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CORRESPONDENCIAS

Georges Aguayo




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Primera carta de Dolores (Saint Denis, Francia) a Viviana (Santiago de Chile)

Querida   amiga
No te había escrito antes porque, desde mi llegada a Francia, no había tenido muchos momentos de tranquilidad para hacerlo. Para que te voy a decir lo contrario, a mi llegada a Paris me sentí un poco como la Carmela de la “Pérgola de las flores": yo vengo de San Rosendo a vivir a la ciudad… Andaba por todos lados con la boca abierta, casi en el sentido literal del término. A la guerra como a la guerra. Para obtener los documentos de residencia tuvimos que juntar un montón de papeles. Y levantarnos a las cinco de la mañana para ir a la prefectura. Los chilenos, que conocíamos, nos habían dicho que las colas en la prefectura eran de cuadra y media. Los funcionarios, que nos atendieron en estas oficinas, eran muy desagradables. En todo caso felizmente logramos obtener la residencia. Con mi familia durante unos meses estuvimos viviendo en un foyer para inmigrantes. Donde había gentes originarias de los cinco continentes. Por suerte esta experiencia no se prolongó demasiado. La vida en colectividad siempre plantea dificultades. Ahora vivimos en Saint Denis. Una ciudad situada al norte de Paris.  Hay cosas a las cuales me ha costado mucho acostumbrarme. Por ejemplo, al espacio habitable del que disponemos ahora. En Chuqui nosotros vivíamos en una casa enorme. Aquí nuestro número de metros cuadrados por persona se ha reducido drásticamente. Después viene la comida. Aunque no soy regodeona todavía no logro adaptarme del todo. Mi primera mala impresión fue la mostaza. La de aquí es demasiado fuerte, si pones demasiado estornudas. Respecto a algunos platos bien conocidos de la cocina chilena: imposible hacer un pastel de choclo o unas humitas como es debido. Aquí no venden maíz fresco en ninguna parte. Claro que esta dificultad hay una manera de resolverla. Durante nuestra estadía en el foyer, unos chilenos fueron a robar maíz al campo. (Aquí lo utilizan como forraje para los animales) Mi papá, que siempre ha sido tan formal y ordenado para todo, fue con ellos. Como los potreros no tenían cercos pudieron entrar sin problemas. El botín consistió en tres sacos llenos hasta el tope.  En el tiempo que llevo viviendo aquí, este no es el único robo, el más comprensible tal vez, del cual me ha tocado ser testigo. No sé qué les pasa a mis compatriotas. Aquí la mayoría se ha transformado en unos bandidos. Van de a cuatro a los supermercados. Para arrasar con todo lo que pueden. Todo lo que roban es de buena calidad. Botellas de vino caras, salchichones, los mejores cortes de carne, casettes, prendas de vestir, etc. Como ya te dije estanepidemia de cleptomanía ha atacado a mi familia igualmente. Mi hermano Marco tiene en su pieza una colección entera de discos robados. Si me atengo a la mentalidad pacata de los chilenos, yo no debería decírtelo, se supone. Como confió en ti te lo cuento, aunque en el fondo no se si todo eso es demasiado grave. A lo mejor esta crisis de cleptomanía es momentánea y con el tiempo va a desaparecer. En la casa cada miembro de mi familia está en su mundo. Mis padres, que antes no discutían nunca, ahora viven peleándose. Pienso que a mi papá este cambio no le ha sido beneficioso para nada. En Chuqui él tenía un buen trabajo. Aquí hace el aseo en oficinas. El Marcos, que acababa de terminar cuarto medio, todavía no ve muy claro que va a hacer. Por mi parte yo tampoco lo veo muy bien. Son tantas las cosas nuevas que tengo que asimilar que me es difícil elaborar un proyecto. Respecto el aprendizaje del idioma, mi papá parece negado para los idiomas. A mi mamá le va bien. A las mujeres nunca se nos va a quitar un lado tonto que tenemos. Anteayer acompañé a mi mamá a las Galerías Lafayette. Los escaparates estaban llenos de artículos super lindos, pero tuvimos que irnos con las manos peladas. Por suerte para nosotras el día estaba soleado. Esto nos ayudó a sobrellevar nuestra pequeña frustración.  Frente al edificio había un paradero de buses. Como eran apenas las tres de la tarde tomamos uno que nos llevó al parque de Luxemburgo. Un detalle curioso: en ese parque no había ni siquiera una paloma. Yo no sé cómo se las ha arreglado la municipalidad de Paris para eliminarlas. O tal vez son las palomas las que prefieren no ir al parque. La gente que va deben ser muy avaros con la comida y allá pasan hambre. En este país por la razón o la fuerza estas obligada a madurar rápido. Mis papás desean que Marcos y yo comencemos a volar con nuestras propias alas lo más pronto posible. Imagínate con el lado protector y autoritario que tiene la familia chilena. Cuestión amoríos, el Marcos durante un tiempo estuvo pololeando con una niña vietnamita. Yo me conseguí un pololo francés, pero le di luego la patada. Mi papá y mi mamá no se fijan en nadie, por supuesto. Los lazos matrimoniales los obligan a ser fieles, hasta que la muerte los separe en principio. A propósito ¿qué cuenta mi primo Luis Alberto? Todavía me recuerdo esa vez que nos vimos todos en Santiago. Para mí fue un respiro. Ya no soportaba el ambiente de la casa de mi abuela. No sé si Luis Alberto te ha invitado a Limache. Esta región es muy bonita. Cuando era chica veranee varias veces allá. Mi tío cuando andaba de ánimo deportivo nos llevaba de paseo al cerro la Campana. Te aclaro un hecho, por si acaso, yo con mi primo Luis Alberto nunca he tenido nada de orden sentimental… Por suerte Paris está relativamente cerca. La expresión “pasarse las tardes enteras discutiendo en los cafés de Paris” algo tiene de cierto. En esta ciudad hay cafés por todos lados. A diferencia de las fuentes de soda chilenas, donde cada tanto tienes que renovar tu pedido, aquí entras, pides una taza de café y te sientas a esperar que el tiempo pase. En Paris ya tengo mi café preferido en el barrio latino. Cuando voy a Paris me quedo mínimo dos horas por lo menos. Sin resultados tangibles en lo que respecta a mi vida sentimental. Ningún tipo viene a meterme conversación. Bueno amiga, escríbeme.  Un abrazo y un beso.

