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MARIO MELÉNDEZ
Poeta y Escritor
Por Francisco Véjar
Nació en Linares, Chile, en 1971. Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: “Autocultura y juicio” (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa); "Apuntes para una leyenda”; “Vuelo subterráneo”; “Poesía desdoblada”; “El barco del adiós”; “Travesía por el río de las nieblas”; “Las calles de tu piel” y ”El circo de papel”. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre los que destacan el Primer y Segundo Encuentro de Escritores Latinoamericanos, organizado por la Sociedad de Escritores de Chile (Sech), Santiago, 2001 y 2002, y el Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma, Italia, 2003, donde es nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos del 2005, es publicado en las prestigiosas revistas “Other Voices Poetry” y “Literati Magazine”. Durante el mismo año obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Además dirigió, durante dos años, un taller literario en la Cárcel de Talca que dio origen al libro "Los rostros del olvido" (dos volúmenes) donde se reúne el trabajo poético de los internos. Participó en el proyecto "Fiestas del Libro Itinerante", y presidió la Sociedad de Escritores de Chile, región del Maule. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, rumano, persa y catalán.
Actualmente se encuentra en México, donde realizará una antología de la poesía latinoamericana y también una serie de charlas, talleres y recitales en algunos colegios y universidades del distrito federal. Sin duda, su creación literaria está dentro de lo más granado que ha producido Chile, en los últimos quince años. Recientemente ha sido publicado en México. De eso y mucho más, hablamos. Escuchémosle.
- ¿Qué sientes al estar lejos del "horroroso Chile" (Enrique Lihn dixit)?
- Tomar distancia significa adentrarse en un ritual de sanación, vale decir, que todas esas cosas que te inquietaban, al final no valen la pena, porque son extra literarias y nada tienen que ver con el proceso creativo. Se pelea por poder, por fama, por publicaciones, becas, viajes, etc. Y te das cuenta que la literatura hace mucho tiempo que hizo las maletas y se fue al país de las sombras largas. Creo que en Chile hay poetas valiosos no solamente en el plano de la creación sino de un humanismo y solidaridad a prueba de balas, gente con un sentido de la ética que a veces emociona y que, por lo mismo, es aplastada permanentemente por el peso de la realidad. Quién repara en Marcelo Mallea, que hace una inmensa labor cultural en San Bernardo. Juan Pablo Riveros, autorecluido en Concepción y con un notable trabajo poético. Dionisio Vivanco y su emotivo libro Oscuraclaridad. Sergio Hernández, entrañable poeta avecindado para siempre en Chillán. A otros que se conocen pero no por eso dejan de ser relegados a segundos planos dando paso a intensas mediocridades. Tomar distancia hace que uno descanse de las mismas caras que se repiten el plato durante años, y eso ya es un premio.
- Tu poesía rescata importantes raíces culturales de América Latina y chilenas. ¿Cuál sería tu aporte a la escena poética actual?
- Yo creo que la incorporación de la anécdota, de una voz más coloquial, más lúdica, si se quiere. El aporte de las palabras, ya no sólo como instrumentos del lenguaje, sino como seres que tienen algo que decir; la aparición de lo insólito, lo absurdo, como han comentado algunos críticos. Tal vez en una primera etapa estaba avocado a rescatar una serie de personajes y hechos que marcaron nuestra identidad, donde aparecen textos dedicados al exilio, a seres que cayeron durante la dictadura, a creadores que dieron cuenta de esta América Latina partiendo de la raíz, pero de un tiempo ha esta parte, mi poesía a derivado en otro canon, en otras estéticas que conviven con mi propia visión de ver y describir la realidad.
- En México acabas de publicar "Apuntes para una leyenda" y “El circo de papel en Linajes Editores, además, de otros libros y revistas de poesía. ¿Qué nos podrías decir al respecto?
- Pienso que aquí he encontrado un nicho para desarrollar mis proyectos. Hay grupos enquistados en el poder como en todos lados, hay algunos que te miran con desconfianza a medida que empiezas a insertarte en los espacios culturales pero, por otra parte, el número de habitantes (120 millones) hace que existan más lugares y más gente a la cual puedes llegar con tu propuesta. He desarrollado dinámicas en universidades y preparatorias, tanto del Distrito Federal como de otras ciudades. He participado y organizado actividades en importantes ferias de la Ciudad de México. He leído mis textos en muchos lugares del país pero, sobre todo, he difundido la poesía chilena en los talleres que imparto. Entonces me doy cuenta que poetas como Anguita, Lihn, Teillier, Millán, Llanos, Harris, Paz Molina, Stella Díaz Varín, Teresa Calderón, Hahn, Riedemann, Chihuailaf, Cameron, Juan Luis Martínez, causan sorpresa en los estudiantes, porque están acostumbrados a que los mismos poetas, amparados en el oficialismo y el poder, visiten México, dando a conocer a sus cuates, como dirían acá, y con una falta de ética lamentable al esconder la tradición literaria chilena. Hernán Lavín Cerda, avecindado en México hace 35 años y a quien le debo su amistad, ha sido un gran promotor de nuestra literatura, preocupado de las nuevas generaciones que, poco a poco, comienzan a formar parte de la memoria literaria de este país. Pero falta un trabajo mayor de difusión al respecto.
- Durante mucho tiempo en el sur de Chile, difundiste a nuestros poetas a través de Ferias de Libros o Encuentros Literarios. ¿Sientes que sembraste una semilla en el desierto?
