Pequeñas anotaciones cerca de Un momento propicio para el exilio
Marcelo Guajardo Thomas. Das Kapital, 2011
Gustavo Barrera Calderón
Santiago, diciembre de 2011
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Junto a Marcelo Guajardo comenzamos nuestros recorridos paralelos por el singular mundo de las publicaciones de libros de poesía el año 2001 con nuestros respectivos primeros libros auspiciados por Ediciones del Temple y luego, anduvimos por ahí rondando los mismos espacios literarios por los años de este comienzo de siglo milenio. Recuerdo a Marcelo muchas veces afligido por la poesía. Me costaba entender que habiendo tantas dificultades vitales ineludibles, alguien agregara la poesía a esa lista. Ahora, ya pasado el tiempo, comprendo la importancia de esa preocupación al apreciar los frutos que dejó en su escritura: la precisión y profundidad de sus versos y un oficio destacable. No cabe duda que para Marcelo Guajardo la poesía es asunto serio. No quiero decir con esto que exista en ella algo de solemne, nada estaría más alejado del carácter de su persona y de su escritura. Sus temáticas y formas son numerosas y vastas. Por momentos configura bestiarios en los que abundan los caballos, los marsupiales y las aves. Por momentos, narraciones de una entrometida tercera persona o diarios íntimos de personajes delirantes como el hombre elefante, el televidente que ve multiplicada su incertidumbre ante la multiplicación de Hernán Olguín en las pantallas o el parroquiano que es llevado más allá de los límites de la histeria por la danza de 37 mujeres calvas. Es una escritura que tiene la capacidad de ampliar los límites de la percepción y de vincular elementos divergentes que antes de ella no tenían una relación aparente. Es una escritura original. Indaga sobre los orígenes, tanto de la escritura como de la animalidad-humanidad, no evita el conflicto y no huye del absurdo que nace muchas veces de las contradicciones estructurales o desestructurantes que abundan en la sobrevalorada cultura nuestra.
Un momento propicio para el exilio permite recorrer toda la historia. La historia de la escritura de Marcelo Guajardo, la historia natural, la historia de los primitivos y los contemporáneos desde el cruce híbrido de sus fragmentos o la historia que imaginó una mente desorientada y colapsada por las incertidumbres. Estamos frente a una escritura de profundo psiquismo, que no se limita a retratar sino que genera en el roce de las materias existentes una sustancia nueva de alta pureza. En el fondo yace la piedra transfigurada. La materia jubilosa de la que estás hecha (Máfil). En mis categorías personales, califico este libro como un alimento psíquico indispensable.
La carne, los peces y el cosmos, afloran como los tres elementos claves que cohesionan los diferentes libros en uno, como si la fe perceptiva quisiera recomponer un Cristo. Destaco entre estos tres elementos la carne, que es todo aquello que se hace visible, tanto en la superficie como en el fondo, tanto en la idea como en la materia que esa idea sostiene.
Creo leer además en la sucesión de los diferentes libros que conforman este volumen, un traspaso gradual de lo extrovertido a lo introvertido, de lo excéntrico a lo concéntrico que tendría su bisagra o umbral en Víctor Sarmiento comprende el tedio. En este traspaso, los elementos exteriores referidos desde una posición de encierro o desde un limbo, abren paso al vértigo de las fuerzas vitales que vienen desde vastedades inabarcables para manifestarse en lo cotidiano. Como ejemplo de lo primero leo: Existe un abismo, el abismo de las tristísimas mujeres calvas/ Existe un cielo, el cielo de las tristísimas mujeres calvas. Como ejemplo de lo segundo leo: No había oscuridad mayor que en aquella boca cerrada de la Posada, aquel espacio donde las moscas tornaban alrededor del hule colgado de los dientes de la casa.
Dejaré hasta aquí este intento de presentación y quedaré en deuda, pues sobre cada uno de los libros desearía explayarme hasta el infinito que ellos mismos señalan a partir de la riqueza de sus imágenes.
Agradezco a Das Kapital por poner a disposición de todos, este libro abundante en poemas que desearía haber escrito yo. Lo agradezco en forma muy especial porque la obra poética de Marcelo Guajardo, se encontraba en su gran mayoría repartida en pequeñas ediciones, autoediciones y libros-objeto muy difíciles de encontrar y de las que yo sólo contaba con una fracción.