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Juan Cristóbal Romero medita la tristeza
OC de Juan Cristóbal Romero. Editorial Pfeiffer, Santiago 2012. 78 páginas

Por Felipe Poblete


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Titulado Oc, publicado bajo el sello que dirige Ernesto Pfeiffer y enmarcado en la colección "Ineditus", Juan Cristóbal Romero (1974), presenta su nuevo libro de poemas: cuyas tapas están dominadas por un bello e intenso color morado. Sí, morado, el violeta está más próximo al azul. En el corazón de la tapa está situado algo así como un mandala, de la autoría del renacentista Durero. El título, desconcertante para nuestros días, hace referencia a una lengua romance, el occitano, el "langue d'oc" que usaron los cantores provenzales ¿qué más iba a ser?

Renegar la rigurosidad del oficio de este poeta constituye una empresa inútil, absurda, incluso tomando por azar cualquier poema del libro: el nivel es alto. Cuando, a mi sentir, hay mayor altura e intensidad, es en: "Algunos contemporáneos" (p.67) y "Gaspar Quezada, Capitán de la Concepción, decapitado en el Cabo San Julián" (p.36). Pero es normal que las aguas posean distintas temperaturas, y el río, diferentes velocidades: poemas breves, extensos otros, además de un diversa gama de formas métricas, aunque distanciada de la métrica rara de la gran Mistral. Romero es, más bien, un articulador de una métrica cuadrada, autoritaria en el sentido noble, el de ser un autor, de poseer autoridad en la materia que despliega. Entre las páginas 36 y 43 hay recursos estructurales reiterados, que confieren a los textos una continuidad, o bien un flujo, les comporta unidad, como ocurre en el libro más reciente de Andrés Florit (con unas temática y estética sumamente diferentes). Pero Romero es aún más versátil —en ése sentido— pues confecciona diferentes sistemas métricos, diferentes combinaciones en el tamaño de los versos y estrofas, por las diferentes zonas del libro, estructurando invisibles capítulos, pues no los hay por el índice, que es nombrado Índex.
 
Incluye el libro un repertorio numeroso de personajes, los que parecieran estar aunados en una misma voz, en un mismo tono. Personajes de la antigüedad clásica (no puede dejarse sin mencionar que este autor es, además de poeta, traductor de Horacio), pero también navegantes de la época de la conquista y poetas de los siglos diecinueve y veinte, quienes aparecen nombrados directamente en los títulos. En el lineamiento anterior, por lástima, no podría decirse que de verdad produce un idioma inédito —es una metáfora— más que reformulaciones, están los cambios obligatorios para dar un título: es la táctica de aquel griego memorable, Constantino Kavafis: títulos como "Días de 2003 y 04" (p.28), o bien los del estilo: "Diego Peralta, vigía de la Victoria, muerto por accidente en el Cabo San Julián" (p.37) o "Gonzalo de Alvarado, Capitán de la Armada del Obispo de Plasencia, inverna en la isla Picton" (p.44) que son, francamente, títulos que poquísimo aportan al contenido, notable y altísimo, del poema mismo. Los versos no se verían mayormente perjudicados con un intercambio de títulos; es más aún, los dos títulos citados, y unos cuantos más, podrían ser intercambiados entre sí sin afectar en el contenido de los poemas, que ya son buenos, como dije: títulos prescindibles que no se condicen con la máxima "reduce cada línea a lo puntual" (p.71). Obviamente esto no es válido para todos los títulos del libro, además, el poema debe ser valorado en sus versos, y los de Romero caen armados en la niebla de la página en blanco, dando gran vivacidad a la lectura, y en otras secciones, pues él sabe regular los ritmos, continúan con gravedad, en ralentí, sin que ello sea un defecto, en ningún caso: son las intensidades propias del río que es el libro. Enumero contrastes:

Más que la pena en sí formularé / un placer muy cercano a la tristeza (p. 12)
El viento aumenta / y deshoja el árbol perenne (p.21)
Sin dios ni grey ni paz ni ley ni gloria / Y pese a todo, el mito engendra el mito. (p.32)
Hermané contrarios: la escoria / y el eremita. (p.42)
predica a voz en cuello, frente a un público / de viudas vírgenes y analfabetas (p.70)

Son unos pocos versos, es cierto, y con ellos Romero nos deja el eco de su gusto en la memoria. Este autor goza exponiendo su propia poética: en varios puntos del libro pueden ser identificadas concepciones sobre la poesía, el oficio de la escritura, la propia condición de poeta y aun sobre la de algunos coetáneos: "a ustedes me refiero, camarilla de insípidos" (p.55) —,u otros más jóvenes— de "dicción / traposa de una década novísima"— (p.9) a quienes se esfuerza en vilipendiar. Ejercicio que ya se anticipa en su libro Rodas (su poema "ascensionista"). En pocas palabras, Romero dispara contra las críticas que le han sido dirigidas y contra poetas, a quienes evita llamar por sus nombres pues todo esto, por cierto, es anónimo: tiene que serlo.