- La fiesta del libro fue un proyecto que iniciamos con Miguel Ángel González. Consistía en lo siguiente: Miguel, en su calidad de librero, convocaba al gremio para acompañarnos en giras por el país, sobre todo la zona centro sur. Y yo, en mi papel de poeta, organizaba las actividades que complementarían estas ferias del libro. La primera la hicimos en la ciudad de Talca en junio del 2003, en una carpa ubicada en el estacionamiento de la Biblioteca Regional. Allí se dieron cita durante diez días muchos escritores que regularmente no son invitados a las ferias oficiales, y la respuesta de la gente fue increíble a pesar del duro invierno. Con ese antecedente comenzamos a itinerar por la región y luego por el sur del país, llegando a un total de 30 ferias en distintas ciudades. Sirvió, sobre todo, para recuperar los espacios de afecto hacia la literatura. Los escritores, además, visitaban colegios y universidades generando una interacción con alumnos y profesores en una experiencia irrepetible. Sé que todavía se hacen algunas de estas ferias, pero de manera muy esporádica, y eso es lamentable.
- ¿Tienes un compromiso social o político a través de tu obra poética?
- El compromiso no sólo está asociado a una obra sino al actuar de las personas. El arte para mí principalmente es un tema estético, que no está ligado a una posición o ideología, y que esa ideología influya todo el tiempo en tu manera de crear. Lo que no tiene nada que ver con la consecuencia de vida que uno tenga. Pienso que no es justo el estar condicionado exclusivamente por una forma de entender la realidad a la hora de abordar un proceso creativo. Hay buenos y malos ejemplos al respecto. Los muralistas mexicanos (Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo y otros) hicieron un trabajo formidable en su compromiso con la revolución y en la reivindicación del proletariado y las gentes del campo. Pero cuando ves a poetas que cantaron las hazañas y epopeyas de oscuros dictadores y luego se retractaron de sus textos, sufriendo amnesia repentina, lo considero vergonzoso. Poetas que son funcionales al sistema y que están más preocupados de quedar bien con la ideología de turno que desarrollar un trabajo estético objetivo, como una forma de propuesta. La poesía, y el arte, en general, es algo que está más allá de toda manipulación, sea cual sea el origen.
- ¿Te sientes parte de una generación?
- Me siento parte de una generación de afecto con muchos de los poetas que nombré, con muchos otros que he conocido acá, con gente que tengo cosas en común, con la visión de algunos respecto a este mundo que aliena y enmudece. Ser parte de una generación en cuanto a que ésta sea consciente de la época que le ha tocado vivir, que no sea evasiva con lo que pasa en este mundo y que, a veces, es terrible. De una generación que no se convierta en comparsa de un sistema que avanza devorando todo a su paso, que sea capaz de levantar la voz, denunciar los excesos que se cometen a diario, de poner la cara cuando es necesario, a esa generación me siento afín. Lo otro son estadísticas que no me interesan en lo absoluto.
- Por otra parte, ¿qué poetas chilenos de verdad son conocidos y leídos en México?
- Bueno, se conoce a la Mistral y Neruda, que vivieron un tiempo acá, a Huidobro, cuyo efecto hipnótico en los círculos universitarios no deja de sorprenderme, a Nicanor Parra, a Gonzalo Rojas, se están descubriendo a poetas como Lihn, Teillier, Hahn, y otros que han venido muchas veces por estos lados. Pero en relación a lo mismo. ¿Se conoce verdaderamente la poesía chilena o se conoce lo que tiene la posibilidad de viajar y ser exhibido? Creo que ahí hay un tema central. A mí me dicen los alumnos, y ese poeta también es chileno y ese otro, y ése que leímos ayer. Y por qué no sabíamos nada de ellos. Con esto no digo que aquellos que se conocen no tengan obras meritorias y perdurables, pero también hay otros que necesitan ser rescatados y difundidos. Y ahí es donde veo un gran egoísmo de algunos que sólo se preocupan por pavimentar su camino hacia una fama absurda y decadente.
- ¿En qué proyecto estás en la actualidad? ¿Has descubierto nuevos poetas?
-
Estoy trabajando en dos antologías de la poesía mexicana. Una que va desde 1940 a 1960 y otra que comprende los nuevos creadores. Me ha servido para conocer a poetas muy significativos, con propuestas sólidas e interesantes, gente que hace mucho tiempo está desarrollando un proyecto de obra sin poses ni aspavientos. Aquí aparecen nombres como Homero Aridjis, Max Rojas, Elsa Cross, Francisco Hernández, José Vicente Anaya, Jeannette Clariond, Humberto Garza, Antonio Deltoro, Marco Antonio Campos, Efraín Bartolomé, Coral Bracho, Alberto Blanco, Eduardo Casar, Eduardo Langagne, Blanca Luz Pulido, José Ángel Leyva, Lina Zerón, por nombrar algunos que forman parte de este trabajo que reúne a treinta autores. Y los otros, los más recientes, cuyas estéticas son diversas y comienzan a decantarse amparados en figuras tutelares de la tradición mayor como son: Octavio Paz, Efraín Huerta, Jaime Sabines, Enriqueta Ochoa, Alí Chumacero, Rubén Bonifaz Nuño, Gilberto Owen, Eduardo Lizalde, José Emilio Pacheco, etc. Por otra parte, soy asesor editorial de una revista llamada El Golem, donde participan otros poetas como: Hugo de Mendoza, Lina Zerón y Fernando Salazar. Es un proyecto de autogestión que reúne a escritores de toda Hispanoamérica con artículos, ensayos, entrevistas, creaciones, etc. Ha tenido gran aceptación en los circuitos culturales por el nivel de sus propuestas. El tercer número (próximo a salir) está dedicado a Antonin Artaud. También escribo para la revista Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma de México (UAM) donde realizo una labor de difusión de nuevos autores. Hago talleres, lecturas, charlas, en fin. Cuando uno está lejos del origen, es necesario crear diversas estrategias de supervivencia. Y eso es lo que he tratado de hacer en este país al cual le estoy muy agradecido.