El filósofo y matemático francés Blaise Pascal escribió en uno de sus Pensamientos, publicados en 1670: "La infelicidad del hombre se basa solo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en una habitación". En esta reflexión se encuentra uno de los principales dilemas a los que nos enfrentó la pandemia. No es casual que el libro que ahora comentamos se titule Poemas del encierro. El autor es Iván Quezada (Valparaíso, 1969), quien desde el primer texto da cuenta de una atmósfera signada por el aislamiento y la incertidumbre, que lo lleva a divagar sobre sí mismo y los demás. Sin ir más lejos, en "Certeza", escribe: "La verdad es un virus/ en los ojos del hambre (...)/ Gente sola deambula/ por habitaciones vacías/ y yo guardo un minuto de silencio/ por los vivos, ya que los muertos/ no tienen queja alguna/ La libertad se redujo/ a elegir entre una pantalla u otra".
Lo que hay en estos versos es desamparo y no revelación. Y precisamente esa falta de libertad, hace que encuentre en la poesía su camino de redención. Allí le da espacio también a la nostalgia. No por nada, en el "Último verano", apunta: "Comienza a declinar el verano/ tan temprano en las cerezas/ como en las luciérnagas/ La canción del olvido/ se escucha en los pasillos/ del mar y las montañas/ En la precoz noche fría/ se acumulan las cuentas/ de antiguos veranos alegres". Hay aquí una pulsión de vida que surge donde ya no brilla ningún sol, como diría el poeta galés Dylan Thomas.
Por su parte, Cristián Brito (Antofagasta, 1977), en su reciente poemario Acariciando el aire, aborda temas como el amor, el sufrimiento y la muerte, pero desde una lírica personal. El libro está dedicado a Marcela, su amada, a quien él acompañó en su proceso de muerte. Por lo mismo, el tono es elegíaco, cercano a la poesía de Boris Calderón. No lo compararía con Diario de muerte, de Enrique Lihn, o con Veneno de escorpión azul, de Gonzalo Millán, como lo hace Nicolás Poblete en el prólogo a esta obra, pues ambos poetas escribieron a partir de sus propias experiencias de muerte. En el caso de Brito también está el padecimiento al ver la degradación física de su amada, antes del desenlace final. Y, por cierto, dicho dolor lo expresa de manera poética porque empieza a ser su semejante. He aquí un ejemplo, en el texto "La agonía de la bestia": "del cielo caen lágrimas/ el amor reposa en un ataúd/ el cuerpo es el aire/ el aire es la vida/ el dolor es lo real. Asimismo, en "Ayer soñé que no habías muerto", sostiene: "sé que en este momento tu cuerpo ya no existe (...)/ el duelo es una batalla contra el eco del deseo/ la necesidad egoísta de recuperar a quien ha muerto (...)/ el desierto me ha seguido y está acá dentro".
Acariciando el aire es un libro estremecedor y de buena factura, como una especie de diario de vida que cala hondo a través de su lectura. Del mismo modo. los Poemas del encierro de Iván Quezada dan la nota justa de actualidad porque son el reflejo de estos tiempos.
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POEMAS DEL ENCIERRO. Iván Quezada. Mago Editores, Santiago, 2021. 60 páginas.
ACARICIANDO EL AIRE. Cristián Brito Villalobos. Editorial Cuarto Propio. Santiago. 2022. 118 páginas.
Por Francisco Véjar
Publicado en Revista de Libros, 19 de febrero de 2023