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DE LA EXTREMA IRREGULARIDAD, (Plaquette. Editorial Economías de Guerra, San Antonio 2009)

La ciudad No

Florencia Smiths


La ciudad No

Pregunta qué es
qué ha sido
de esta ciudad
pregunta qué y te diré No
no hay nada que decir por qué
pregunta de antemano por ellos
los castigados de esta tierra alacrana
los estancados en la noche más profunda y profusa
del cielo
los confiscados a determinar el sonambulismo de
los demás
pregunta

qué ha sido de eso
de lo que caminamos y marcamos un día
dos tres diez años
como un territorio nuestro
el cuerpo que a(r)mábamos e íbamos cruzando
y que era la calle
en esta ciudad mancha muda mortal
el tachado que íbamos pisando mientras
cruzábamos por esa vereda fuerte
y que
nos decíamos
no era de aquí ni de nadie
no tenía derecho a estar delimitada
a ser puente ni a serpiente ni animal de ésos
que estaban
que eran allí
en el cuerpo
qué fue de ese cuerpo
en llamas
qué fue de ese delito
de constituirnos en una ciudad
de la ribera
de la mancha negra
de la mancha mojada
de la rebanación
que no sale
que no sangra
que no suena
mas
qué fue
di
qué fuimos
en esa caminata idónea
en ese andar a tientas por el laberinto del suelo
del campo
de esta ciudad no ciudad
vigilada por los otros
ocupada por los otros
que no somos
y seguimos caminando
enfilamos aún y hasta siempre
sin hacer los pies a un lado
estuvimos y seguiremos estando allí
aunque nunca hayamos ido
andando y marcando la ciudad como la línea
de una mano de un mundo sin mapa
de un dibujo del plan hecho con tiza y sin pulso
que borró el paso que dimos
que pisamos por ahí sin mirar
y lo dijimos
tal vez aquí se descubrió
pero cuál será
dijimos
el lugar desde donde no se fundó
esta ciudad mi ciudad no se fundó
y la han calcado ya cientos
de veces
y la han derribado otras
y la han construido y vuelto a mirar
hacia atrás
y la han quemado y vendido y repartido por
doquier
y la han nombrado
y la han delatado
y la han abierto porque
estaba cerrada
porque era una ciudad compacta
como el cuerpo tenso y denso
de nuestros muertos
Di
qué ha sido
de nuestra costa mentida
de nuestra costra mentida
de nuestra complicidad para con los vigilantes
pregunta mientras la calle se abre
y las grietas se abren
y los pasos se abren para tragarnos tras
figuraciones inútiles de equis ciudad
quién dijo las fronteras y los postes
quién adhirió al barro la planta de su nombre
quién contaminó al material noble
cuando a la geografía apenas la delineaba el fango
di
tal vez lo sepas decir
o yo te enseño
escríbelo deletreando el desparpajo
de esta zona en perpetuo derrumbe
de esta catástrofe ciudad llamada ciega sordina
errante
vagabunda la herida que cruza la
vereda y se estampa
y luego se pisa y no se complace
hasta que ese otro venga y le diga
ciudad No
tú eres mi No
tú fuiste mi No
tú fuiste mi yo
yo puedo decir que hay gente
yo puedo decir que hay trozos de gente
yo puedo decir dónde
los veinte
los cien
los mil
quinientos
y sus partes
pisando
estamos

 

 


Esta ciudad No

Ciudad que no
ciudad (a) no
viuda (da) no
vida no
di
pregunta y te hablaré
de ellas
viudas de dieciséis
las distraídas de golpe
pero atentas al peñasco
en la cabeza
al soplete en la vena
en la tina
en el subterráneo
en el escombro
que era su cuerpo
y el mío
que eras tú
tú vas a ser por siempre eso
y más
tú dijiste que No
tierra abajo baldía en sangre
lo hiciste rompiendo el límite con el dedo
que apuntaba la pisada de la muerte
en las fregaderas
dijiste y ahora di
pregunta
por qué No
pregunta qué
pregunta cuándo
pregunta cómo esta ciudad
comenzó a vengarse de sí
cuándo
queremos saber
cómo
queremos decir sin repetir
dónde
esta ciudad sin luz sin suerte sin muerte sin funda-ción
ni olvi-do
se yergue
yo quiero hablar de esto
yo quiero decir que se arrienda
una ciudad No
con todas sus partes
con todas sus pestes
yo vengo a decir que se promete
un cuerpo sin vida para
pisarlo para marcarlo para enterrarlo para armarlo
al único y solo muerto
dentro del cuerpo abierto
a patadas
pero No
no se puede decidir
ya no se puede y nunca
no sé cuándo
ni siquiera mi nombre sé decir
ahora sobre todo
ahora que sé como me llamo
ahora que concibo llamarme
Rebeca Espinoza
yo digo que me llamo Ana tal vez Sara
quizás Clara
yo digo que tener sólo
una ciudad como esta
sin fundación ni urdimbre
sin veneno que ya todo está puesto
sin uñas sin dientes sin cura sin vientre
que aguante al que muera
porque aquí si se muere
antes de que se nos mate
aquí en los feroces tiempos
de las cabinas y los perros y los cruces y parrillas

