas Perdidas. Una historia del Departamento de Cine y TV de la Central Única de Trabajadores, CUT (1970-1973) de Felipe Montalva Peroni, el viernes 25 de agosto de 2023,
en sala Nemesio Antúnez, de San Bernardo)


 


Pertenezco a la generación perdida.

Siempre he estado al otro lado de la mesa. Soy un disruptor. Soy un poeta silvestre, un escritor maleza y recientemente considerado un poeta resucitado.

He sido nominado manzana podrida, un gran halago a mi juventud combativa, desde los años 60 del siglo pasado. Dirigente estudiantil comprometido con la causa latinoamericana. Años del amor libre, de la Revolución de las Flores, de la mariguana, los Beatles, del che Guevara, de la Teoría de la Liberación, de Camilo Torres, de la Revolución Cubana, de la Unidad Popular y melenudo militante.

Exonerado político de la administración pública en 1968, de la Contraloría General de la República; me defendieron por oficio escrito los senadores Volodia Teitelboim y Salvador Allende. Viajé con credenciales de las revistas Punto Final y Plan (Política Latinoamericana Nueva) a conocer la realidad latinoamericana, partiendo a Bolivia. En el año 69, escapando de Bolivia, llegué a Puno, Arequipa, El Callao y Lima. Viví aventuras de calle, de hacer piruetas en la plaza San Martín, comparsa del mimo Jorge Acuña, de conocer maestros poetas como Leoncio Bueno, que me edita una plaqueta Huellas Poéticas, con mis contestarios poemas. Con una temporada en El Sexto, presidio limeño, del que escribe una novela José María Arguedas, salí por gestión de Eleodoro Vargas Vicuña, destacado escritor, Premio Nacional de literatura de Perú. Deportado a Chile, ingresé a trabajar a la librería de la UTE, de ahí entré a la Biblioteca Central de la Universidad Técnica del Estado; trabajé como encargado de Cultura en el parque O"Higgins; escribí y me publicaron poemas, relatos, columnas en los diarios Puro Chile, El Siglo, La Nación, las revistas Punto Final y Paula. Comprometido con el proyecto de la Unidad Popular. También trabajé en la comisión de Cultura de la Central Única de Trabajadores, en el Departamento de Teatro ubicado en Cienfuegos 51. Compartí oficina con el TNP, Teatro Nuevo Popular. Ahí trabajé con José Soza, Myriam Palacios, Jorge Gajardo, Nelson Brodt y Margarita Barón; encuentro a un antiguo amigo y compañero de curso: Iván Hernández Voloski, fallecido en un accidente automovilístico, que trabajó en el montaje de la película Un Verano Feliz, realizada por el Departamento de Cine y TV de la CUT. Fuimos compañeros del liceo Manuel de Salas, con Iván y Margarita Barón. También mi amigo Patricio Gómez Muñoz, fotógrafo, otro ex Manuel de Salas, exonerado de la contraloría año 68 y arribado a la UTE en los 70.

 

 

Al comenzar a leer el libro Escenas Perdidas, empecé a caminar por senderos que me parecían conocidos, reconocer épocas, lugares, nombres, situaciones que me llevaron al pasado que reconocía, hasta que pasadas algunas páginas me encuentro conmigo, con los hechos y personas que he mencionado antes. Al ver las imágenes sentí que muchas eran cerca de mi.

El once de serpientes permanezco en la Casa Central de la Universidad Técnica del Estado, en la Escuela de Artes y Oficios, dónde cae asesinado el documentalista y fotógrafo Hugo Araya, conocido por el apodo de El Salvaje. Resistimos durante el cañoneo, la captura, los gritos, y apilados en una micro llevados al estadio Chile, separado por golpes y los gatillos y mi estampa con cara de extremista me destina a quedar contra una pared, del pasillo del primer piso, junto a Danilo Bartulin, médico de Salvador Allende; Gregorio Mímica, dirigente estudiantil de la UTE; Victor Jara y otros funcionarios, alumnos y docentes de la universidad. El rector permanece en una pieza, de pie ante su armado custodio.

Soy una persona dañada por la brutalidad y la tortura, y me cuido de no retraumatizarme pero esta lectura me hizo bien. Me reconocí íntegro, aceptando lo vivido en esa hermosa época antes de la tragedia, que hoy buscan invisibilizar a cincuenta años del término de un gobierno que publica 12 millones de libros en tres años. Y es el compromiso de la Universidad Técnica del Estado, con la cultura para los trabajadores. La biblioteca central atendía todos los días, desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche. Imposible no recordar que, en esa pequeña oficina de la CUT, tuvimos duros golpes con son el asesinato de dos jóvenes compañeros: Darío Miranda y Jorge Solovera. Me reencontré con ellos en el libro y con lo que hacíamos a conciencia con nuestros principios. Fue volver a abrir una ventana a mi joven pasado.

 

 

He dado testimonio para muchos proyectos y me alegra que este haya resultado; que las conversaciones con Felipe Montalva hayan fructificado en este libro, en el que soy un par de líneas pero que me llevan a mi mundo secreto; lamento no haber podido entregar más, pero es lo que a mí me tocó vivir. Todas estas palabras tienen ramificaciones a múltiples conciencias, a otros que no pudieron entregar sus testimonios pero que viven en nuestra piel, nuestra sangre que dejamos derramada.

Una experiencia posterior. El miércoles 7 de junio, concurrí al memorial de PAINE, a una reunión de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, dónde se presenta Felipe Montalva con su libro Escenas Perdidas, y se procede a la exhibición de la película Un Verano Feliz, producción del Departamento de Cine de la Central Única. Los asistentes observan con devoto silencio; a veces un murmullo al ver algunos detalles de la película, que los lleva al pasado, hace exactos 51 años. Terminada la película surgen los aplausos, tímidas preguntas, afloran los sentimientos y se produce una riquísima conversación y diálogo entre los asistentes y Felipe. Motivados, se toman decisiones que tienen que ver con el pasado, el presente y lo que es más importante, es el accionar en conjunto, hacia el futuro. Fue la luz de la película que produjo una iluminación entre los asistentes para luchar por las respuestas pendientes, por la justicia pendiente y todos los tristes sucesos acaecidos en PAINE, a partir de la represión del golpe de estado de 1973. Fue de mucha emoción coincidir gentes que veníamos de diferentes senderos y encontramos un camino al futuro, a raíz de esta película que nos presenta un pasado, truncado por la mano asesina de los conjurados patronales empresariales y militares. Gracias Felipe Montalva.

Algo similar se vivió en la presentación de Un Verano Feliz en el Centro Cultural de PAINE, el 1 de julio, en una memorable jornada de memoria y cultura.

Por último recomendarles que adquieran el libro de Felipe, Escenas Perdidas; los trabajadores de la cultura, necesitamos su respaldo, que todo nuestro esfuerzo creativo, investigativo y literario está llegando a los lectores.

       Gracias, compañeros.

 



 

*Fernando Sanhueza Olea (Santiago, 1948). Escritor e investigador. Trabajador de la cultura desde los efervescentes años 70. Integrante del Centro Literario Ateneo de San Bernardo, de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y del Abrazo de Escritores y Artistas Hispanoamericanos (AEAH). Embrujo a mano hechiza es su más reciente libro de poemas.

 


 

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Pertenezco a la generación perdida.
Presentación del libro "Escenas Perdidas. Una historia del Departamento de Cine y TV de la Central Única de Trabajadores, CUT (1970-1973)"
de Felipe Montalva Peroni.
Por Fernando Sanhueza Olea