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El sol comienza por casa:
Horóscopo de Sagitario (Editorial Bogavantes, 2018), de Gerardo Araneda Cristi

Por Ricardo Herrera Alarcón



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Algunas palabras que podrían resumir este libro: redención, tiempo, melancolía, calma, pero por sobre las demás, la palabra consuelo. Pero por sobre todas, la palabra lentitud.

No te apures, es lo que piensa el personaje que despierta al día de esta escritura. Haz lo que debas hacer, es lo que siente el sujeto que transita la calle de estos poemas. El verdadero milagro es existir, no todo es tan malo, juega con el azar que rompe lo rutinario: parte por creer en un orden que ningún Dios ha dictado, solo tú y tu porfía por recordar.

Se me viene a la mente otra palabra: ética.

Horóscopo de Sagitario es un libro que reflexiona sobre la conducta humana y nos propone una forma del despojo, del desenmascaramiento, de la precariedad de lo supuestamente trascendental, de la extirpación de la culpa: aquello que no sintonice con nosotros puede quedar perfectamente fuera de nuestra preocupación. También nos propone un espacio posible para caminar, un tránsito para llegar a un lugar donde nos espera un existir sin apremios. Por eso es común en muchos textos asumir los estados del alrededor para hacernos nosotros mismos el paisaje: echarse a llover, pasar de parcial a nublado, dejarse respirar, volar en volantines.

También una ética del recuerdo y la muerte. El poema “Martes” de la Séptima Semana, lo dice así: “Deje que su luz se apague/ como una estrella que nace para otro universo./ Esté triste, pero solo cuanto dura la tristeza,/ así como se pierde un amigo/ se gana una soledad que nos lo devuelve,/ una soledad que está llena de él,/ o de ella en este caso,/ una soledad que nos hace sentir menos solos/ porque, mal que mal, gracias a su partida/ usted es una estrella que nace para otro universo”.

Algo así es también la risa un poco triste que propone el libro, sobre todo porque al final (al envejecer el día o envejecer uno), es cada persona la que importa. Su lectura nos permitirá entender que los astros no son otros que soles, lunas, estrellas y seres humanos, tensionando el discurso apelativo del horóscopo y su lógica, mezcla de charlatanería y predicción, para transformarlo en textos donde lo que se quiere revelar es nuestra fragilidad como punto de partida para entendernos.

Pienso en cuanta poesía de este último tiempo se ha transformado en una búsqueda frenética por la novedad y el ruido, y como este libro de Gerardo apuesta por la belleza y el silencio, por una ética o épica del respirar. Pienso en cuanta poesía se hace escritura para escritores (sin pretender cuestionar por ello su legitimidad) y cómo este libro quiere, al contrario, ayudar a cruzar la calle a los transeúntes anónimos. Creo que no es casual que lo publique su autor a los 55 años y eso me hace recordar a otro poeta, Rubén Jacob, cuyo The Boston Evening Transcript comparte con este libro la preocupación por el paso del tiempo y el recuerdo como una niebla que humedece y vuelve un tanto brumosa la visión que tenemos sobre las cosas, como esas imágenes del paisaje que despierta luego de limpiar un vidrio empañado. Así también pide Gerardo que nos escuchemos y veamos, separándonos del personaje que nos hemos creado y que impide ser la luz que somos: eso recomienda en “Viernes” de la Cuarta Semana: “No se haga el triste// y denos la luz que lo devuelva a la luz que pertenece”.

Quizás el poema “Sábado” de la Segunda Semana resuma alguna idea central: asumir la existencia como un devenir gozoso, en el cual el placer está unido a la visión periférica de un sujeto que tiene algo de Buda citadino que sonríe cuando le preguntan por Dios, el futuro o el amor:

 

Sábado

Aproveche este sábado
que también es domingo
casi un octavo día de la semana.

Busque sus avejentados huesos
y siéntelos en un banco de plaza
donde se reúna todo el sol de la mañana
a leer el diario.

Quédese allí, quieto,
quietecito,
hasta que recuerde con detalles
cómo era y dónde vio la última lagartija.

No se apresure en nada,
verá que un quiltro
de esos que saben estimar,
se tiende a sus pies y resopla de flojera.

No pida más.

Quizás sea necesario explicar la estructura del libro: dividido en siete semanas, los poemas repiten los nombres de los días, desde el lunes al domingo. Esa estructura, creo, intenta reproducir el tedio de las horas, su irreversible devenir. Siete poemas entonces tendrán el nombre de Martes o Jueves, por ejemplo. 49 textos en total. Cualquier día puede ser cualquier otro en la escritura y la vida. En “Jueves” de la Séptima Semana, la última, nos dice: “No se impaciente, bien sabe que a un corazón triste/ lo borra la primera lluvia./ Mientras tanto, a la distancia vigile los silencios/ que le hablan de ella,/ y cuando el invierno se vaya de su rostro/ permítale a sus manos ser más que memoria./ Entre una piel y otra,/ la historia es solo un viento que aleja a los barcos de la orilla”.

El amor también como puro devenir, la vida como un soltar amarras y dejar que todo se aleje o se acerque, a merced del viento. Hogar y naufragio. Pero mucho más que la postulación de opuestos. Horóscopo de Sagitario propone una vuelta al silencio “como una nube que contempla al viento que se avecina”. Porque suponemos que la vida cotidiana tiene una cháchara que nos enferma, un pozo de lenguaje donde cacarean su estupidez toda clase de bichos y especies; sobrevivir allí unos días o semanas puede ser una épica mayor que la caballería, una montaña rusa que no se detiene, un barco pirata sin ron, en un mar seco. Para este tiempo, para esos días, la lectura de este libro se vuelve algo imprescindible.



 

 

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Horóscopo de Sagitario (Editorial Bogavantes, 2018), de Gerardo Araneda Cristi
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