 

 

Primera carta de Viviana (Santiago de Chile) a Dolores (Saint Denis, Francia)

Querida Dolores
Después de tanto tiempo sin tener noticias tuyas, ha sido una gran alegría recibir tu carta. Por lo que me cuentas parece que no es fácil acostumbrarse en un nuevo país.  Sin embargo, nunca hay que desconfiar de sus capacidades. Tu hermano y tu van a terminar consiguiéndolo. Tus padres son más viejos, pero van a terminar también adaptándose. Por mi parte ¿qué puedo contarte yo? Muchas cosas en realidad. Primero que nada, que ahora soy mamá. Tu primo Luis Alberto es el papá de mi hijo Ignacio. Nadie puede ponerlo en duda porque es su vivo retrato. Los mismos ojos, la misma nariz y la misma expresión de vivaracho.  A causa de este adorable querubín tuve que congelar mi carrera en la universidad. Para ganarme la vida ahora trabajo en una farmacia. Mi mamá ya no trabaja en el hospital San Juan de Dios. De vez en cuando hace reemplazos en clínicas particulares, sino cuida al Ignacio cuando yo me voy a trabajar. No ha sido fácil, para mí, pasar del estatuto de estudiante al de madre trabajadora. Madre soltera por añadidura. En fin, no puedo decir que tu primo se haya corrido olímpicamente con su paternidad puesto que reconoció al Ignacio. Su padre también se ha portado bien conmigo. Todos los meses me pasa una pequeña mesada. Para callado porque no quiere que su esposa se entere. Tener hijos pequeños es una ruina. Crecen tan rápido que siempre hay estar comprándole ropa nueva. En una familia normal las mujeres guardan la ropa para que otra “colega” aproveche. A este nivel yo no estoy muy favorecida. No sé por qué razón mi mamá no ve a nadie de su familia. De creerle, ella y yo venimos de ninguna parte. Algunas veces he tratado de sonsacarle informaciones. No he obtenido mayores resultados. De hecho, yo no sé quién es mi padre. ¿Te das cuenta a mi edad que todavía no lo sepa? ¿Si está viejo o si ya se murió? Que yo sepa mi mamá nunca se ha declarado viuda.  La abuela de mi hijo, con todo lo pechoña que es, no quiso asistir al bautizo del Ignacio. Me parece que don Artemio quería venir pero que ella no lo dejo. Esta ceremonia de bautizo fue bien  rara. En la iglesia había solo seis personas. Los padres, los padrinos, el cura y el bautizado. Yo acepté esta ceremonia porque Luis Alberto me lo exigió. Para que Ignacio sea aceptado en su familia debía recibir el primer sacramento. Semanas después del bautizo don Artemio se las arregló, para venir a visitar a su primer nieto. Vino solo por el día. Luis Alberto fue a buscarlo al rodoviario de Mapocho. Súper dije el caballero estaba super chocho con la guagua. Nos invitó a todos a almorzar a un restaurant árabe de Patronato. Después que terminamos de comer nos fuimos a dar una vuelta por el parque Forestal. Como a las seis de la tarde lo acompañamos de nuevo al rodoviario. En este país no se termina nunca de crecer. Al momento de despedirse de mí me dijo que me “portara” bien. ¿Que quería decirme con eso? Que yo sepa el no conoce nada mi vida. En fin, aun si lo quisiera, no creo que tenga muchas ocasiones para “portarme mal”. En el país la situación está ahora sumamente ordenada. Todo el mundo anda ahora bien vestido y compuestito. Los hombres con el pelo cortado al ras. Las mujeres con la caballera bien atada detrás de la nuca. Nada de minifaldas, por cierto. El consumo de marihuana ha desaparecido casi por completo. Ya no quedan hippies en este país. Si por casualidad todavía quedan algunos, ahora deben estar viviendo en la clandestinidad.  No son los únicos en “sufrir”, en todo caso. A los más viejos se les acabaron las farras. La mayor parte de los locales nocturnos ¿has oído hablar alguna vez del Bim Bam Bum?  han debido cerrar sus puertas. Gracias al toque de queda, todos los maridos están obligados a volver temprano a su casa. Las esposas deben   están felices, por cierto. Así los maridos no se malgastan la plata.  El gobierno ha organizado una campaña de recolección de fondos con el fin de reconstruir el país. Las señoras del barrio alto han ido en masa a depositar las joyas heredadas de sus tatarabuelas. Estoy segura de que los padres de Luis Alberto también tienen que haber soltado plata. Como ya te dije ahora todo está en orden. Para serte franca, mi maternidad fue un accidente. Puede resultar tonto decirlo, pero es que nos daba vergüenza, ir a la farmacia a comprar preservativos. Ahora que Ignacio nació, no voy a practicar un infanticidio (como en la China feudal). Aunque no estaba en mis proyectos iniciales a este niño yo lo quiero. Parece curioso, pero creo que estoy repitiendo la historia de mi mamá. Puede que a ti te cueste entender estas cosas. Tú tienes un padre y una madre debidamente casados. En fin, creo que ya te he dado harto la lata. En otra carta te cuento más cosas. Un abrazo y un beso.

