"Los Inesperados". Francisco Véjar. Tajamar Editores, 2009. 109 pgs. 
        El micro tiempo de  los escritores
        
          Por Iván Quezada
         
        Hace ya tres años  leí los primeros borradores del libro Los  Inesperados, de Francisco Véjar. Desde entonces vi a los textos evolucionar  según su materia prima: el tiempo. La memoria no es un fósil, sino un organismo  con claves secretas y una vida a medio camino de la abstracción y la  materialidad. Con este concepto en mente inicié mi diálogo 
con los recuerdos de  Véjar, año a año, mes a mes, redescubriendo las versiones sucesivas y cambiando  yo mismo a la par de los escritores que protagonizan sus crónicas.
          
  Las de  Véjar son remembranzas casuales. No busca imponerse con sus apreciaciones  literarias ni con el rigor de un biógrafo. Su objetivo es, al mismo tiempo, más  modesto y ambicioso que eso: quiere revivir en los lectores a sus amigos  literatos tal como les conoció durante un paseo por el Parque Forestal, o  visitándolos en sus casas de la playa, la ciudad o el campo. De modo que el  nudo entre las frases es ligero, apenas una hebra entrelazada con otra. Lo  importante es la emoción, siempre etérea, del efímero tiempo de la amistad.
  
  En lugar  del Armando Uribe imperioso, nos encontramos con el caballero ceñudo que  detiene a los automovilistas-bárbaros con su bastón. Jorge Teillier está  siempre de despedida y, cuando se le presenta una oportunidad, huye a algún  restaurante de barrio a beber vino y ver a otra gente jugar al dominó. Cuando  es la hora de los asados, el primero en aparecerse es Enrique Volpe, quien —quizás  con la esperanza de que el animal no esté del todo muerto— lleva sus dos  revólveres en el bolsillo, dispuesto a darle el tiro de gracia. En cambio,  Efraín Barquero se toma las cosas con calma para no caer en la desesperación por  la pérdida del Chile antiguo y criollo.
  
  A menudo,  los historiadores modernos hablan de la «microhistoria» para referirse a  aquellos instantes claves en la vida de un país, pero revestidos con la  apariencia de lo cotidiano, de lo simple y corriente. En efecto, los perfiles o  retratos escritos por Véjar se nutren de un sinnúmero de anécdotas almacenadas  en los pliegues de la conciencia; son como pequeños latidos detrás de grandes  latidos, pero una vez verbalizados adquieren una profundidad imprevista. Así,  el título general gana un nuevo sentido: no sólo la personalidad de los  homenajeados es «inesperada», sino también las memorias que dejaron entre  quienes los conocieron o aún conocen, en el caso de los supervivientes.
  
  A los ya  citados se suman Pedro Lastra, Nicanor Parra, Enrique Lafourcade, Claudio  Giaconi, Antonio Avaria, Rolando Cárdenas, Carlos Olivárez, Raúl Ruiz, Germán  Arestizával y Miguel Serrano. Escritores de fuste, pintores o cineastas;  hombres con una larga historia en la cultura chilena. Pero encarnan el pasado  reciente, el más desconocido por el común de las personas, y por eso su  testimonio también arroja una luz sobre la vida de los demás, permitiendo la  identificación como si sus historias fuesen una película. 
  
  Quizás la  característica en común es el apego a las raíces nacionales, incluso en  aquellos retratados que llevan o llevaron una vida nómade de un país a otro.
  
  Con ellos  el tiempo se libera de la linealidad y recordarlos, por el placer de su  compañía, se asemeja al mito del eterno retorno: en la calle y al pasar de las  décadas siempre conservaron su identidad, recelosos de los cantos de sirena del  materialismo imperante. Y así, como pretendía Giaconi, constituyeron auténticos  personajes literarios al alcance de quien quisiera desempolvar su imaginación. En  una frase: el libro plantea grandes escritores a pequeña escala: un punto de  vista fructífero, ¿no es verdad?
         
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        *IVÁN QUEZADA.: escritor y  periodista nacido en Valparaíso, en 1969. Desde 1988 practicó el periodismo  cultural en diversos medios: en las revistas Qué Pasa, Hoy y Rocinante, y en los  diarios El Mercurio de Valparaíso, La Época, La Tercera y La Nación, además  de los medios mexicanos revista Proceso y el  diario La Jornada. También ha  colaborado con el área cultural de la Embajada de México en Santiago. El 2003 publicó  su primera novela, Elefantes  y cisnes (Tiemponuevo). Participó en el libro de ensayos Territorios  en fuga (Editorial  Frasis, 2004), que trata sobre Roberto Bolaño. En 2005, apareció su segundo  libro, esta vez de cuentos, titulado Los  Extraños (Tajamar  Editores). Ese mismo año hizo clases de Literatura y Periodismo en la Universidad de Chile y  en la Universidad  del Desarrollo, además de ser el editor de la Revista Rocinante.  Luego del cierre de la revista, se ha dedicado a la edición independiente y ha  sido editor externo de Random House Mondadori, Tajamar Editores y Mago  Editores. Ya cuenta con 15 libros, entre los propios y los de otras personas  (destaca la segunda entrega de las Memorias de Armando Uribe). En este momento  ya terminó su colección miscelánea Escritos de  Ningún Lugar, y está a un paso de finalizar la novela La Paz de los Vencidos.