La prensa televisiva en Chile
Por Felipe Ruiz
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Hemos visto, a partir de un proceso complejo, y de múltiples aristas, el resurgimiento de un “estilo” periodístico, enfocado en la noticia, que no se había visto desde los inicios de la neo democracia en Chile. Atribuyo este resurgimiento a lo que los teóricos han llamado la noticia “multiplataforma”, donde no solamente se hace parte la televisión, sino también la comunicación con la opinión pública vía telefónica o vía redes sociales. Sin embargo, pensar el fenómeno solo a partir de las TICs o la tecnología surgida al amparo de una nueva masividad en las comunicaciones, sería errado. No creo que se pueda explicar un fenómeno social solo a partir del paradigma “macluhiano” donde es la técnica lo único que tiene historia.
En efecto, me parece más interesante la comprensión de este nuevo estilo noticioso al surgimiento en Chile, preocupante, la verdad, de un panóptico de la sociedad civil. Este panóptico, en vez de estar a favor de la opinión pública, en realidad asume el control de la diversificación a distintos grupos no asociados, de las redes sociales. Es decir, una suerte de masificación de lo que ya es masivo. De tal modo, la televisión ejerce una forma de control conservador de los “tuiteos” o los comentarios de facebook, ejerciendo una conexión dislocada de lo que realmente ocurre en las redes.
El formato de conversación en la prensa televisiva es el claro ejemplo de ello. Se ejerce un control de los contenidos, se pautea la agenda de temas, y el público solo puede tener acceso a comentar lo que se le ha impuesto. El estilo de los nuevos conductores busca el efecto de ser asertivo y ágil, pero siempre serio, apuntando a un televidente presuntamente informado. Sin embargo, es notorio y claro que las pautas de la agenda noticiosa siguen siendo, tras este barniz de renovación, claramente conservadoras, como siempre lo han sido.
Este periodismo del siglo XXI sigue, por tanto, las mismas líneas de los oligopolios de la prensa, de las pautas finamente elaboradas para favorecer a los núcleos oligárquicos. Cabe destacar que la competencia en tal aspecto no es tanto por las pautas sino más bien por el tipo de auditor. En consecuencia, se podría decir que en Chile lo que se denomina “opinión pública” es en realidad una ilusión efectista de lo que los medios presentan a televidentes cautivos, presos en la vorágine del trabajo y el escaso tiempo de ocio.
Dado lo anterior, cabe preguntarse sino es acaso hoy necesario reflotar la idea de televisión alternativa, que fue el sueño de muchos teóricos de los medios en los años más oscuros de la Dictadura. Una televisión sin restricciones, no guiada por la lógica de mercado ni de la publicidad, en donde realmente tome partido una verdadera opinión pública. Este gobierno no ha querido hacer eco de esas demandas en ningún sentido, pues claro, no conviene o simplemente, le es indiferente. Pero hoy por hoy, dadas las demandas sociales emergentes, se hace más necesario que nunca una visión más pluralista de los hechos. Esto es visible incluso si se piensa que muchas veces los medios oficiales son apedreados o increpados por la misma gente. Que ya nadie es inocente frente a las cámaras o bien, que todos saben el poder que tiene una imagen bien captada. La tarea, por tanto, está abierta.