 

 

Segunda carta de Dolores (Paris) a Viviana (Santiago de Chile)

Querida Viviana
Antes que nada ¿Cómo está Ignacio? A estas alturas ya debe tener dos años. Y a ti ¿Cómo te ha tratado la vida últimamente? ¿Cómo andan tus relaciones con mi primo Luis Alberto? Hace tiempo que no tengo noticias de mi familia en Chile. Si puedes hacerlo por favor ponme un poco al día. Por mi parte te cuento que hace unos meses me fui de la casa de mis padres. Cuestión trabajo no estoy muy satisfecha porque en la agencia del empleo tuve que aceptar un puesto de cajera en un supermercado. Un oficio bastante duro físicamente. Los clientes te ven sentada en la caja y piensan que la pega es fácil. No se dan cuenta que muchas mercaderías se venden en lotes grandes. Por ejemplo, los packs de agua mineral, aquí casi nadie toma agua de la llave, cada botella contiene litro y medio de líquido. Nueve kilos en total. Termino mi jornada de trabajo con la espalda echa puré. No puedo quejarme demasiado, sin embargo, porque trabajo a jornada completa. La mayoría de mis colegas tienen un contrato de cuatro horas por día. Mi supermercado está situado cerca de la Porte de Bagnolet.  Yo vivo cerca de la Porte de Versalles.  Si tomo el metro para ir tengo que hacer un cambio de línea. Prefiero irme en bus. Tres cuartos de hora de viaje como promedio. De pie porque a esa hora los buses van llenos. El lado divertido es que este empleo me sitúa del lado de la propiedad privada. Cómo ya te dije muchos chilenos, entre ellos mi papá, se sitúan del otro lado de la barrera. Al autor de mis días tuve que pararlo en seco. Varias veces vino desde Saint Denis a hacer compras a mi supermercado. Al caballero le interesaban los vinos caros. Su táctica consistía en cambiarles las etiquetas. Por una botella que costaba 45 francos el pagaba 6. Por supuesto que al momento de pagar pasaba por mi caja. Esta gracia me la hizo varias veces. Para deshacerme de él, tuve hacerle pasar una vergüenza, delante de todo el mundo. En la casa mi mamá también lo retó bien retado. Su carrera de ladrón se paró después de este problema que tuvo conmigo ¡por lo que sé!  Mi vida sentimental no es muy activa. (Bueno tampoco soy una monja…). Yo no soy la única chilena en vivir esta situación. Nuestros compatriotas hombres prefieren salir con las francesas. A las chilenas nos miran a huevo. Para lo único que les servimos, cuando andan con la moral baja, es como paño de lágrimas. Si, porque las penas más íntimas, esas que salen cuando se tienen unos tragos en el cuerpo, sólo las pueden expresar en castellano. Después, que se les pasa la pena, y la resaca, si te he visto no me acuerdo. Estas sesiones de “sicoterapia” generalmente tienen lugar al final de las peñas folclóricas. Cuando ya no queda mucha gente y los pocos que quedan están todos borrachos. Yo me aburrí de ir a estas peñas. Siempre pasa lo mismo. Aquí en el medio latinoamericano la música que más pega es la andina. Un tipo de música que conozco bien puesto que soy nortina. Pienso que la mayor parte de los músicos eran malísimos. Cuestión comida confieso que las empanadas son mejores que las que se hacen en Chile. Las mujeres que las preparan deben pensar que el honor nacional está en juego. Le ponen menos cebolla al pino y la carne no la muelen en la máquina, la cortan en trocitos pequeños. La sangría que sirven es súper aguachenta eso sí. Una uruguaya se encarga de dosificar las cantidades. Bueno tal vez sea mejor que le echen harta agua. El vino que le ponen es súper malo. Entre el agua, la fruta y el azúcar, la cosa pasa… Ayer estuve mirando por la televisión una película de Louis de Funes. Este actor se mueve como un trompo y hace unas morisquetas muy divertidas. Los personajes que encarna en sus películas son más malos que el natre. Aunque ya no es joven actuando es un verdadero vendaval. De tanto agitarse hace unos meses tuvo un infarto cardiaco. Como es muy popular todo el mundo está preocupado por su estado de salud. Si en Santiago, por casualidad están dando una película suya, anda a verla. Te vas a reír bastante. Cuéntame cómo lo estás pasando en Chile. Espero que sigas trabajando en la farmacia. Cuéntame también más cosas de tu mamá, y de mi sobrino Ignacio.  Un abrazo y un beso.

