Francisco Véjar: “Teillier nunca se vendió”
Por La Nación
Jueves 1 de julio de 2010
Miguel Serrano, Nicanor Parra y el autor de “En el mudo corazón del bosque” son algunos de los ilustres compatriotas que reviven bajo la mirada de un amigo. “Los inesperados”, por irrepetibles y singulares, reúne catorce crónicas que iluminan.
“Bienvenido. Acabo de leer tu libro, me pareció fresco y vegetal. Si tengo tribuna, escribiré sobre él”. Con esas líneas, Jorge Teillier entró a la vida de Francisco Véjar, que en ese momento tenía 19 años y acababa de lanzar su primer poemario “Fluvial” (1988). Desde ahí, Véjar fue conociendo a artistas como Raúl Ruiz, Armando Uribe y Germán Arestizábal. “Me di cuenta que había vivido una experiencia notable, sin siquiera tal vez darme cuenta, con esos amigos. Todos ellos fueron en definitiva mi universidad”, dice Véjar.
Crónicas que incluyen también a Antonio Avaria, Efraín Barquero, Rolando Cárdenas, Claudio Giaconi, Enrique Lafourcade, Pedro Lastra, Carlos Olivárez, Enrique Volpe, Nicanor Parra, Miguel Serrano y al mismo Jorge Teillier son reunidas en “Los inesperados”, donde en poco más de cien páginas Véjar habla de los detalles cotidianos de los escritores, de los “benditos detalles”, como decía Nabokov.
“Son seres irrepetibles y singulares”, dice con una sonrisa al recordar los nombres incluidos en la publicación “Los inesperados” (Tajamar Editores, 2009). Todos ellos significan una parte de él mismo, un conocimiento. “Mi favorita es la crónica de Claudio Giaconi porque tuvo rasgos de mi personalidad: cierta rebeldía, no ser halagüeño, solitario pero a la vez gregario”, cuenta. Para el autor, que ha publicado “Antología de la joven poesía chilena” y poemarios como “Música para un álbum personal” (1992), “País insomnio” (2000) y “La fiesta y la ceniza” (2008), los autores le entregaron herramientas como honestidad, consecuencia y disciplina: “Un día Raúl Ruiz me dijo: ‘Cuando estoy terminando una película ya estoy pensando en la otra’. Ahí me di cuenta que era importante no quedarme pegado en un libro. Por otro lado, también comprendí a no mirar la realidad con anteojeras sino como decía Cortazar, ‘dar la vuelta al día en ochenta mundos’. Ver la diversidad de mundos que hay en la realidad cotidiana, que en general la gente no ve porque está robotizada o formateada por los medios de comunicación o la televisión. De autores como Serrano rescato su honestidad y franqueza. Hay mucha otra gente que tiene doble discurso, que habla de derechos humanos aquí y allá, y llegan al departamento maltratando a su empleada”, explica.
Sobre Teillier, su gran amigo y maestro, rescata, según él, lo más valioso: “Él nunca se vendió, fue auténtico hasta el final de sus días. No era una vaca sagrada, hay otros poetas como el mismo Nicanor Parra que dijo en algún momento ‘los poetas bajaron del Olimpo’, pero él de alguna u otra manera es una vaca sagrada”, apunta y hace la diferencia en torno al Parra que él conoció en su juventud, que era abierto y dispuesto a conversar y reunirse con los jóvenes.
Actualmente escribe su primer libro de cuentos, que comenzará con una obra llamada “Geraldine”. Las narraciones se centrarán en cuentos juveniles y hablarán de experiencias reales del autor en lugares como Santiago, Caracas y Madrid, entre otros. En aquel libro, cuenta, se va a demorar más de lo que le tomó “Los inesperados”, que escribió en un año y medio: pues había una gran nostalgia. “Como echaba de menos a estos autores, al escribir sobre ellos, es como si hubiese estado de nuevo con ellos viviendo las mismas situaciones. Fue como una conversación con los difuntos”, concluye el poeta.
