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Novela/Vía: objeto artístico de lectura abierta

Por Pablo Fante
Publicado en Letras en Línea, 13 de julio de 2018



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La obra novela/VIA es presentada como un libro por una editorial. De manera más concreta, se ve como un objeto sofisticado: un sobre en el que se encuentran dos obras breves, ambas formadas de imagen y texto, ambas traslúcidas, desplegables. Ante una obra de definición híbrida como novela/VIA, me parece interesante comentar su naturaleza visual y física, porque va íntimamente unida al texto. Me permitiré pues reflexionar sobre los alcances de este objeto libro que es novela/VIA. Además, para ampliar la comprensión, dialogaré con otras publicaciones cercanas de Fernando Pérez, para mostrar un elemento central de su búsqueda creativa que se manifiesta en la fabricación del objeto libro: la voluntad de una lectura abierta.

Un objeto artístico se sostiene en estrategias de percepción: se presenta en cierto contexto, se asocia a ciertas corrientes, ciertas maneras de interpretar su contenido. A todas luces, novela/VIA está formulado como un libro (que tiene ISBN y es publicado por una editorial). Este enfoque de lectura es coherente con el recorrido poético del autor y genera expectativas cercanas a la poesía visual, concreta. Además, el formato libro permite que una obra con diferentes componentes, como novela/VIA, tenga una cohesión, una unidad. En todas sus variantes formales, el libro es una unidad en que se decidió agrupar un conjunto de textos o imágenes para generar cohesión, para unir elementos bajo un título. En novela/VIA se han reunido dos obras a través de lo que representa literalmente un sobre, un paquete, donde además se entrega la información editorial que las aúna.

Ahora bien, la percepción de novela/VIA como libro tiene consecuencias en la posición del autor ante el conjunto, porque se trata de una obra elaborada por diferentes participantes. La creación artística de las imágenes recae en otro creador (Marcos Sánchez en novela), y además interviene una editorial apegada al objeto físico, como es el caso de Pez Espiral, sin olvidar el trabajo de diseño. La creación de Fernando Pérez (el autor del objeto libro en su conjunto) pasa a ser la concepción general de la obra desde su posición de escritor de textos y por ser quien tuvo la iniciativa de generarlo. Es decir, que no es el autor material de las ilustraciones, y tampoco el fabricante del objeto (reproducido en múltiples ejemplares por una imprenta bajo encargo de la editorial), pero sí es el autor del conjunto. El autor del texto e instigador del libro es quien concibe el todo, quien coordina a los diferentes participantes, como un director de cine. Aprovecho para dejar esta inquietud pendiente para el autor (una pregunta que siempre me hago con los libros objeto). Considerando esta multiplicidad de participantes y las diferentes capas que componen el objeto final, ¿cómo puede ser reproducida esta obra en posibles ediciones futuras? Por ejemplo, en una antología u obras completas. ¿Se conservará solo el texto, o un hipotético re-editor futuro imprimirá el mismo sobre y su elaborado contenido?


 

Al mismo tiempo, novela/VIA apela también a estrategias del arte visual, en que un objeto artístico tiene valor en sí mismo, por su materialidad, sus texturas y formas. En ese sentido, Novela/VIA se puede atesorar más allá de la lectura del texto. Cada cual decide cómo leer el objeto (leer un texto, pero también una imagen). Cada cual decide cómo afrontar el objeto según sus íntimos deseos. Decide si transformarlo en arte decorativo, como hice yo mismo en mi salón con una obra de texto e imagen que expuso Fernando Pérez en el Centro Cultural de Providencia en 2017, bajo el rótulo de la Orquesta de Poetas. O decide concebirlo como un libro y lo guarda en su biblioteca. Insistiendo en lo autobiográfico, en mi biblioteca tengo un espacio similar a una caja de madera donde se encuentran (y se exponen) exclusivamente dos pequeños libros-objetos de Fernando Pérez. Primero, Tour (2011), pequeño carné en que se intercalan textos (inconclusos, fragmentarios) con fotos (análogas) tomadas por Fernando Pérez (incluyendo un autorretrato) y dibujos de Paula Dittborn (nótese que los textos aparecen como un elemento entro otros, sin una imposición jerárquica, a pesar del rol preponderante del autor en cuanto escritor que describimos). Luego, pienso en 30yTantos (2013), suerte de caja de fósforos, con una serie de textos e imágenes en formato de acordeón. Tour 30yTantos fueron montados al azar durante el lanzamiento, en un acto de performance editorial, por así decirlo. En el caso de Tour, cada persona pudo sacar solo 8 hojas (de un total estimado de 140), y al final ningún lector dispuso de la obra total (aunque saldrá una edición completa, según me susurraron). Esta existencia única y azarosa de cada ejemplar también se aplica a 30yTantos. Esto, para explicar que novela/VIA participa de una búsqueda de largo plazo por generar objetos de texto e imagen, leíbles y manipulables.

Asimismo, novela se relaciona con otra obra anterior de Fernando Pérez: QTTR / –(N)– (el título se lee “cuarteto” / “línea ene”) (2009). QTTR novela apelan al formato del afiche, y también al formato del sobre (son obras que parecen hechas para correos, para llegar a sus lectores a través de este intermediario ajeno). Según una descripción de QTTR / –(N)– dadapor el propio autor (publicada en el Periódico de Poesía de la UNAM): “Se trata de un póster de 56 x 71 cms., impreso por ambos lados, que se dobla para convertirse en su propio sobre y se envía por correo.[1] En el caso de Línea/VIA, el contenido está directamente relacionado con el viaje y la aventura de la época predigital, por lo que no extraña que se trate de sobres, de objetos que viajan (a diferencia de la inmediatez etérea del mail).