 

 

Segunda carta de Viviana (Santiago de Chile) a Dolores (Paris, Francia)

Hola querida amiga
Qué bueno que me hayas escrito. Hacia demasiado tiempo que no sabía nada de ti. ¿Qué te puedo contar yo de mí? Nada de optimista. El tiempo pasa y mis sueños se desvanecen poco a poco. No sé si algún día podré retomar mi carrera en la universidad. Luis Alberto todavía está en la UTE. Espero que ahora estudie realmente. Cuando éramos compañeros de carrera siempre me andaba pidiendo mis apuntes. Andaba a la bolsa, como se dice. El otro día me encontré en el microbús con dos ex compañeros. Digo “me encontré”, porque ellos no se encontraron conmigo. Aunque se sentaron al frente mío, ninguno de ellos me saludó. Miserias de la decadencia social. Afortunadamente tengo un trabajo estable. Mi mamá que es enfermera diplomada de la universidad de Chile tiene que conformarse con pololitos. A veces tiene suerte y le toca una vieja que se está muriendo, pero que se demora un poco en hacerlo, y tiene trabajo para varias semanas. Un médico, que era amigo suyo en el hospital San Juan Dios, se los consigue. Respecto a mi situación sentimental tengo algunas novedades: estoy viviendo en pareja. Juan y yo no pensamos casarnos en todo caso. No por razones de rebeldía social sino estrictamente materiales. La situación en el país no permite pensar, como dicen los finales de algunos cuentos infantiles en “casarse y tener muchos hijos”. La cesantía es tan grande que el gobierno se ha visto en la obligación de crear un programa de empleo administrado por las municipalidades. La paga es mala, pero no se trabaja mucho, dicen las malas lenguas. Felizmente nosotros hasta ahora no hemos necesitado entrar en este dispositivo. Juan es mecánico de autos y se las arregla más o menos bien. Con un amigo tienen un garaje cerca de la plaza Brasil. Con lo que gana, más lo que gana mi mamá cuando puede trabajar, y mi sueldo de la farmacia podemos sobrevivir. En realidad, en la casa el único ingreso estable es el mío. Historia clásica: mi mamá y Juan no se entienden bien. El fin de semana pasado don Artemio vino a visitarnos. Mi relación con él es buena como ya te dije. A condición de evitar algunos temas que sacan roncha eso sí. En realidad, esto no me cuesta demasiado. Este caballero solo viene por su nieto Ignacio. El resto no le interesaría mucho, al parecer. Vino a mi casa solo. Luis Alberto no pudo acompañarlo porque tenía clases en la universidad. Por la tarde, después de almorzar en la casa, nos fuimos a dar una vuelta al centro. Don Artemio deseaba conocer al metro. Harto curioso eso de andar circulando en un túnel como los ratones. En todo caso este medio de locomoción es mucho más rápido, cómodo y limpio que las micros que circulan en la superficie. Como ves Santiago comienza a tener un cierto parecido a Paris.  Un pequeño parecido no más, por el momento hay una sola línea y esta va desde la Moneda hasta San Pablo. Actualmente, dada mi condición de estudiante universitaria en receso, intelectualmente estoy viviendo un retroceso. En la casa tenemos pocos libros. A causa de mis horarios de trabajo no puedo ir nunca a una biblioteca. Si las cosas siguen así creo que voy terminar convertida en una burra. ¿Te deprimo? A propósito de depresión, esto lo digo seriamente: en casa yo tengo una pelea permanente en contra de la depresión. Mi mamá desde que dejó el hospital no ha podido levantar cabeza. Solo se reanima cuando tiene trabajo. Muchas veces le digo que debería tener un compañero. Alguien con quien hacer cosas juntos.  Ella   simula no escucharme. Tu no me vas a creer, seguramente, pero el caso es que yo nunca le he conocido un amante, un pololo, un pinche, algo. Esta situación no es normal.  Juan es de Valdivia y me dice que tiene deseos de volverse al sur. Yo estoy de acuerdo en irme con él, pero está el problema de mi mamá. Si no se consigue un empleo estable, o se pone a vivir con alguien, tendríamos que llevarla con nosotros. No creo que esta señora se acostumbre en el sur. Allá llueve todos los días, se volvería más depresiva aún. Bueno si algún día me voy a vivir a Valdivia te contaré mis impresiones. Pienso que el paisaje de esta zona debe ser muy parecido al europeo. ¿Oye tú tienes proyectado un viaje a Chile? Sería bueno que nos reencontramos. Más viejas y con más experiencia de la vida, se supone. Un beso de despedida.

 

 

Tercera carta de Dolores (Evry) a Viviana (Santiago de Chile)

