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Presentación

El margen del cuerpo de Florencia Smiths

Por Malú Urriola

 

“Estaba el mundo mal escrito, distribuido en mal papel, anclado a nombres fugados, seducido por mentiras de palabras que no consentía en utilizar” versa Florencia Smiths, en su primer libro de recios poemas El margen del Cuerpo.

Cuerpo y margen son los lugares que Smiths entrama y reformula en favor de la poiesis. Margen que delimita un territorio entre el cuerpo y la palabra. O entre el cuerpo y todo lo que rodea al vehículo de un breve y fugaz viaje. 

Aprender a caminar, erguirse en dos patas, hablar, luego leer y escribir son los ejercicios primeros de un cuerpo irreflexivo, insensato, que a través de la palabra gestiona una bitácora, un depósito del conocimiento de una vida fugaz y en el futuro, poco probable.

Entre el cuerpo y la palabra se hilvana la historia humana, tal como entre el nacer y el morir germinan y yacen las palabras que en un consenso de pensamiento lograron traducir el acontecimiento del todo en lo uno, del cuerpo como limite entre el yo y lo que no sea yo.

La escritura poética aparece, emana de pronto y no se le reconoce hasta el momento de su aparición. Alojada en algún lugar ignoto regresa al cuerpo para ser depositada afuera como un trayecto inefable. Este conocimiento de las palabras, su contenido se vacía al ritmo de una grafía que tienta a decir.

Smiths entreabre la vieja puerta del margen, nos hace transitar las dos orillas del mismo río como lugar donde se efectúa el ejercicio de la escritura y el cuerpo -corpus en que esa escritura pudiese quedarse a alojar permanentemente o ser inscrita. Operación que no puede dejar fuera los habitáculos del miedo y de la muerte. Cito:

“Pero todo llega hasta cuando escribe, entonces siente que encuentra y que estampa y que la negación sólo reside en el momento en que su poema se le escapa para que de nuevo ella tenga que cavar, abrir, nadar, adentrarse”.

“Ha llorado al tocar a un animalito en pánico, porque sabe tanto del miedo, porque por primera vez ha visto lo que realmente hace el miedo al cuerpo”.

Las palabras para Smiths viene cargadas de una certidumbre confundida. Corresponden al producto tardío de una decantación que libera al cuerpo de la carga de portarlas. Pero también corresponden al goce, al juego, a la imaginería de bucear, tantear a ciegas en la percontari del asunto de la poiesis.

El cuerpo –señala José Lara– es (para Nietzsche) el centro de gravedad del hombre dentro del sistema de su existencia, compuesta tanto por elementos fisiológicos como teóricos, morales y valorativos, dando lugar a su vez a la inserción dentro de un pueblo y de una cultura, regional o supraregional, que serían los horizontes de mayor extensión dentro de los que cabe analizar su situación y acción gravitatoria central.

De un lado la cabeza, del otro el corazón
Éste me dice que sí, ésta que no.

Miguel Hernández

Esta indefinición Hernandiana para quien el cuerpo es el instrumento con que tocamos la vida, la hace suya Smiths con la pregunta de rigor ¿Cuántas cucharadas de azúcar?

Ella, personaje, porta además el margen de su propio cuerpo ella. Un cuerpo de segunda categoría según el orden patriarcal en que en el hombre está a la cabeza y ella ha sido signada en la historia como la culpable de la pérdida de un paraíso improbable. Por culpa de esa costilla, él en representación de la humanidad fue arrojado del paraíso al descubrir el ejercicio del placer que ella le presentara.

Esa soledad, la de la ruina que porta la pérdida del paraíso al que jamás retornaremos,  se plasma el “desajuste de ese capricho de trasladar en el cuerpo todos los objetos, pues al nombrarlos se experimenta la metáfora de lo inútil.

Smtihs trabaja con el limite de la palabra, donde la escritura se enfrenta a la imposibilidad de traducir algo más grande que lo que las palabras pudieran nombrar y me refiero al viaje a través del lenguaje. Ese movimiento telúrico de la comprensión de un mundo ajeno.

Clarice Lispector dice:
"Nosotros los que escribimos, apresamos en la palabra humana, escrita o hablada, un gran misterio que no quiero revelar con mi raciocinio porque es frío." Aprendizaje o El libro de los placeres (op. cit.), p. 83 Aprendizaje o El libro de los placeres.

La escritura acontece de pronto cuando no se conoce nada respecto de la palabra (que se avecina, presiente y precipita) hasta el momento de su aparición.  De la misma manera que titubea frente a la veracidad antes de inscribirse como el eco, el inventario de una ficción ineludible, o el destello de un sonido alucinante y fugaz.

Entre el cuerpo (platónico, celda del animus, el centro de gravedad del ser humano dentro del sistema de su existencia, Nietzsche, el cuerpo como una certidumbre confundida Jean-Luc Nancy, o como un objeto imperfecto, un borrador por corregir, André Le Bretón) Smiths emplaza el lugar incorpóreo entre palabra y cuerpo, donde celda, borrador, ausencia, razón, sentidos, entre millares de palabras que nos han sido presentadas desde la infancia, siguen reverberando como los lomos de las ondas aguas que componen nuestro paisaje interno y externo.

En este inquietante libro, Smiths, entreabre la puerta del intangible lugar desde donde se efectúa el ejercicio de la poesía y el corpus en que pueda por fin ser escrita y difuminada fuera del cuerpo en que fue concertada.

Entre el decir y no decir se establece la tensión de la escritura. Entre el pensamiento y la boca un abismo de centímetros, un universo insondable. Pues, ellas, las palabras, habitan al borde de nombrarse.

 


 

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