"su miserable nombre— me ha forzado / contra de mi estilo, a alzarme en armas"(p.56)
"Un célebre cultor del verso libre / abusa del hipnótico gerundio / como si se tratara de un acierto, / aquel otro prescinde de las comas / sin haber comprendido bien sus reglas" (p.10)
"Un vidente irascible y amateur / insiste en corregir sus propios yerros: /mil líneas y ninguna de interés" (p.70)
"Señor, si de verdad quieres darme más días / deja que escriba un par de buenas poesías / para que no me sienta el más infame necio, / incluso más infame que aquellos que desprecio" (p.55)

Tras estos ejemplos, el lector notará que la última estrofa citada es una paráfrasis que bordea el plagio, hay que buscar el verso en el archivo. Aunque es el mismo Romero quien avala aquella metodología de escritura: "tanto sirve el montaje como el plagio" (p.71), la cita en fin. Así, el lector atento, aquel capaz de llevar los ojos nada serenos ante un libro finamente tejido y elaborado, "como engañador; / fino aguardiente" (p.66), podrá, además de celebrar sus asuntos, encontrarse con ciertos sabores, ecos, de Santa Teresa de Ávila, Ezra Pound, Constantino Kavafis o Charles Baudelaire, por no citar a nacionales.

Empero, este hábil poeta también conduce la escritura en la dirección del elogio, hacia quien lee a Hardy, Armando Roa Vial, veladamente con el poema "De un lector de Thomas Hardy" (p.21), pero derechamente en "Algunos contemporáneos" (p.67) hacia Miguel Naranjo, Julio Carrasco, Rafael Rubio y, en especial, al poeta Adán Méndez, su anterior editor: "quien le devolvió a la rima / la exactitud de la gota, / quien le puso dique al verso / cuando sin medida brota" (p.67). Uno diría que al título le faltó sumar la palabra poetas, así como a "Fauno viejo" (p.51) faltó suprimirle fauno.

Zeta es la letra errada, la errata: el poeta manifiesta su condición de desfasado en décadas, cuando dice "Diez años me tomó ponerme al día /luego de más de veinte de retrazo" (p.11), sí, escrito con zeta. Los más despiadados le recordarán: "lo mismo vale el hacha que el cincel" (p.11), tal como dice unos versos más abajo, pero en ese punto se refiere a la métrica, en aquel sistema de relojería, Romero ha manifestado su precisión. Además ¿que es una letra errada dentro de un libro ejemplar? Tal vez sólo la inversión de la siguiente imagen: "como un anillo en el estercolero" (p.71)

Apuran el ritmo un instante los poemas estructurados en estrofas, o en formas métricas más comprimidas, "suaviza el yambo" (p.71), pues el libro inicia con un "Arte de marear" (p.9), largo y tejido en una sola y larga estrofa urdida únicamente por endecasílabos, ello es un punto de partida, una hipótesis de trabajo. La experticia de Romero es evidente, las opciones creativas que toma son las de los navegantes hábiles, como los que abundan por las aguas de este libro, que produce sonidos agudos como los de un animalito, otros profundos como los de un oboe, rítmicas en su gramática como saben ser las esdrújulas "escolásticas, fórmulas retóricas" (p.18), el fino oído, el olfato, el silabeo del que habla Gonzalo Rojas, que están presentes en las páginas de este potente libro, cuya lectura se concreta "con un placer cercano a la tristeza" (p.34).

 

 

 

NOTA:

Este texto fue escrito para la revista virtual "Poesía y crítica", durante octubre de 2012. El texto fue publicado, lamentablemente, con algunas modificaciones sin el consentimiento del autor. En esta ocasión, el texto se publica tal cual fue escrito y diseñado. (F.P.)

 

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* Felipe Poblete (Viña del Mar, 1986). Ha publicado "negro" (Ediciones Altazor, 2013), dirige el sello editorial "yogurt de pajarito". Fue becario de la Fundación Pablo Neruda el 2009 (la Sebastiana) y el 2011 (La Chascona), también ha participado en talleres con Ángela Barraza (2011), Óscar Saavedra (2012) y Alejandra Basualto (2013). Poemas suyos han sido antologados en "Tres puntos" (2008), "trece poetas" (2009) y "Archipiélago" (2013).



 

 


 

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