Querida prima
Por fin puedo escribirte. Tú pensarás sin duda que soy una olvidadiza pero la verdad es que no dispongo de tiempo para nada. Como habrás podido darte cuenta, por el remitente, ahora ya no vivo en Paris. Este último tiempo ha habido algunos cambios importantes en mi vida. Ahora vivo en pareja con Víctor. Un chileno con el cual tengo algo que se podría denominar una empatía mineral. Él es lotino y yo de Chuquicamata. En Evry  arrendamos una casita bastante bonita. El arriendo nos sale casi lo mismo que si estuviéramos en departamento grande. Para pagarlo no tenemos problemas. Víctor tiene un buen sueldo. Yo trabajo en un hipermercado de Evry.  Ahora no estoy trabajando en realidad, porque estoy con feriado prenatal. Ya era hora de que fuera mamá ¿no?  Ahora que vivimos en el extrarradio Víctor y yo vamos muy poco a Paris. La última vez que estuvimos, fue hace como cuatro meses. Fuimos a conocer el Centro Cultural Georges Pompidou (yo todavía no lo conocía). Un edificio de concepción futurista con tubos por todos lados. Durante años los vecinos del barrio se opusieron a la construcción de este adefesio arquitectónico. Ahora todo el mundo parece contento. Sobre todo, los comerciantes del sector. En la explanada, donde estaba ubicado, un tipo le arrancaba notas musicales a un serrucho. Un sonido escalofriante, sobre todo en un día de invierno. Otro tipo tocaba el órgano y cantaba. También había pintores y actores de teatro. Al igual que en Chile, todos estos artistas tenían como divisa: señor espectador su propina es mi sueldo. Yo puse una moneda de dos francos en la gorra del organista. El acceso al Georges Pompidou es gratuito. Como era domingo tampoco pagamos la entrada a un museo de arte moderno que funciona en el último piso. Después de recorrer este museo, con cara de entendidos, entramos en la cafetería que había en ese mismo último piso. Allí nos quedamos conversando un buen rato. La vista que se tiene de Paris es bastante buena. La biblioteca (enorme) estaba situada en el tercer y segundo piso. Bastante internacionalista esta biblioteca, había libros en inglés, alemán, italiano español, etc. Todos los libros estaban en libre consulta.  Después de consultar los ficheros, uno mismo debe buscar el libro en las estanterías. Fue una tarde muy agradable. Cuando llegamos a la casa estaba sonando el teléfono. Era mi papá que quería saber cómo estaba yo. Bueno, en realidad deseaba sobre todo hablar. Las relaciones con   mi madre hace tiempo que no andan bien. Si el Marcos no estuviera viviendo con ellos, pienso que ya habrían pasado de la guerra fría a la guerra caliente. Es decir, del mutismo a los combos, (exagero un poco).  El viejo me estuvo hablando durante una hora por lo menos. Al final tuve que decirle que cortara el teléfono. Bueno a propósito de teléfono, ¿tienes un número donde pueda llamarte? Las llamadas internacionales salen por supuesto carísimas, pero esta situación puede arreglarse. O mejor dicho desarreglarse. Me explico porque si no, no vas a entender nada. A veces los teléfonos públicos se echan a perder. Cuando ocurre esto con una moneda de medio franco se puede hablar durante horas. Hay que apurarse en ir eso sí. Las colas que se forman a veces son de una cuadra.  La otra solución, más voluntarista si se quiere, es agujerear una moneda de cinco francos y ponerle un cordel. Después se mete esta moneda en la ranura correspondiente, se marca el número y se comienza a hablar. ¡Al cabo de unos minutos, cuando el aparato va a tragarse la moneda, se tira el cordel! Pienso que tu trabajo en la farmacia debe a veces parecerte agobiador, pero es mejor que estar trabajando para la municipalidad. Por mi parte no puedo quejarme. Hasta ahora el trabajo no me ha faltado. Hay muchos chilenos y se han puesto a hacer tesis (o antítesis) de no sé qué cuestiones en la universidad. Yo prefiero trabajar. Y ahora ser mamá. Bueno, futura mamá porque la guagua todavía no ha nacido. Un abrazo bien fuerte.

 

 

Tercera carta de Viviana (Santiago de Chile) a Dolores (Evry)

Querida Dolores,
Me alegra mucho que estés esperando guagua. Mis felicitaciones al futuro papá en todo caso. No te tomes a mal lo que te voy a decir, pero estimo que, en Francia, gracias a vuestro sistema de seguridad social, debe ser más fácil ser mamá. No como aquí donde todo se tiene que pagar. Bueno, aunque   no tiene nada que ver   te cuento que en el norte este año se fundó el Club de Deportes Cobreloa. A los trabajadores de Cobrechuqui les hacen un descuento por planilla para financiar este nuevo club, tengo entendido. Si ustedes vivieran en Chile me imagino el ambiente que tendrían en la casa durante los partidos entre Cobreloa y Lota Schawager… Pasando a otra cosa un poco más seria, te contaré que mi mamá está cada vez más difícil. Pese a que trabaja solo de vez en cuando, la veo muy poco porque pasa en la calle. Juan alega porque no contribuye mucho con los gastos de la casa. Yo no puedo contradecirle mucho porque sé que tiene razón. Mi mamá abusa porque la casa está a nombre suyo. (La compró cuando trabajaba en el hospital). Como no puedo contar con ella para nada tuve que buscarle al Ignacio un jardín infantil. Las educadoras me dicen que se adapta bien y que es muy hábil con sus manos.  Por mi parte, aunque sigue siendo difícil, estoy tratando de encontrar otro empleo. De un tiempo a esta parte no me entiendo bien con mi jefa. Si me cambio de pega voy a echar de menos a mis colegas eso sí. De vez en cuando nos vamos a tomar unas copas. Pocas copas, el sueldo no alcanza para emborracharnos. Además, todas somos madres de familia responsables. Por supuesto que al Juan no le agrada que yo “malgaste” el dinero de esta manera. Cuando me lo echa en cara yo lo mando a la punta del cerro.  Bueno algo de razón tiene. Con lo que gana en su garaje, y yo en la farmacia, apenas nos alcanza para vivir. Tú conoces esta casa. Aunque no es muy grande en invierno pasamos frío. Solución abrigarse harto no más. El aspecto de Juan y el mío en la intimidad, con nuestras camisetas y calzoncillos largos de franela, no es muy seductor pero que le vamos a hacer. Triste la vida del pobre. Hace unos días nuestra gran salida consistió en un almuerzo en la Vega Central.  El almuerzo no fue tan malo porque comimos pescado frito con ensalada, y como postre un vaso de mote con huesillos. ¿Te da nostalgia todo eso?  En tu carta anterior me dices que visitaste el centro Georges Pompidou y que entraron en la biblioteca.  ¿Lee harto tu marido? A Juan ahora no le interesa  leer nada. Él nunca fue estudiante universitario, pero cuando era más joven leía mucho. Se puede decir que era un obrero autodidacta. Ahora si lee las crónicas deportivas ya es mucho. La semana pasada conocí la mamá de Luis Alberto. Durante largo tiempo esta señora no quería saber nada de su primer nieto. Vino sola de Limache, don Artemio estaba muy ocupado, me dijo. Estaba tan contenta de conocer al Ignacio que no me habló de ningún tema que pudiera enojarnos. Pienso que el hecho de yo no sea su nuera facilita bastante el contacto. Las dos no estamos en competición. Según lo que me contó, a Luis Alberto le va bien en la universidad. El año próximo se recibe.  Pienso que no le va costar mucho encontrar pega. En Chile se han cerrado muchas industrias, pero todavía faltan ingenieros. Bueno no te doy más la lata. Un abrazo.

