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Decálogo (+ 2) del buen antólogo de poesía
Por Fredy Yezzed
Publicado en Letras CCS, Caracas. Venezuela. 26 de Febrero de 2017
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1. La mejor antología es la que hace preguntas y genera reflexiones, no la que dictamina verdades absolutas. Por tal motivo debes ser ante todo un agudo y voraz lector de lo particular (la obra de cada antologado) para mostrarnos lo panorámico (el estado del arte en una época y un lugar determinado).
2. Debes hacer tu antología —así lo nieguen los doctos puristas del verso— con la misma imaginación, la misma responsabilidad y el mismo talento que empleas cuando escribes tus propios poemas. Si elaboras con el mismo respeto la antología y el poema, estás aportando doblemente a la historia literaria de la comarca. Ysi no estás dispuesto a defender cada una de las páginas de tu antología como una página de tus propios versos, no mereces nuestro respeto.
3. Ten en cuenta que lo más importante de la antología es la claridad y la delimitación de los criterios de selección. Estos no se deben prestar para ambigüedades. De allí, los no incluidos se agarrarán con las uñas para despotricar sobre una mesa llena de alcohol y redactar su propia anti-antología.
4. Debes leer el mayor número de antologías posibles para no cometer sus errores: prólogos elogiosos y pobreza argumentativa. No se te perdonará bajo ningún pretexto no pensar cuando es el momento justo de pensar.
5. Bajo ningún pretexto o consejo debes incluirte con tus poemas en la antología. Es como mirarte desnudo frente al espejo y pedirle un plato de comida a tu propia imagen. No hay allí ni objetividad, ni justicia, sino el más alto narcsismo. Esto aplica también para que te abstengas de hacer de tu antología un club de amigos; las antologías no se hacen para congraciarse con los autores. Estos suelen ser los casos de los antólogos más odiados y sus antologías, las más desprestigiadas del medio.
6. Anexa a las dos anteriores, hay una tercera de un calibre mafioso: nunca seas el cobarde que gestiona y delega a otros el trabajo de realizar la antología. A nadie engañas con ese truco. Te conviertes de esta forma en el autor intelectual de tu propio homicidio. Allí usualmente cae en desprestigio también la editorial.
7. Hay dos reglas de oro para que luego no te lamentes: una, los enemigos que no granjeaste con tu poesía, los ganarás con tus antologías; y dos, si haces una mala antología te ganarás la fama de pésimo poeta. En ese sentido, es más inteligente hacer lo que hace la mayoría de los poetas, que son los más beneficiados, y es no hacer antologías.
8. Solamente tú debes hacer los prólogos de tus antologías. Otro nunca podrá decir la felicidad y la ferocidad con la que disfrutaste o sufriste concebir tu antología. Esto es como decirle a un enemigo, o a tu madre, que termine de pulir tus poemas.
9. Digan lo que digan los ensayistas académicos de la ultraderecha de la crítica literaria, tu antología es un texto crítico. Por este motivo, trata de ser fiel a la máxima de Edgar Allan Poe: «En la crítica seré valiente, severo y absolutamente justo con amigos y enemigos. Nada cambiará este propósito».
10. No es una consigna que seas poeta, ni que seas académico, ni que ejerzas los dos oficios. Como antólogo debes ser ante todo un lector abierto a comprender y adjudicar el lugar que corresponda a las propuestas estéticas que van en contra de tus gustos.
11. Lo más interesante de las antologías —sea cualquiera el criterio de selección— son las nue-vas voces que promocionas o las voces olvidadas sobre las que llamas la atención; es lo que le da ese sello de originalidad y apertura. Esos poetas que, como Dios, tienen el don de la ubicuidad, empezamos en algún momento a no verlos por su excesiva sobreexposición; son los poetas que nos saltamos porque los creemos ya leídos y conocidos. Debes, hasta donde sea posible, ejercitar la democracia, si es que existe en esta clase de trabajos.
12. Nunca olvides dos cosas: una, que hay poetas memorables, mas no antólogos memorables. Y dos, que tu antología se convertirá, poco a poco, en tu más abnegado, laborioso y sincero maestro. Este oficio sólo te ejercitará el cerebro y te dará bellas horas de felicidad. Así estás justificado