a él lo mataron
a las siete de la tarde
en el cruce de Cartagena
en el cruce entre la ciudad y la ciudad No
en el cruce de la mala suerte ¿habrá sido su muerte?
con la otra muerte
la de nosotras
detrás
porque estamos
menos vivas que antes
porque nos sentimos opuestas
desde antes
de esta vida miserablemente bella debajo
mientras se dormía
en las noches sonaban esas bolitas de cristal
cayendo
continuamente sobre la cabeza
del piso de arriba
y yo sabía como ellas que no
que no era
nadie
que no había nadie a esa hora
para arrojarlas abajo y fuerte
entonces nos concentramos en otras noches
porque ahora las noches comenzaban todas a las siete de
la tarde
y acostarse era acallar rumores que inundaban
la ciudad
cuando la ciudad era a las siete de la tarde
la desolación y el despilfarro
y la muerte
que no esa muerte
que no esa hora
porque era la confiscación del frío
en el río
vamos le dije
vamos a pasear al río
le digo
vamos que pronto abrirán la calle me dice
vamos que la gente se casa ahí dentro cuando nadie
podía
y ni siquiera sabía
que estaba ahí
y ellos entonces
tal vez nos casaron
sin saber con un toque
uno solo
eléctrico
en las entrañas
al mismo tiempo
yo estaba allí con ellas
yo te puedo hablar de ellas cuando lo eran
el otro día la apuntaste en la calle
a una de las tres
porque eran tres
me dijiste que ésa era una
las del pacto eran ellas tres
ésta la más pequeña la que quedó con secuelas
en las caderas
a los dieciséis la ciudad se lleva dentro
y en ese entonces ellas eran la ciudad que
había y que estaba
incontenida y hablaba
la ciudad que tenía voces que decían y contaban
nada
en ese entonces que callaba
a los dieciséis todo se lleva dentro y no se puede
pensar en nada más
la metáfora del cuerpo herido
qué lindo sería escribirlo así pero No
así no se puede
en las caderas no se puede mover la pierna
porque allí quedó tiesa la orden porque
no era la ciudad la que lloraba desde ella era la
vida del país era la muerte
era la sola y callada muerte
que venía a verla
cuando estaba con ellas
ahora que trabaja en la fábrica de mala
muerte
que la rondó
espera la micro
sentada en la cadera tiesa de aguantar
por esta ciudad de mala junta de mala vida
por esta ciudad de mala muerte
que le hizo el mapa encima del cuerpo
con la jeringa de la anestesia local que
le daban de vez en cuando para que se
durmiera
ahora que sale a las diez de la noche de una
pega de ésas
y pasa por la calle cerrada
que no cosida sino tomada
no mira a través de la reja
porque la reja la tiene en la mala
memoria y no está
cerrada
no hay candado que la contenga
para ella está siempre abierta
la reja de adentro y tiene ya cincuenta y uno
pero cree que no debe decir que tiene
cincuenta y uno porque
una dama nunca revela sus verdaderas
consignas y porque a través de la cerca
los años se multiplican hasta la convulsión
mira por los fierros doblados hasta
que la cicatriz toda que es ella se inunde
en la bañera azotar la cabeza no es
como en el pavimento
la micro que no pasa cuando menos se la acontece
pero pasa un minuto solo y decide caminar
por la calle esa calle
deberían abrirla como al cuerpo
de vez en cuando es bueno ver
las vísceras expuestas a la inundación
las cabinas blancas se divisan desde este paradero
y aunque se esté sentada en la incomodidad de
una cadera muda
se sigue viendo hacia dónde apunta el río
su marcha
se sigue escuchando lo que vino desde abajo