 

 

Cuarta carta de Dolores (Evry, Francia) a Viviana (Santiago de Chile)

Querida Viviana
Estoy muy contenta de que nos escribamos de vez en cuando. Lo poco que me dices me deja entrever que para ti las cosas no son fáciles. Me alegro eso si de que puedas contar con el apoyo de mi familia. Una familia que nunca se ha destacado por sus cualidades humanas, pero que, por una vez, hablo principalmente de mi tío Artemio, apechuga… Me imagino que has seguido la elección del papa polaco que va a dirigir el Vaticano con el nombre de Juan Pablo II. Los pechoños chilenos han debido seguir la noticia con mucho fervor. ¿Me equivoco? Este acontecimiento no produjo aquí ningún entusiasmo. Este país está lleno de iglesias, muchas de ellas centenarias, pero no de feligreses. Al final de cuentas en este país la gente más religiosa son los inmigrantes. Sobre todo, los originarios del norte de África. Ellos son musulmanes y deben ir, en principio, a la mezquita todos los días. Cuatro veces por día, si no me equivoco Cuando llegué me llamó la atención que algunas mujeres musulmanas se vistan casi como las monjas católicas. A veces converso con ellas. No mucho en realidad. A causa de la barrera de la lengua. Para las vacaciones estivales de este año, como teníamos algo de plata economizada, fuimos a un centro de vacaciones para familias. Como presentamos nuestra solicitud tarde tuvimos que aceptar un cupo en el centro del país. No pudimos por lo tanto disfrutar ni de la playa ni de la montaña. Partimos de todos modos encantados. Este estado de ánimo no duro mucho. Te voy a explicar por qué. Las familias alojábamos en bungalós independientes. Estos bungalós estaban equipados de una cocinilla eléctrica y de un pequeño refrigerador, pero estaba prohibido cocinar. Solo podíamos prepararnos el desayuno. Esta reglamentación nos cayó como bomba. A nosotros no nos gustaba para nada la comida que servían en el comedor colectivo. Demasiadas salsas y la carne la servían medio cruda. Viendo el profundo desconsuelo de Víctor, y su consiguiente mal humor, decidí no respetar el reglamento. Una mañana fui de compras a un supermercado situado a unos tres kilómetros del centro de vacaciones. A partir de ese día comenzamos a almorzar en el bungaló.  Nuestra satisfacción fue de corta duración, sin embargo. Un vecino debió haber captado mis maniobras culinarias. El administrador del centro vino a vernos, a nuestro bungaló, a mediodía. Imposible negar los hechos. El cuerpo del delito, unas pancutras, estaba encima de la mesa. Señor, por razones de seguridad está prohibido cocinar en los bungalós.  Nos dijo con un tono amable, pero firme, el administrador del centro. Cuando llegamos no nos dijeron nada. Nosotros pensamos que la cocinilla eléctrica estaba para cocinar. Le respondió Víctor, haciéndose él tonto, con su horrible acento chileno, y, cometiendo de pasada más faltas de vocabulario y de gramática que de costumbre. Por favor señor, usted leyó el reglamento.   Le respondió el director, con un tono de voz que ya comenzaba a dar muestras de irritación. Mi marido entiende bien el idioma y se leyó todo el reglamento. ¿Que se ha creído usted?  Intervine yo, emputecida., pero cometiendo al hablar menos faltas de francés que el Víctor. Como el ambiente comenzaba a envenenarse, el director del centro saco, de un cartapacio, el famoso reglamento. Como habíamos entrado en rebelión, nos negamos a leerlo en su presencia. Finalmente, como de todos modos nuestra resistencia estaba condenada al fracaso, nos comprometimos a respetar todas las cláusulas del reglamento, sin ninguna excepción. No teníamos otra alternativa, el administrador del centro de vacaciones nos previno que al próximo incidente nos echaba en el acto. Tras esta escaramuza con la administración comenzamos a ir el restaurant. Respecto al grado de cocimiento de la carne; en realidad nos estábamos ahogando en un vaso de agua porque llegamos a un acuerdo con el personal de cocina. Nuestros bistecs adquirieron la consistencia de una suela de zapato. Tal como nosotros estábamos acostumbrados.  Me gustaría que me mandaras fotos tuyas y de tu familia.  Un abrazo.

