Una antigua revista de poesía, ajada y amarilla surge en medio de un agitado aseo general en el segundo piso de mi casa, desde ella salta sobre mis ojos un poema: “La partida inconclusa" del poeta Floridor Pérez quien nos dejó hace un par de años, de inmediato recuerdo y asocio la tarea pendiente que tengo de enseñarle ajedrez a mi nieto Salvador y de la cual me he escabullido olímpicamente, esta situación casual me obliga a la acción y lo primero es recordar a nuestro querido poeta, Floridor Pérez.
El poeta nació en la región de Los Lagos un histórico 12 de octubre de 1937 cuando aún se celebraba el llamado Descubrimiento de América. Estudió Pedagogía en Castellano en la Escuela Normal de Victoria y ejerció como maestro rural en la región del Biobío desarrollando una reconocida gestión educativa que daba cuenta de su vocación por la enseñanza, pero al mismo tiempo su condición de poeta crecía y se agigantaba tutelado por la lluvia del sur y su incorporación al grupo literario Arúspice.
Pero no sólo la enseñanza y la poesía marcaron su vida, su interés por la política le llevó a encabezar el centro de alumnos de su colegio. A los 15 años tuvo la responsabilidad de proclamar un candidato a diputado, al respecto relató a un medio lo siguiente: “Cuando terminé me senté y un hombre que parecía un oso polar cruzó todo el salón y me levantó a un metro del suelo para abrazarme, se llamaba Volodia Teitelboim”.
Durante el período de La Unidad Popular asumió la tarea de asesor de la Editorial Quimantú lo que le llevó a viajar constantemente a Santiago desde la localidad de Mortandad donde ejercía sus labores docentes.
Sobre su obra literaria se señala como de tendencia lárica con elementos de la antipoesía y la tradición, todo dosificado con precisos espacios de humor e ironía agregando la brevedad, la claridad y la naturalidad como los rasgos más visibles de su estilo.
Su primer libro surge el año 1965: “Para saber y contar”, luego vendrán entre otros: “Cielografía de Chile” (1973), “Cartas de prisionero” (1984 y 1990), “Chilenas y Chilenos” (1986) y “Memorias de un condenado a amarte” ( 1993 ).
No puede dejar de mencionarse su destacada labor como codirector, junto a Jaime Quezada, del reconocido Taller Poético de la Fundación Pablo Neruda, desarrollado en La Chascona. A esto agregamos su importante trabajo de recopilación, conservación y difusión de las tradiciones chilenas y los cuentos populares.
Tras el Golpe de Estado, el poeta Floridor Pérez es detenido y enviado como preso político a la Isla Quiriquina, lo que no detendrá su creación poética aún en estas condiciones.
Hace dos años el 21 de septiembre del 2019 el poeta dejó este mundo. Su obra sustancial y profunda continúa con nosotros. Recuerdo haber leído de Floridor Pérez estas palabras respecto del oficio poético: “Creo que el poeta es un pequeño y modesto pecador que escribe su penitencia”.
Al finao de Rokha
Aquí donde usted me ve,
en medio del potrero
y en mitad del camino de la vida,
veinte o más años antes de pegarme
como usted, un tiro,
embarrado, enrabiado
gritándoles ¡carajo! . . . . . . . . . . . . . a los pájaros
que me arrancan el trigo,
cojo un grano pensando en la espiga,
en las trillas de antaño
y en la bien llamada y dulce chupilca
que hubiéramos tornado juntos.
Allá no miento
Recorren mis libros como un campo minado.
Saben que un poema puede ser explosivo
pero ignoran que el detonante es el lector
Bayonetean tu jardín, cavan el huerto
pero sólo hallan raíces, semillas
que florecerán cuando se vayan.
Natacha en casa
Ciertamente tu casa tiene puerta
-esa frontera entre tu mano y mi soledad-
pero es una ventana que te abre a la memoria
y aunque te retrataste de varias maneras
y caminamos entrelazados
o te mire dormir
tú serás para mí la niña que amasa:
el rostro de la niña que hace pan tras la ventana
-manos enharinadas, se supone-
y en el talle un ritmo de velero.
Bajo el porrón en ruinas
entonas a media voz
canciones que pasaron de moda
antes que aprendieras a cantar
pero que nunca fueron realmente oídas
pues hablan de una muchacha que sólo puedes ser tú
como nadie más pudo ser esa doncella
como el lirio entre las espinas
que yo leo a la sombra de tus cerezos
Porque las palabras no son lo que son
sino lo que nos dicen
y tú dices: -pasemos a la mesa-
sin pensar que tu boca despierta mi apetito.
Al hambriento que te devora
le ofreces pan de tu horno
al insaciable que en la puerta de tu casa
lo quema el adiós.
Apelación
Lo que pasa es que yo
como usted comprenderá
—no es porque yo lo diga
o porque esté usted presente—
ocurre que a nosotros
vale decir, se entiende
¿no le parece a usted?
Y por otras razones
que no es del caso señalar
In Memoriam
. . . . . . . . . . . . A un campesino de Mulchén
Todavía me pregunto por qué tú
—por qué tú y no yo—
por qué tú que alzabas gordos sacos
y cargabas camiones.
Eras fuerte, degollabas carneros
¡por qué no te aguantaste ese viaje
en un camión cargado como sacos,
y te tiraron muerto junto a mí
con tu poncho de pobre
como un carnero blanco degollado!
¿por qué tú, por la cresta, y no yo
que ni me puedo el diccionario
de la real academia en una mano?
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Floridor Pérez, el poeta es un modesto pecador
Por Horacio Eloy
Publicado en SIMPSON 7, N°6, 2021