Ya no se puede vivir en esta ciudad
y yo ya no sé despedirme
porque habías dicho que vivir en esta ciudad no se
puede
y ahora tampoco despedirse
nunca se sabrá nada más que esto: no es una carta
no es una
despedida de una casa no es
un comienzo
no es la pierna pegada al piso
no es la reja pegada a la cara
la cara amorfa de la silenciada
la cara insomne de la amordazada
amortajada
bajada
a la ciudad No

 

 

Las Muertas


Tú me vas
Tú me vas a venir a decir
Tú me vas a venir a decir a mí
Que estoy prestada
Que no puedo parir
Ni por la boca
Ni por el vientre
Que no puedo hacerme la renuncia
A mi debilidad
Que no puedo asomarme a esa casa Morbosa
Donde la muerte hizo de su cuerpo
Un hijo de ninguna vida
Donde justo en el centro de la herida infecta
Me está creciendo una plaga que no se parece a ninguna de las mil
Y esa ruina
Me está llenando una palabra entera por dentro
y al mismo tiempo me está perforando
Justo ahí
Donde nada de mí se parece a nada de ti ni de nadie
Tú acaso
Alguna vez
como nula vez
me vas a venir a decir
Que tengo la voz hecha un hilo
apenas un silbido de páramo desierto
apenas un cuchillo y una tocadura accidental
y que si no fuera por esta sordina de voz que me queda
No podría reconocérseme el silencio nefasto que aguardo
Porque estoy prestada
Porque no sé decirme dejar de expeler así
Porque no sé darme de comer cuando hace frío
Porque no sé abrigarme cuando nadie me conoce
Porque no sé mentirme cuando los hechos están abiertos ante mi
Porque no sé colmarme si apenas me soporto
tampoco sé sostenerme si malamente me paro en amargo
Porque no sé cantarme la duda tal como viene
Porque no sé conducirme sin estos gestos pesados de la mente
Porque no conozco la adaptación sino a un margen
Porque no puedo soslayarme ante mis huidas
Porque no puedo ocultar la marca que castiga a mi cuerpo
y sin embargo me ato el paso
y sin embargo me cuezo la demora sin irme
Porque no convengo decir atenerme deberme obedecerme
En alguna parte del resto del miedo
Ese cadáver y ese mundo
mal se leen
Porque no doy altura ni asco suficiente
Para dejar de expelerme así
Para dejar de manifestar esta arcaica sola
manera
Para dejar de estar siempre
en la parálisis
en la fractura
en el hueso desfasado
en el frío tarde y atiborrado de surcos
Y me doblo
Tan tensa como me soy me doblo
y sé guardarme
Aunque a veces me sobrevenga el riesgo de partirme
me doblo y me incomodo y pareciera que fuese a quedarme así en el desajuste
y sigo ensayando hasta hincharme y endurecerme
y quizá mutilarme sin verme
mientras tú
Tú vas
Tú me vas
Tú me fuiste a decir
Tú me quisiste
decir
que No
que esta parte mía
como ajena me es
no saca no corta no duele no aguanta
cuando se la golpea
Tú me hiciste decir
que yo lo quise
que sin mí no habría catástrofe
y yo, Catástrofe
y el crimen
y mi ancho paladar abierto
y mis costillas duras
y mi aliento suicida
y mi parte más abierta
se borrarán de una memoria debilitada cuando amanezca
Tú me hiciste repetir
que no
Que sin mí ni mi suceso
No habría cárcel de carne
No habría ventanas selladas ni puertas descerrajadas
Que sin este porte ni este género
No habría las ganas
De más
Es por esto que ahora vienes
Te allegas sosteniéndome en las muñecas
Y así
Toda cosida como estoy
No te hablo
No sé hablar cuando tengo la lengua rota
Y nadie se acerca para abrirme
Para que salga esa espera
Esa tortura
Esa palabra que me creció hinchada
Y que dice No
Que se dice No
Que se sabe No
Que se inventa No
He de aprender a darme
A mentirme
A abrigarme
A decirme
A cantarme
A conducirme
A definirme
Esos son verbos que nunca olvidamos
Es sólo que la historia nos hizo suponerlo
Es solo que no estaba contemplado demorarse
Ni que el día de hoy nos dieran en llamar
Las Muertas

 

 

 


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