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Multiforme publicación de Guido Arroyo
Cronista mezcla sin problemas la poesía, los completos y el cine
La poesía chilena no existe. Editorial Aparte, 2020, 178 páginas
Por Jazmín Lolas
Publicado en Las Últimas Noticias, 1 de septiembre de 2020
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Su cuarto cumpleaños es el primero del que Guido Arroyo tiene memoria, y de él recuerda, sobre todo, que el menú ofrecido a los invitados contemplaba, sin contar las bebidas, únicamente completos: el festejado les exigió a sus padres que ese tradicional sándwich, con sus múltiples variedades, fuera el protagonista de la celebración, según cuenta en "La necesidad de llenar vacíos", uno de los textos que componen su libro La poesía chilena no existe.
Recién publicado por Editorial Aparte, el volumen reúne artículos y pequeños ensayos escritos desde 2011 en adelante, muchos inéditos y otros ya presentados en conferencias o aparecidos en diarios y revistas o en libros a modo de prólogos o epílogos.
Autor de poemarios como Cerrado por derrumbe y Naturaleza muerta y coautor de la crónica Chacarillas. Los escogidos de Pinochet, Arroyo abarca en esta compilación un amplio repertorio de temas, entre ellos nuestra identidad culinaria —a través de su pasión por el completo, que desmenuza entregando antecedentes de sus orígenes como hot dog, su introducción en Chile, y su nombre e ingredientes en otros países latinoamericanos—, el cine, la política, la poesía y los poetas —especialmente Enrique Lihn y Gonzalo Millán—, el covid-19 y el oficio de editor: el escritor, de 34 años, fundó a los 19 el sello Alquimia.
"Crecí en una casa sin libros", relata el autor al comienzo del texto que abre la publicación. Nacido en Valdivia, hijo de profesores y pastores evangélicos, Arroyo recuerda su infancia "entre las bancas de la iglesia" y la abundancia de literatura religiosa en su hogar, a falta de la otra. En su casa había "biblias, muchas biblias, de diversos formatos: rústica, tapa dura y una bellísima que estaba recubierta de cuero sometido al arte de la marroquinería, es decir texturado".
El cronista, además, reflexiona en estos escritos acerca de su dentadura —que nunca ha sido blanca, según precisa—, al igual que sobre el punk ("la última manifestación artística que se ancla al vitalismo"), sus intentos fallidos por escribir un poema largo, el primer libro al que le dio forma en su vida —a los quince años— y la película que lo convirtió en cinéfilo: Palomita blanca, de Raúl Ruiz, que vio en Valdivia cuando cursaba octavo básico. "Era muy diferente a lo que nos habían enseñado como cine chileno. También era diferente al cine que veíamos en clase. Esas películas plagadas de efectos especiales donde el relato histórico pasaba a segundo plano".
Una de las diversas crónicas que el autor dedica a la poesía explica el título del volumen: "La poesía chilena no existe. Tampoco la poesía congolesa, adulta, vietnamita, adolescente, paraguaya o infantil. La escritura poética, desprendida de su rol fundacional y vuelta un organismo autónomo gracias a las vanguardias, es pura anormalidad creativa. Una marea que captura las enfermedades de una lengua. Utilizar un concepto etario o patrio para definir un tipo de poesía es un imperativo que solo les sirve a la despistada academia y a los editorzuelos, rubro donde milito".
Páginas transversales
Junto con la poesía, el ensayo es el género que con mayor frecuencia lee Guido Arroyo, a quien le atrae el espacio para la reflexión que hay en ese tipo de textos. "Me da un poco de pena que en Chile no tenga más desarrollo", comenta él, que en "La poesía chilena no existe" se propuso lograr un atractivo equilibrio entre las crónicas autobiográficas y aquellas que revisan la producción poética local y las categorías que dividen a sus exponentes. "Quise hacer un libro más transversal, alejarme del lenguaje académico", explica.