TEÓFILO CID, LA LECCIÓN DE UN MAESTRO Teófilo Cid. Escritos sobre literatura. Selección, edición y prólogo de Santiago Aránguiz.
Editorial Tácitas, Santiago, 580 páginas
Por Francisco Véjar Publicado en Revista de Libros, 2 de julio de 2023
Noctámbulo y surrealista por antonomasia, Teófilo Cid (Temuco, 1914-Santiago, 1964) fue uno de los escritores más lúcidos e incisivos de su promoción. Y por cierto, estuvo lejos del solipsismo que caracterizó a muchos de sus pares. Así lo confirma el imprescindible volumen Teófilo Cid. Escritos sobre literatura, con selección y edición de Santiago Aránguiz Pinto. En sus páginas, el lector podrá encontrar la génesis de las vanguardias poéticas, visibles en Chile ya en las primeras décadas del siglo XX. Con respecto a dicho influjo, Cid apuntó de manera esclarecedora, en "Reflexiones sobre mi generación" (La Nación, 24 de marzo de 1957), lo siguiente: "La llegada de Vicente Huidobro, desde Europa, acontecimiento que ocurrió en la década del treinta, fue augural (...) Nos ayudó a movilizar conceptos que, de no haber contado con su sostén, se habrían marchitado por falta de riego adecuado (...) La verdad es que su casa, en Cienfuegos primero y la Alameda más tarde, concentró a una verdadera cohorte de almas ávidas de cultura europea". Es a partir de esas conversaciones con Huidobro que surge el movimiento surrealista Mandrágora, fundado el año 1938 por Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas y el propio Cid.
El tomo consta de cuatro capítulos: "Arte poética", "Mandragóricos, Generación del 38 y otros grupos", "Escritores extranjeros" y "Literatura chilena". En este último, lo que escribió sobre Parra es significativo. Tituló la nota: "Nicanor Parra y la chilenidad" (La Nación, 22 de agosto de 1954). Allí apunta una frase que no dejó a nadie indiferente: "Poemas y antipoemas. Este es un libro que André Breton amaría". Y más adelante, agregó: "Al leer a Nicanor Parra me he sentido chileno y, cosa rara, este sentimiento no me ha disgustado".
A su vez, el retrato que hace de Omar Cáceres es revelador. El poeta se ve reflejado en él. Lo admira por su único y notable libro de poemas, La defensa del ídolo,(pdf) publicado en 1934 y prologado por Vicente Huidobro. Lo admira por su estampa e irreverencia. La crónica que le dedica lleva por título "Alma de Bohemio" (La Nación, 27 de enero de 1956). Ahí Cid, anota: "Le bastaba mirar para ser (...) Una noche de bohemia, ¡y cuántas Dios me ha dado!, lo encontré (...) Era un hombre de aspecto sombrío. Su rostro tenaz y abrupto, denotaba las torturas que la expresada frecuentación imprime a los frecuentadores. ¡Maldita sea! No lo vi más". Se da cuenta de que Cáceres rompe con todo lo establecido y tiene una existencia de bardo, a pesar de las vicisitudes que lo precipitaron a una muerte prematura. En definitiva, fue el arquetipo del poeta maldito chileno.
Este capítulo concluye con dos creadores jóvenes de aquel entonces: Armando Uribe y Jorge Teillier. A Teillier, Cid lo marcó para siempre. Admiró su desdén ante el establishment y fue influido por sus crónicas. En "Teillier, un poeta de la ovación" (La Nación, 7 de abril de 1957), Cid da con la nota precisa de su poesía, cuando dice: "Nombrar, se ha dicho, es poetizar. Teillier se goza en una especie de sustantivación del mundo que lo rodea. ¡Y qué mundo! Es el mío también".
La verdad, es que este compendio se debería transformar en un manual para las nuevas generaciones de poetas. Cid posee un estilo fino y penetrante que da cuenta desde Honoré de Balzac a Virginia Woolf, no sin antes describirnos a Gerard de Nerval o André Breton. Con todo, su mayor irradiación está en los escritos sobre poesía chilena. Es una delicia leerlo. Es el legado del maestro.
Y sin duda, a Vicente Huidobro, de quien Teófilo Cid fue amigo y discípulo, le habría encantado este volumen.
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"Teófilo Cid. Escritos sobre literatura". Selección, edición y prólogo de Santiago Aránguiz.
Editorial Tácitas, Santiago, 580 páginas
Por Francisco Véjar.
Publicado en Revista de Libros, 2 de julio de 2023
