Pablo de Rokha a 118 años de su nacimiento
Por Francisco Véjar
El Mercurio, Miércoles 17 de Octubre de 2012
.. .. .. .. .. ..
En pleno siglo XXI, la obra de Pablo de Rokha (1894-1968) sigue suscitando interés, tanto en Chile como en el extranjero. En Madrid, el teólogo chileno Mario Boero Vargas se encuentra escribiendo el prólogo para la reedición del poema "Jesucristo" (1930-1933), que publicará la ya mítica Editorial Multitud. Mientras, la casa editora inglesa Shearsman hará una antología bilingüe de su poesía. Y en noviembre, la Fundación de Rokha espera celebrar su nuevo natalicio con lecturas y música. Patricia Tagle, directora ejecutiva de la fundación y nieta del escritor, señala: "Esta entidad fue creada para apoyar todas las iniciativas que comprendan la difusión de su legado, y de esa manera incentivar lo que podríamos llamar la 'cultura rokhiana', pues su literatura es vastísima y da cuenta de distintas geografías, en referencia a los países y los respectivos pueblos del mundo de quienes toma la defensa, en nombre de la justicia".
Este colosal poeta, autor de textos memorables y vanguardistas como "Los gemidos" (1922), "Suramérica" (1927), "Escritura de Raimundo Contreras" (1929), "Morfología del espanto" (1942), "Idioma del mundo" (1958) y "Genio del pueblo" (1960), entre otros volúmenes, fue editor y vendedor de sus propios libros, y para ello recorrió el país en innumerables ocasiones con su vieja maleta.
En una crónica publicada el 20 de noviembre de 1981, en el "El Mercurio", el poeta Jorge Teillier relata uno de sus viajes por Lautaro. Allí apunta: "En la mañana siguiente acompañé a don Pablo a vender su libro 'Idioma del mundo' por la localidad. Lo vi practicar el trueque. Por un volumen autografiado recibía un quintal de harina, un saco de papas o enormes ristras de ajo que embarcaba a la capital, a su familia. El poeta estaba invitado a almorzar a casa de mis padres. Ante el espanto de mi madre, decreté que debía haber un almuerzo de acuerdo a los cánones rokhianos. El aperitivo consistió en una chupilca con harina tostada recién hecha, la cual el vate acompañó -por cuenta propia- con dos cebollas crudas de nuestra huerta que devoró como pomelos".
Pablo de Rokha es ya parte de nuestra identidad nacional. Asimismo, las preocupaciones inherentes al ser humano de su época, no le fueron ajenas. En "Prolegómenos y autocrítica", anota: "Se escribe para todos los pueblos de todos los tiempos, en el vocabulario de las crisis cíclicas, pero se escribe desde el corazón del pueblo, con el corazón del pueblo en que se existe, y la aldea natal es el vértice del creador nacional e internacional, no cosmopolita, y ¡ay de quienes escriben para quienes escriben!".
Polémico e iconoclasta, fue bautizado por Mario Ferrero como "El huaso de Licantén rodeado de infinito".
Grandioso ser humano
Su nacimiento se remonta al 17 de octubre de 1894 y ahora se proyecta con su obra a los lectores de este nuevo milenio. Respecto de la vigencia de sus escritos, Patricia Tagle de Rokha, enfatiza: "Podría decir, sin temor a equivocarme, que los jóvenes lo hacen suyo como símbolo de la masculinidad del hombre chileno, y las jóvenes en su ser femenino sienten que esas palabras les pertenecen también a ellas porque lo consideran un grandioso ser humano, capaz de amar de esa manera en su vida y expresarlo en la literatura, provocando incluso estallidos de llantos".
Así, hoy se puede oír a jóvenes poetas recitando de memoria los versos de "Canto del macho anciano", donde el poeta escribió: "Viviendo del recuerdo, amamantándome del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar a la gran soledad de la adolescencia, padre y abuelo, padre de innumerables familias, rasguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda la desesperación en la que todos están muertos entre muertos".