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STUNKE BROMUREN Y SU «GLUQUIST»
Por Guillermo Blanco
En revista "Amiga"
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Yo tengo tres amigos inteligentes. A lo mejor hay más, pero debo reconocer que estos son los únicos lo bastante francos como para decírselo a todo el mundo sin tapujos. No, en serio, y le dan detalles a uno, le cuentan anécdotas, le repiten sus mejores frases. Da gusto oírlos. Palabra.
... Por eso, cuando vi la película «Hundidos en el dulce barro amargo» («Gluquist», en sueco) y no entendí ni papa, lo primero que pensé fue en pedirles a los cerebros que me echaran una manito. Para ser preciso, no es que no entendiera ni papa, sino quizá lo contrario: parecía tan fácil, tan sin complicaciones el asunto...
... Voy mal. Empecemos desde el principio.
... «Hundidos, etcétera» se trata de una niña que camina, camina, camina, por unas calles bastante oscuras, sigue caminando, caminando, caminando, por unas lomas; camina, camina hasta llegar arriba, después camina, camina, camina de bajada, y luego camina, camina, camina, camina, camina por una playa que —para variar— es tan sombría como las calles, las lomas y la niña.
... O sea que es de noche.
... La caminata es lenta, tal vez para que la niña no se canse. Y termina con un encuentro: uno de esos jóvenes suecos, que nunca se sabe si tienen veinte o noventa años hasta que se enojan. El tipo se para delante de ella. La mira. Ella no quiere ser menos y lo mira. Al cuarto de hora de semblanteo, él murmura algo así como:
... —Brus un trun kiprandrun gofre un ugugug blist kodr tarnstum foka etornud ante.
... Y las letritas blancas traducen fielmente:
... —Es tarde.
... Ella se encoge de hombros. Diez minutos después se agacha y coge una flor bastante a mal traer. Pone una cara de dolor de estómago impresionante. El grita otra frase por el estilo de la anterior, pero ahora no hay letritas: parece que el traductor se quedó dormido, no seré yo quien se lo reproche.
... Vuelta a la caminata, ahora entre dos para que salga más aliviado. En un alto, una larga escena de lucha romana entre la pareja, más caras de estomatitis y otras dolencias gástricas y... ¿adivinan la sorpresa? Los tipos se ponen a andar. En eso aparece una vieja con una pinta de mala que ya la quisiera yo para integrar el reparto de las pesadillas de mi peor enemigo. Los tres se miran. Se remiran. Se recontramiran. La vieja gruñe algo, que tampoco sale en castellano.
... Cuando uno empieza a sospechar que se les acabaron las letritas, habla la chiquilla: otro supsugung, que significa:
... —Es temprano.
... Aquí, la pareja camina, camina, camina, camina, perdiéndose de vista, mientras la veterana toma una cuchara y se pone a revolver un guiso muy poco apetitoso.
... FIN.
... De buenas a primeras, yo habría dicho que la cosa era simple. Niña lateada, galán latero, paseo, encuentro con la fulana que les dice que no, que no es por ahí, y vuelta para donde es. Pero tres consideraciones me hicieron pensar que no era tan a huevo el asunto: a) la película parece tomada con cámara lenta, luego tiene que ser profunda; b) le dieron como setenta y dos premios en distintas partes del globo; y c) es del famoso director Stunke Bromuren, que lo más facilito con que se mete es la incomunicación del hombre contemporáneo.
... Recurrí, pues, a mis amigos.
... —Muy simple —me dijo Eupendatio—: la primera caminata es la búsqueda de la propia identidad en el medio urbano. La subida es el esfuerzo de superación de la mujer sola. La bajada, el inevitable choque con la realidad. La playa es el ansia de infinito, y fíjate: eso le da a la película un contenido teológico fabuloso. El resto... para qué te explico. Es obvio.
... Por si las moscas, consulté al segundo cráneo, Dragobaldo.
... —Clarísimo —sentenció—. El paseo por las calles es el peregrinaje frívolo de la muchacha. El segundo, su ascenso hacia el encuentro con la naturaleza, que después de altibajos se manifiesta en el hallazgo de la flor. La flor es el símbolo central aquí. Y la vieja representa el pasado, en contraste con una juventud que se realiza.
... Fui donde Tricófero. Si él se inclinaba por una de estas versiones, me quedaría con ella.
... —La muchacha es la alegría de vivir. El hombre, la responsabilidad social. La vieja, el ancestro. Y lo decisivo, naturalmente, es la olla en que los tres elementos se funden. ¿Entiendes?
... Dije que sí. Lo único que entendía era que la película tuviera setenta y dos premios a su haber. En el fondo, cada jurado había querido recompensar su propia interpretación de la lata. Y el director...
... Bien gracias. Buscando otro argumento de media carilla [1].
* * *
[1] En el original de revista Amiga, el final es el siguiente: «En el fondo, cada jurado había querido recompensar su propia interpretación de la lata. Y cuando Melania —que no fue conmigo a verla—, me preguntó de qué se trataba, le expliqué a mi vez:
... —De un director, con diez kilómetros de rollo y dos líneas de argumento».
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CHULETAS NERUDIANAS
Guillermo Blanco
En La Voz, 15 de enero de 1961
Pablo Neruda ha vuelto de Cuba enormemente impresionado. Como solo un poeta puede impresionarse. La revolución, dice, es algo magnífico, algo que hay que ver. Gente feliz, prosperidad, abundancia de alimentos, de ropa, de barbas... de balas [2].
... No voy a discutirle a Neruda. En primer lugar porque no me haría caso. En segundo lugar, porque la mayoría de la gente en Chile considera que no debe discutírsele a Neruda. Si alguien lo hace, dicen que es nada más que por llamar la atención, y lo motejan de retrógrado.
... No hay cosa más elegante que importarle a uno un comino el que Neruda sea comunista, admirar todo lo que sale de su boca o su pluma —sea o no poesía— y hacerse el desentendido con esos versos de «el pueblo lo llama Gabriel» [3], que no han reaparecido en ninguna de sus recopilaciones.
... Sí, pues, a nuestro poeta le gustó Cuba. Hombre que trabaja con la palabra y la ama, ha gozado allá como gozaría un agricultor costino en el trópico. Miles, millones de palabras, en exuberancia jamás vista, de alto vuelo, sin ataduras terrenas. El sueño dorado de un poeta.
... Ahora, Neruda nos dirá qué sucede en Cuba.
... No debemos esperar, por cierto, una versión periodística. Será algo diferente, lleno de la característica originalidad nerudiana. Algo —me atrevo a esperar— metafórico, encomiástico, antológico. Como aquella vez que nos explicaba a los colgados de los chilenos que la entrada de los rusos a Hungría en 1956 fue igualita a la llegada del Ejército Libertador a Chile. No convenció a muchos, pero ¿quién le negaría la originalidad?
... No le faltó más que pintarle «chuletas» a Nikita para que se pareciera a San Martín.
* * *
[2] A comienzos del 1961, Cuba y Estados Unidos rompieron formalmente relaciones diplomáticas, por lo que el tema era muy sensible.
[3] «El pueblo lo llama Gabriel», poema de Neruda escogido para la campaña del en ese entonces candidato presidencial del Partido Radical, Gabriel González Videla. Una vez electo, Videla dicta la Ley de Defensa de la Democracia y el poeta debió buscar un lugar donde esconder estas páginas.