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TU FOTO: UN RELATO DE LA HUERFANÍA
Tu foto, José Luis Escobar. Ediciones Caronte, 2016
Por Yuri Pérez
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Cada vez que un escritor realiza el ejercicio de «escribir un libro», es absolutamente necesario observar si el autor ha obviado realizar una representación estricta de alguno de los múltiples Géneros Literarios que conocemos. Si lo que ha hecho es, desprenderse de lo que las definiciones académicas declaran, el trance escritural cobra particularidades enormes. Cada vez que esto ocurre; nos referimos a dejar y soltar de manera consciente el proyecto de obra para que ésta se defina de un modo individual, un libro tiene, desde ya, méritos originales. (Bien entre comillas lo original, que nada más podemos adjudicar al «tono distintivo de un autor, al modo, al color del texto y al temple de ánimo.» Si nos centramos en lo manifestado anteriormente, si hacemos el ejercicio de leer y descubrir los méritos de este 2° libro de José Luis Escobar, podemos advertir que esta obra se construye con el solo objeto de ser un «libro». No se trata de un texto que mantenga el formato ni la estructura tradicional de la novela, ni el tranco unificador de un conjunto de cuentos, estamos aquí, más bien, frente a una escritura que intenta y logra en varios fragmentos del libro, una diversidad de colores, una pluralidad de tonos y métodos. También podemos asegurar que cada unidad de texto, cada microespacio del libro, tiene autonomía en el fondo y en la forma: esto significa que cada uno de ellos, (que en el conjunto general dan linealidad al texto) poseen identidad propia y consiguen que la lectura pueda ampliarse hacia otras áreas.
Con esta observación, ya podríamos comenzar a hablar, de manera un poco más precisa sobre lo que consigue este libro, es decir, las variadas lecturas que uno puede hacer de cada fragmento. El hablante, que puede ser, digamos, el mismo autor, es un sujeto disperso, intimista en el mejor de los casos y un narrador testigo que participa de un modo u otro de lo que relata. Existe un imaginario desnucado, un hablante que está, por alguna razón, apartado de todo aquello que entendemos por una vida calma. Para el hablante la vida no es calma, ni será calma. Cada instante, el narrador se está moviendo entre escenas que lo perturban y escenas que lo glorifican. Lo que ocurre en el texto lo conmueve y lo glorifica, claro está, pero él siempre vuelve una y otra vez al punto inicial: esto es, al vacío. Pero no se trata de un discurso narrativo del sollozo, ni del tono penoso de la víctima de circunstancias emanadas de conductas humanas, ni de una alocución violenta y desenfadada para llamar la atención de los que lo rodean: aquí se trata de mirarse y mostrarse en todo el esplendor, en toda la negrura. Esta obra de José Luis Escobar, tiene esas cualidades: Tu Foto, apela a una existencia que está en el límite, primero de los Géneros Literarios y luego, en el borde de la emotividad y el pensamiento. Obviamente, podemos advertir, que dentro del texto transita un discurso que da continuidad a cada uno de los relatos, es decir, cada uno de los fragmentos empuja al otro para ofrecer una trama que, aunque está cubierta, se deja ver poco a poco y nos permite descubrir, en la medida de lo posible, al hablante y al entorno que lo configura. El texto, en lo formal, tiene fluidez, tiene instantes sobresalientes que muestran a un autor que va creciendo en su ejercicio escritural. Y también podemos decir, que con «Tu foto», Escobar, logra de varios modos, concluir lo que insinuó en su primera obra: escribir un libro que tuviera una textura más elaborada y segura en su pulso.
La literatura chilena contemporánea es rica en variedad de voces, en multiplicidad de registros, en diversidad de escenarios. Esta realidad obedece a una respuesta espontánea al carácter de las obras que están detrás de libros como este. Esto permite que los autores puedan mover sus tratados discursivos de un lugar a otro, con claridad, con menor claridad a veces, y con la certeza de haber trabajado con el lenguaje todo lo que estuvo al alcance. Este texto contiene todo lo que el hablante- autor quiere decir y callar. Porque también existen en la escritura, momentos de silencio que permiten ocultarse de los rayos del sol y otros instantes, en que el narrador quiere ser visto y no le importa cuánto sea visto. Aquí se dosifican ambos intervalos, y eso permite a los lectores, armar de acuerdo a sus propias experiencias, aquello que el texto ha dejado inconcluso.
San Felipe, 2016