( I ) Preliminares para pensar y decir de “Estudio del sol” – Ril Eds., 2023
Autor del libro: Fernando Viveros Collyer
Autor de este preliminar: el mismo
Fecha: 29 de noviembre de 2024
Tres experiencias de lo simple y enorme quisiera señalar en el inicio de cualquier reflexión-crítica o comentario-reseña, que deseemos hacer de este libro escrito en 4 meses de 2022.
(i) . Se trata de un texto no-intencionado. No existió, ni fue necesario, un “proyecto-de-libro”, un “proyecto-de-escritura”, escrito o sólo pensado –y tampoco salió del ordenar un conjunto de escritos sueltos. Surgió página a página, lentamente, pero día tras día, resultado de lo que, se me ocurre, debería llamarse “intuición”.
Acerca suyo el diccionario RAE dice: Del lat. mediev. intuitio, -onis. Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento. Sinónimos: presentimiento, corazonada, pálpito, instinto, perspicacia, clarividencia, ojo, visión, olfato, sagacidad, vislumbre, tinca. Palabras que, desde cierta filosofía, “Estudio del sol” refiere a algunas páginas de Baltazar Graciàn (de Zaragoza y muerto en 1658).
La “anécdota” del inicio de la escritura, quedó registrada en el texto mismo como el número (2) de la SecciónI: El objeto real del sol. Esa escritura, de pronto, habría que considerarla “literal”: pasó tal cual.
(ii) . Creo que, en la publicación, hay que prestar atención a pequeñas “cosas-como-al-pasar”. La cita de Picasso que dice un <encontrar y no buscar>, primera página del libro, dice que por aquí no ha habido, especialmente, esfuerzo-trabajo-sudor-sufrimientos del escritor. Ello a causa de una búsqueda, por ejemplo, de algo que “falta”, “no-está”, “se-perdió”, “se-necesita”,… Es decir, esta, como todas las citas de “famosos”, no están para exhibir erudición, sino porque estas personas lo han dicho “imposible-decirlo-mejor”.
(iii) . Un amigo, académico de literatura de la Universidad Católica de Chile en Santiago, me lo dijo: Acepta la palabra “epifanía”. El sol y tú juntos no tienen ni causas ni explicaciones varias. Fue epifanía.
El diccionario RAE agrega: Del lat. tardío epiphanīa, y este del gr. ἐπιφάνεια epipháneia. Manifestación, aparición o revelación.
Luego, toda la filosofía que “Estudio del sol” trae —y sus conspicuos nombres—, están allí como indicaciones para (ojalá) estas páginas de poesía sean leídas con preferencia o atención a estos criterios o categorías. Cierto decidido alejamiento de “subjetivismo & relativismo” hegemónico de la época, se manifiesta de esta manera, entre otras.
Rosabetty Muñoz, poetisa ancuditana (isla grande de Chiloé) —premiada nacionalmente el mismo día de la presentación de este libro en su Ancud-de-toda-la-vida (26 de junio de 2024)—, se mostró algo perturbada por este apoyo en la filosofía para presentar la poesía en este siglo XXI y en Chile. Esa tarde ella defendió el derecho de la poesía a las ambigüedades y las libertades interpretativas. Sin duda. Solamente que hay algo más-y-mejor que las subjetividades de cada cual en este mundo humano. En el libro, eso queda señalado, nada menos, en la palabra “sol” –que aparece y se repite, varias veces, en cada página del libro.
El momento quizá culminante de esta tentativa ocurre en la página 127, durante el poema “Dame sombras también”. Se presenta, desde la página de frente, la 126, orientado desde la prosa (sin título) resultado de pensar unas citas de “Canto a mí mismo” de Walt Whitman —poema leído con intenciones filosófico/meditativas (es decir, extáticas).
Dos poemas de "estudio del sol"
A veces los poemas quedan paradojalmente a medias. Diciéndolo todo (y todo), y como si ya hubieran dicho todo lo que tienen para decir. Y sin embargo entonces falta por decir casi todo (o uno tiene esta imaginación de que todo nunca está dicho. Y lo quiere).
Este sol que me importa, me importa porque es exuberante. Por unas sobreabundancias que colman y siempre aun posee más. Nada ya de vacíos dolorosos, de ausencias abiertas a las quejas, y menos como algún patético gozo en decir todo lo que no hay, nos falta, no ocurre, aun no llega, y todo eso otro. Y si en el poema hay silencios, lo son también plenamente. Lo mismo con las inmovilidades, lo pequeñísimo, el detalle, la anécdota, lo nimio, que pareciera no vale ninguna pena de recordar/atesorar.
Inmerso en estas extrañas plenitudes, a mi acudidas como de curiosos lugares cotidianos, evidentes, fáciles, no hallo sino un refugio en un poema como el «Canto a mí mismo» de Walt Whitman.
Que comienza: «Yo me celebro y yo me canto / Y todo cuanto es mío también es tuyo». ¿Cómo se atreve a este aparente egocentrismo obsceno del «yo»? Es que lo sabe hacer. Y eso es lo que quisiera aprender: la disciplina de la abundancia, la actitud para experimentar lo feliz sin des-armarse, el desborde de las emociones en las oscilaciones íntimas y en las externas. Todas modulables. Sin explotar de felicidad sino vivirla suavemente.
¡Oh!, este feliz que Whitman hace: «Estoy enamorado de mi, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas. / Cada momento y todo lo que ocurre me llena de alegría». ¿Cómo lo hace
Sí pues, lo hace. Entonces mi poema como el intento...
p. 126
DAME SOMBRAS TAMBIÉN
Déjame tranquilo. Dame sombras. Y sigo reclamando
Hay tanto que las rodillas se pliegan
En esta ciudad convertida ya en ventanales polarizados
De rebote en rebote de soles
Retumbando los rayos entre edificios que se creen altos
Feliz fiebre de acá arriba
Aparecen puros regalos calientes que esparzo
Difíciles de sacir
Entonces leo a Walt Whitman en el Canto a sí mismo
Intentando aprender una adelantada disciplina
Quizás mejor la de saber cerrar y abrir estos ojos
Una que demora con regla y me hace la duración de la jornada
Esos minutos para recibir
Los necesarios intervalos de simple pereza
Déjame dame reclamo: se me doblan las rodillas
¡Compraré unos anteojos más oscuros!
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Por Fernando Viveros Collyer.