De poeta borderline a pastor presbiteriano
(Entrevista a Gonzalo David, autor de Superhéroe)
Por Alejandra Contreras*
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Chillán, verano del 2009. Nos pagaron con cerveza y pizza por nuestros poemas violentos, desterrados al sur del mundo y asfixiados por la furia del abismo. Sonreímos y hablamos de la forma más rápida de suicidio, Dostoievski, Los Smiths y Caicedo. Gonzalo David, esa noche post-adolescente y borracho de las imágenes pop art del 13 Lunas. Nos miramos y sonreímos, nos besamos, pateamos bolsas de basura por las calles del grunge, gritamos con odio como sólo lo podrían hacer los futuros precursores de la nueva independencia de la poesía chilena en llamas. En ese entonces no pensamos que seríamos llamados hacia las naciones blancas de las que en fiebre poética balbuceaba aquel infante terrible. Necios y de corazón desfigurado, nos arrastramos lentamente hacia una luz admirable.
- ¿Cuál fue la génesis de tu poesía y cómo te impactó la literatura en tus primeros años?
- Empecé en el colegio, como a los 15 años. En clases no le ponía atención al profesor: mientras él exponía (como me sentaba cerca de los últimos puestos), yo garabateaba en las últimas hojas de los cuadernos. Escribía códigos, jeroglíficos. Mi banda sonora en ese momento era el disco rojo de Lucybell (que ahora es la peor banda de este país), y hasta cierto punto era una de mis mayores influencias, además de leer fielmente todos los fines de semana la mítica Zona de Contacto de El Mercurio.
- ¿Qué diferencia piensas que existe entre un poeta que crece leyendo a Serguei Esenin de uno que se desarrolla junto a una revista como la Zona de Contacto?
- La intertextualidad. Imagínate que en ese tiempo pasaba algo tremendo: ¡no existía Facebook ni Twitter! La Zona era EL magazine. Aunque no comulgaba con sus columnistas (como López o Fuguet), existía una complicidad súper fuerte con los lectores. Ahora no tengo tiempo para entretenerme en ese tipo de cosas, basta con prender la TV y te das cuenta de que Chile necesita un Superhéroe Sudamericano.
- ¿Cómo relacionas al Superhéroe caótico de tu libro, tomado de la serie de Smallville, con el anhelo de Salvación del hombre como criatura caída, tal como lo comenta Jonathan Muñoz?
- Hay una conexión súper directa, no sólo con el Superman de Smallville, sino con toda la mitología de los superhéroes. Le di vueltas al tema después de escribir el libro. Es evidente que existe un anhelo de “redención” en todas las personas, aunque se manifiesta de distintas maneras. Mientras escribía Superhéroe, me pasó algo súper heavy. Una amiga poeta me pidió que la ayudara, no sé de qué forma, pero quería que algo hiciera por ella, me decía que ya no aguantaba más con el eterno vacío de su corazón. Lo peor es que no pude hacer nada, yo también tenía ese vacío, y varios de mis amigos. Y no se trata de ser border o pendejo trancado. Estoy convencido de que todos tenemos esa carencia en mayor o menor grado y que buscamos cubrirla de una u otra forma (algunos conscientes y otros no). Por medio de una relación de pareja, del consumismo, del reconocimiento, etc.
- Gonzalo, te conocí en el período en que escribiste Superhéroe. Te veías muy border en ese entonces, y de seguro que eso influyó en el texto que ahora nos presentas. ¿Cuál fue la motivación principal que te llevó al estudio de Teología Presbiteriana y cómo es posible que subsistas en el medio literario?
