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Presente y Memoria
PATRIA NEGRA PATIA ROJA. Sergio Rodríguez Saavedra
Ediciones Santiago Inédito, Santiago, 2016. Poesía, 83 págs.
Por Francisco Véjar
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio. 22 de Abril de 2018
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Con un lenguaje poético depurado y contemporáneo, Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago, 1963) construye su propuesta que tiene directa relación con la memoria. Patria Negra Patria Roja se inicia con un poema situado en el barrio Patronato, conocido antiguamente como La Chimba. En esa zona, a principios del siglo XVII, vivían indios de los pueblos huarpes, pertenecientes al Chile colonial. El volumen se divide en dos partes: "I. Patria Negra / Ensayos Huarpes", y "II. Patria Roja". En esta última, habla de los changos que estaban asentados en la región de Coquimbo, entre otras de sus motivaciones textuales. También hay un guiño a lo experimental, en lo que respecta a la distribución espacial de los textos e intertextos. El autor hace aquí un collage de hechos históricos, biográficos y culturales. Y logra algo nada fácil: que pasado y presente se den cita a través de su poesía. En el primer texto, leemos: "En Patronato se hace boleta la pluma, el maíz, / el huarpe que nunca cruzó la cordillera". Más adelante, aparece Clint Eastwood, con "El bueno, el malo y el feo", y Jorge Teillier se une a su libro Para ángeles y gorriones, en un sillón de mimbre. El acento está puesto en el mundo de la heredad, en contraposición al desarraigo, pero sin prescindir de nuestro tiempo.
En el poema "TODOS LOS POETAS MUERTOS SON CHILENOS -DIJO- PERO SOLO UNA MARIPOSA PUEDE ENCONTRAR ESTA FLOR", escribe: "Queremos una flor. / Una criatura de pétalos / que sea apresada en otra cala. / No deseamos hacerle daño, / ni rozar siquiera aquellos bordes / donde imaginaremos / el cabello trenzado / de alguna mujer que vuela. / Simplemente queremos verla / como cierta vez vimos el mar". Evocación, belleza y ritmo. Y luego, en "Paseo vecinal", apunta: "Nosotros changos del lenguaje siglo XXI / aguardando a que el océano tome un bus arrendado". De esa manera, Rodríguez introduce también elementos coloquiales en este coral de voces que fundamentalmente hablan de pérdida y olvido. Y al finalizar el poemario, afirma: "Yo sigo siendo chango porque / vengo de una arena negra y un / océano que nunca pudo ser azul". Este es un libro pensado desde lo conceptual, pero felizmente lírico. Su lectura nos hace repensar nuestro presente. Y otra de sus singularidades es que se desplaza libremente por la tradición de la poesía chilena. Por ejemplo, percibimos la voz de Diego Maquieira, en el texto "Muestra 28", cuando dice: "Bajaron de la nave sin sorpresa alguna por respirar nuestro aire. (...) / Recordé un cuento de Crónicas Marcianas, / un reportaje al caso Roswell, una película de Stanley Kubrick / tan solo la imagen de mi casa logró tranquilizarme". El hogar como refugio y salvación al remontarse a sus orígenes. Tiende un puente, además, con La nueva novela de Juan Luis Martínez, al reproducir en otras páginas palabras al interior de rectángulos, muy bien distribuidos, y hasta peces.
Rodríguez ha publicado anteriormente Suscrito en la niebla, Tractatus Mariposa, Militancia personal, Centenario y Nombres propios, entre otros volúmenes de variada invención.
Recomendamos la lectura de esta obra, atípica por estos días, pero genuina y vigente por su significancia.