 

 

Cuarta carta de Viviana (Santiago de Chile) a Dolores (Evry, Francia) 

Hola Dolores;
Como siempre me alegró recibir una carta tuya.  Por lo que me cuentas tu rutina laboral, es muy parecida a la que yo tengo. Me alegro de que hayas podido tomarte unas  vacaciones. Curioso este episodio de las pantrucas. Puesto que me hablas de tus vacaciones aprovecho para hablarte de las mías. Este verano Ignacio y yo nos fuimos a pasar unos días a Limache. A casa de tus tíos.  Juan no quiso ir. Algo que yo comprendí muy bien. Él es harina de otro costal. En casa de la familia de mi ex pololo podría haberse sentido incómodo. Me fui en bus. El pasaje me salía más barato que en tren. Yo siempre he vivido en Santiago, en medio del asfalto. Durante casi todo el viaje me fui admirando el paisaje.  Ignacio estaba igualmente muy contento con la aventura. Bueno, el verdadero campo comienza realmente a partir de Llay- Llay. ¡Qué nombre más raro! Estoy segura de que debe ser de origen indígena... Cuando llegamos a Limache don Artemio nos estaba esperado en el terminal de buses. Solo porque tu tía a esa hora tenía reunión en una asociación de señoras. Luis Alberto tampoco estaba por supuesto.  Tu debes estar al tanto que está de novio y ya tiene fecha fijada para casarse.  La verdad es que me encantó Limache.  El aire que se respira es mucho más puro que el de Santiago.  El día siguiente, después de tomar desayuno, me fui a dar un paseo. Tras atravesar un puente de madera, me fui caminando en medio de una alameda. Después de atravesar, en línea oblicua, un potrero sin cultivar, me topé con la compuerta de un canal de regadío. A partir de ahí me fui caminado por otro camino de tierra. A mi derecha este sendero estaba bordeado de eucaliptos. A mi izquierda de cultivos de tomates y de maíz.  No tardé mucho en llegar a Limachito. No sé por qué razón este sector de la ciudad tiene ese diminutivo. Las agujas de mi reloj pulsera indicaban mediodía. Como estaba lejos de la casa de tu tío, para volver tomé un bus bastante destartalado. No obstante, mis temores, de que se quedara en pana, este vehículo me llevo de vuelta a San Francisco de Limache. Durante mi estadía pude recorrer los dos pueblos. (Limache y San Francisco de Limache) fue un pasatiempo bastante agradable. En la plaza de armas de San Francisco de Limache hay una pérgola. Como estábamos en verano, al caer la tarde se instalaba una banda de música.  Algunas parejas se ponían a bailar.  Todas estas salidas me permitían aliviar algunas tensiones. Don Artemio y doña Rosa tenían sus ideas y yo las mías. No debo ser muy severa con ellos, sin embargo. Nuestra situación era complicada. Luis Alberto va a casarse con otra mujer. Recibiéndome en su casa don Artemio y doña Rosa podían tener problemas con la familia de la novia. Limache no está muy lejos de Viña del Mar.  Un día aproveche para ir a la playa con el Ignacio. La estación de ferrocarril está a solo dos cuadras de la casa de tu tío. Esta vez tome el tren.  En Viña del Mar nos fuimos a la playa de las Salinas.  Armados de un parasol y la imprescindible crema de protección solar. No me bañé mucho. El agua estaba súper fría. Arriesgaba una hipotermia si me quedaba más de diez minutos. Pienso que pasé unas excelentes vacaciones en todo caso. Como mi estadía coincidía fui con tus tíos al Festival del Huaso de Olmué.  Pese al nombre la mayoría de los asistentes eran de origen citadino. Tus tíos me explicaron que durante el verano Olmué se llenaba de viñamarinos. Estos preferirían dejarles su ciudad a los turistas. Las buenas cosas nunca son eternas.  Mi regreso a casa fue bastante problemático. Juan se ha puesto harto pesado últimamente. Mi mamá también está igual de pesada. Fíjate que esta señora ahora está “pololeando”. Hasta ahora no sé con quién. Su historia sentimental repercute, en todo caso, en nuestra vida familiar. Como ella no está nunca en la casa una vecina tiene que cuidarme al Ignacio por la tarde cuando sale del jardín infantil. Por suerte no me cobra nada. Bueno la próxima vez que te escriba te cuento más cosas.  Un abrazo y un beso.

