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El infanticidio en las guerras del presente
Por Felipe Ruiz Valencia
Periodista
Doctor (c) en Filosofía
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Las sociedades liberales modernas –principalmente, las de occidente-, no tienen problemas con deplorar la Shoah (Holocausto Judío) y condenarla hasta monumentalizar el horror racista y antisemita por largas generaciones. Sin embargo, hoy por hoy, en las guerras de Medio Oriente, se libran combates en donde se ha asesinado a cientos de niños y mujeres.
Precisamente son esos niños asesinados el centro de una preocupación personal, pero que no he visto reflejada en ningún medio de comunicación. El centro del argumento es este: ¿Es acaso la muerte de un niño, es decir, el infanticidio, un “crimen de guerra” más, o estamos en presencia de algo completa y horrorosamente diferente?
Mi intención no es demostrar con datos estadísticos y los siempre insensibles números esta horrorosa realidad, sino plasmar un argumento cuyo sentido quisiera explicar. En efecto, el infanticidio en las guerras del presente no son simplemente “crímenes de guerra”, sino una de las más brutales y devastadoras formas de exterminio de una comunidad.
La muerte precoz de futuros miembros –ciudadanos de una comunidad, representa el exterminio de una generación, de un grupo humano que encierra en sus destinos el futuro de una nación. No existe razón alguna que justifique la muerte de menores en nombre de las razones de guerra, bajas colaterales o “mal menor”. En tal sentido, el infanticidio es el odio de los unos por los otros desatado en su máxima expresión.
Ahora bien, ¿ello resulta suficiente para argumentar que tales crímenes son comparables al exterminio racial? Las sociedades modernas, y, en lo particular, las emergidas después de la Segunda Guerra Mundial, primero, con la Liga de las Naciones, y actualmente, con las Naciones Unidas (ONU), sentencian a través de múltiples mecanismos morales, como los DD.HH, enmiendas condenatorias contra el crimen racial. Pese a ello, en nombre de esas mismas enmiendas, justifican actos de intervención militar en los países del conflicto.
Si estamos en presencia de crímenes que no son estipulados como “raciales”, es porque la tecnificación y sofisticación de las formas de la guerra ha llevado a nuevas dinámicas y procesos sociales, ahora, globalizados a través de los medios de comunicación. En efecto, para nadie es ajeno que las guerras de Medio Oriente mueren niños. La prensa ausculta esas realidades y las informa sin interpretación. Pero precisamente esto ocurre porque no se ha tomado consciencia de lo calculado e incluso “racionalizado” que puede llegar a ser la realidad bélica actual. En tal sentido, no se ha meditado profundamente la naturaleza real de los conflictos al interior o entre países.
De tal modo, el infanticidio responde a ese cálculo y racionalización de la muerte en una guerra. Es un racismo “moderno”, si podemos llamarlo así, que no por eso es menos brutal y devastador para el futuro de las naciones.