VIA es un conjunto de estrofas de dos endecasílabos y páginas de ochos versos, en torno a un viaje en tren. Un hablante narra sus observaciones durante este viaje, en un tono simple y directo, alimentando la tensión con un recurrente tono sensual de voyeur (“Dormida, con los labios entreabiertos”, “Su blusa oscura, apenas entreabierta”). Se adivina cierto hilo narrativo, pero que es antes que nada una divagación algo inconexa, salvo lo que parece ser el verso final, en que el hablante despierta cuando se rompe el ritmo interno del endecasílabo (con un acento en la séptima sílaba): “Abro los ojos, el tren se detiene”. Ahora bien, pronto el lector se da cuenta que el formato del libro lo obliga a voltear la hoja para leer todo el texto, sin que le quede completamente claro el orden. En realidad, la divagación corresponde a una lectura abierta. En efecto, VIA, al igual que QTTR, es una composición lúdica, con versos intercambiables, leíbles en diferentes posiciones, con una referencia formal a la tradición de China, en una adaptación al español de procedimientos que al parecer son más fáciles de elaborar con caracteres chinos. Cito nuevamente a Fernando: “QTTR es un mandala doméstico consistente en 16 poemas de 8 versos endecasílabos cada uno agrupados en parejas (una forma libremente inspirada en los octetos regulados o lüshi de la dinastía Tang).[2] En el caso de VIA, se hace nuevamente referencia a estos octetos regulados, como se indica en la presentación del libro por la propia editorial en su sitio web.[3] Se busca generar un texto con paralelismos de construcción, pero cuya lectura abierta no es necesariamente lineal. Como se explica: “Cada texto tiene cuatro pares de versos, dos de los cuales son obligatoriamente paralelos. Los dísticos pueden leerse en dirección vertical u horizontal.[4] Se trata de una concepción del poema como puzzle, con versos intercambiables, en una forma no direccional. El formato de libro objeto es fundamental para generar esta lectura abierta, en que los textos parecen haber sido escritos, escogidos y ordenados al azar. Así, en todas las obras de Fernando Pérez que hemos mencionado, el texto aparece incompleto o se puede leer en diferentes órdenes (sino en desorden). Esto mismo ocurre con el detallado dibujo a tinta de Marcos Sánchez para novela, que no tiene un sentido fijo de lectura (se puede girar a gusto). Se genera así una lectura en movimiento, propia de los viajes en tren de VIA, de las aventuras de novela.

 

 

Al mismo tiempo, la desconstrucción del texto también es utilizada para lograr un tono paródico. Los siete poemas de novela son un homenaje irónico a las novelas o historietas de aventuras. Se retoma el estilo narrativo caricatural de estas, pero de manera fragmentada (los textos no cuentan una misma historia explícita). El carácter fragmentario de novela permite mostrar de manera aislada los recursos estilísticos de estas historias, generando una distancia con respecto a la narración misma. Así, el lenguaje resulta predecible, y por supuesto se nos presentan paisajes coloridos en una naturaleza salvaje e idealizada, lejos de las ciudades (donde “Los delfines adornaban / la vasta extensión del océano”). Vaqueros, piratas, sultanas orientales, mosqueteros. También caballos y barcas, porque el modo de desplazamiento es esencial en historias llenas de acción (los personajes siempre van hacia a algún lugar, donde esperan resolver su tensión narrativa). Ahora bien, a pesar del movimiento, en novela (y salvo el último texto), siempre estamos a la espera de que suceda una violencia física efectiva sobre alguien (“La pregunta es solo cuándo atacarán, / probablemente esperen la noche”), pero esa violencia no se consuma (“El mar estaba tranquilo / como una taza de leche”). Son poemas expectantes. La violencia es una posibilidad que se anuncia pero no ocurre. En vez de resonar disparos, “No se escuchaba en todo el campamento / más que el silbido del viento de la tarde”. Los guerreros, en vez de combatir, parecen “esculpidos en piedra”, “tensos / como cuerdas de violín, / dispuestos a destrozarse / a la más leve indicación.” Esta situación expectante es coherente con la lógica intercambiable de los textos: si la narración se resolviese, el texto sería lineal. Una vez más, subrayo la importancia del formato de novela/VIA para generar esta lectura desconstruida.

Por último, cabe señalar que la lectura abierta y lúdica de la obra se puede materializar a viva voz a través de una recitación simultánea por varias voces, como en diferentes obras de Fernando Pérez con la Orquesta de Poetas. En ese sentido, el autor-director me solicitó que elaborase dos videos para este lanzamiento, y presumo que a posteriori novela/VIA tendrá una encarnación sonora y en video, lo que añadirá otra capa de enfoque a la obra, en que aparecerán quizá diferentes lectores invitados.

Al respecto, quisiera cerrar esta presentación subrayando una característica encomiable (aunque algo peligrosa) de Fernando Pérez: su deseo de invitar a otros a participar en lo que está haciendo. Ya sea a través de performances en que el público de pronto es invitado a participar (para su gran sorpresa y pudor), o incluso con libros que montan los propios asistentes el día del lanzamiento. Fernando Pérez se posiciona como el autor que idea e invita a participar. El autor que acoge a otros en su obra.

 

 

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Notas

[1]http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php/66-alterpoesia/alterpoesia/2609-055-alterpoesia-fernando-perez-villalon
[2]http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php/66-alterpoesia/alterpoesia/2609-055-alterpoesia-fernando-perez-villalon
[3]https://www.librosdelpezespiral.cl/novelavia
[4]https://www.librosdelpezespiral.cl/novelavia

 

 


 



 

 

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Novela/Vía, de Fernando Pérez Villalón: objeto artístico de lectura abierta.
Por Pablo Fante.
Publicado en Letras en Línea, 13 de julio de 2018