 

 

Quinta carta de Dolores (Evry, Francia) a Viviana (Santiago de Chile)

¿Qué tal Viviana?,
Pasa el tiempo y tengo la impresión de que mis ilusiones, si alguna vez las tuve, se van yendo al precipicio. Probablemente deprimo. Debe ser porque ya estoy en la treintena. El otro día escudriñé mi rostro y vi que ya tenía algunas arrugas. Cuando me vine a este país yo no tenía idea que iba a hacer de mi vida. Aquí nunca he tenido mayor idea tampoco. Cierto, estos últimos años he sabido solucionar los problemas que la vida me presentaba, pero nunca he logrado hacer lo que realmente quiero. Trabajar como cajera en un supermercado no es para vanagloriarse demasiado. Aparte la fatiga física, psicológicamente es bastante extenuante. Demasiados clientes descargan sus nervios cuando pasan por la caja. La vida los trata mal, ellos se desquitan como pueden, es decir con la cajera. Me alegro de que hayas estado de vacaciones en Limache. Y puesto que me hablaste de campo te contare que Víctor se inscribió en una asociación de agricultores aficionados. Ahora le arrienda un huerto a la municipalidad. El terreno no es muy grande, pero aun así todos los fines de semana debe trabajarlo. En un huerto siempre hay cosas que hacer.  Hasta ahora hemos cultivado tomates, lechugas y calabacines. Como no podemos comernos toda la producción, regalamos una parte a la familia o a los amigos. Esta actividad le ha servido al Víctor de terapia. Laborar   la tierra le ha permitido reconciliarse con la idea del trabajo. Hace un tiempo le despidieron de su empresa de mala manera. Traumatizado por esta experiencia el caballero no quería volver a trabajar de nuevo. Y como si esto fuera poco, comenzó también a tener malas juntas. A menudo los fines de semana se quedaban afuera. Esta situación duró varios meses. Una amiga argentina me sopló la solución. Su marido durante un tiempo también se había tirado a vago y farrero. Su solución fue echarlo a la calle y punto. Basta con que le cambies la cerradura a la puerta, me dijo. Su marido alcanzó a durar una semana afuera..., mi amiga argentina había aplicado esta medida en pleno invierno.  A mí me tomó más tiempo porque estábamos en verano, el Víctor resistió un mes entero. La idea del huerto se le ocurrió después que volvió a la casa. Yo lo apoye de inmediato Yo no soy psicóloga, ni nada por el estilo, pero estimo que trabajar, sin pensar en el sueldo que se va a percibir, debe ser algo muy gratificador. Aunque nunca se lo voy a decir, en el fondo entiendo la actitud de Víctor. A mí ser cajera de supermercado me tiene harta, me gustaría cambiarme de trabajo.  Uno que me guste y que sea bien pagado. En mi familia mi mamá es la que tiene mejor pega. A mi papá esta situación le revienta bastante. Mi mamá corre con el setenta por ciento de los gastos de la casa. Cuando van a un restaurant ella paga la cuenta. Bueno, para que mi papá se consuele, de lo triste que se ha vuelto su vida, de vez en cuando le llevo una botella de vino chileno de regalo. Un pequeño lujo. Aquí el vino chileno hay que comprarlo en las tiendas de productos finos. Tú me dirás que no es buena cosa que yo le regale alcohol a mi padre. En una de esas lo estoy transformando en alcohólico… Bueno querida te dejo.  Un abrazo y un beso.

 

 

Quinta carta de Viviana (Limache, Chile) a Dolores (Evry, Francia)

Querida Dolores,
Por el remitente te habrás dado cuenta de que ahora ya no vivo en Santiago. Este último tiempo ha sido muy agitado para mí. Para empezar, mi mamá se fue a vivir con su pololo. Un día hizo sus maletas y se fue. Sin darme ningún tipo de explicaciones. Y sin siquiera dejarme una dirección donde poder ubicarla después. Al parecer por fin viene a conocer el gran amor de su vida. Eso la hace perder la cabeza. Me alegro mucho por ella, pero esas no son formas de proceder. Ahora yo no sé porque razón no quiere que conozca a su pareja. ¿Tan impresentable es? En una de esas este tipo es un delincuente de alto vuelo. Y a mí mamá este hecho le seduce, le fascina, le hace transportarse al cielo. Vaya una a saber... Que una madre y su hija se separen no tiene nada de extraño.  Se puede decir que es la ley de la vida.  Pero eso no es lo más grave que me ha ocurrido este último tiempo. Lo más grave para mi es que Juan también se fue de la casa. La persona responsable de su partida pude verla con mis propios ojos. Una rubia teñida harto ordinaria ¿Ahora porqué este cambio de domicilio?  Debes preguntarte tú. La pura y santa verdad es que no tuve valor para quedarme sola en Santiago. Así que acepté la proposición de tu tío Artemio, que entre tanto me había conseguido trabajo en una farmacia, arrendé la casa y me vine a vivir a Limache. Aunque tu tío pagó la mudanza no me traje muchos muebles, solo los indispensables. La casa donde vivo ahora es más chica, pero eso no me molesta. La farmacia donde trabajo está a tres cuadras de mi domicilio. Para ir no tengo necesidad de tomar micro, me voy a pie. La caminata es bastante agradable. Sobre todo, cuando el día esta bonito. Tu tía se encarga de cuidar a Ignacio cuando yo estoy en la pega. Don Artemio está feliz con esta situación. Se pasa tardes enteras jugando con el nieto. A tu primo Luis Alberto lo he visto una sola vez. Como se diplomó está postulando para un cargo en una empresa minera. En una de esas, tu primo aterriza en Chuquicamata...  ¿Quién sabe? Dolores voy a terminar mi carta porque tengo que irme a trabajar.  Un abrazo y un beso bien  fuerte.

 



 

 

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