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La ceremonia del adiós
Sara Moncada, de Cecilia Gajardo. Ediciones Carlos Porter, Santiago, 2019, 63 páginas.
Por Francisco Véjar
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 5 de abril de 2020
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En su libro Sara Moncada, la poeta y licenciada en Literatura Cecilia Gajardo (Talca, 1985) explora la memoria citadina, aspectos biográficos y la muerte de la madre. En la portada del volumen, publicado por Ediciones Carlos Porter, se ve la emblemática casona, estilo Neo Tudor, que fue una clínica estética —y antes maternidad— y que se llamó Sara Moncada de Arias, ubicada en la avenida Pedro de Valdivia 2219, en Providencia. La casa aún sigue en pie.
El editor, poeta y cronista Roberto Merino aclara al respecto: "La clínica fue desmantelada y la casa ha ido irradiando el aura incierta de los espacios olvidados. Da la impresión de que Cecilia ha infiltrado el texto del poema en un recinto simbólico y vacío. Da la impresión también de que esto es una especie de performance no realizada o ejecutada".
El tono y atmósfera del libro tienen un carácter elegíaco. Allí solo a ratos aparece el sol. Sin ir más lejos, en el texto que abre el volumen, apunta: "Se acerca la hija al oído de la moribunda:/ Te quiero contar mis logros/ he podido cumplir treinta y nueve años/ a los treinta y dos logré enamorar a alguien (...)/ algunos sábados vendo ropa tuya en la plaza". Más adelante, le escribe de manera confidencial y le dice: "Una vez te vi espiando a un hombre/ en el centro comercial/ una vez te vi leyendo mi diario/ te vi curando tus pies torpemente/ y no me atreví a ayudarte".
Su relato poético es entonces dramático y su viga maestra es la ceremonia del adiós. Allí se mezclan las imágenes de la clínica (camas, sábanas y enfermeras) con situaciones que suceden afuera del recinto de salud. Por ejemplo, en una de estas páginas, leemos: "Estás enojada porque fui a la comida china./ Porque el amor desea por naturaleza un futuro".
El lenguaje que utiliza para proporcionarnos esta breve historia es llano y coloquial, logrando su principal objetivo: estremecernos. No en vano, los versos que cierran el libro, dicen: "Las enfermeras doblan cada sábana que usaste/ para volver a ocuparlas con otra mujer con distintos ojos".