- Claro. Al par de meses de que nos conocimos, mi vida llegó al hoyo más profundo en que podía estar. Ahí me di cuenta que había estado intentando buscar mi propósito por medio de la poesía, pero finalmente mi vida seguía siendo una mierda. Creo que la respuesta la encontré en la frase de Blaise Pascal: “en el corazón de todo ser humano existe un vacío con la exacta forma de Dios”. Comencé a leer la Biblia, pero con otra disposición. ¿Y sabes?, tuve esa sensación de haber encontrado algo que inconscientemente había estado buscando. Al poco tiempo sentí la vocación pastoral. Es curioso, cuando le cuento a mis amigos poetas o hablo con gente del medio literario sobre mis estudios de Teología y mi interés por ser pastor, siento un respeto muy profundo por parte de ellos. Es verdad, lo encuentran extraño, medio bizarro, pero les causa interés. Varios hasta lo encuentran bacán.
- Si es que entiendo bien, tuviste un encuentro cara a cara con Dios. Dime, ¿cómo es él? Por otro lado, ¿qué dices cuando la gente piensa que esa historia judeocristiana es alguna droga poderosa para consuelo de desesperados o sometimiento de las masas, como algunos intelectuales postulan?
- Así es, tuve un encuentro con Dios. No se me apareció en una visión ni me habló como una voz al oído. Él es espíritu, por lo tanto fue una conexión mucho mayor. Es imposible de explicar para los que no lo han vivido. Es una experiencia que te trastorna la vida, te la desarma por completo, pero que, al mismo tiempo, le da un rumbo y un sentido. La comparación de Dios con una droga es una caricatura. Yo no lo busqué para que solucionara mi vida, porque simplemente creía que no había absolutamente nada que pudiera arreglarla. ¿Sabes?, tengo amigos que eran cocainómanos o que tuvieron un revólver en la cabeza de otro tipo. Era cosa de jalar el gatillo y matarlo. Pero llegó un punto, el más extremo, en el que se encontraron tal como yo con este Dios de la Biblia, tan manoseado por los ateos y distorsionado por la religión, y sus vidas fueron transformadas radicalmente, cayeron rendidos ante ese hombre que por medio de un amor incomprensiblemente incondicional se dejó torturar y asesinar en lugar de nosotros.
- ¿Cómo se revela Dios en tu libro Superhéroe?
- De la primera a la última página. Estoy convencido de que se manifiesta en todas las esferas humanas, y las expresiones creativas no son la excepción. Superhéroe se trata de esa carencia que hay en todo hombre, esa búsqueda incesante de un propósito mayor. C.S. Lewis decía que “si encuentro en mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”.
- ¿Hacia dónde piensas que se encamina Superhéroe, en el contexto de la literatura nacional, y cómo aprecias el espectro poético actual en Chile?
- Leí una revista literaria donde le dieron una connotación diaspórica, como la provincia instalada en la ciudad. Aunque en Superhéroe sólo hay indicios, recién ahora toma esa dirección, por medio de un nuevo proyecto poético titulado Metrópolis y que espero tener listo a mediados del próximo año. Del actual panorama poético nacional no tengo mucho que decir. Algunos intentos relevantes, pero en general nada muy interesante. Lo mejorcito que he visto ha sido un par de libros inéditos de Felipe Ruiz y Tito Manfred.
- Si fuera posible que tuvieras una gran cena con ciertos escritores, vivos o muertos (al estilo Woody Allen), y tuvieras la oportunidad de conversar con ellos, ¿quiénes serían los escogidos y qué les dirías?
- Si fuese muerta, Sara Kane; le diría que felicite de mi parte a sus traductores argentinos. Si fuese viva, Gladys González; sólo le preguntaría cómo está.
- Concepción es la capital del Rock. Chillán, tierra de héroes y artistas. Santiago es Chile. ¿Qué vendría a ser San Fernando?
- San Fernando en algún momento fue la capital de las escrituras suicidas, de esas caminatas nocturnas buscando una botillería abierta, de los cabros fumando yerba los fines de semana en los andenes de la estación, del calor que no se resiste en el verano. Quizás sigue igual. La mayoría de mis amigos lo odian, no han dejado de arrastrarse como cicatrices por sus calles, pero ahora tengo la esperanza de que esta ciudad puede ser redimida.
- ¿Y quién vendría a ser el redentor, un mesías ciberpunk o algún símil?
- El único que puede redimir: Jesús.
- Gonzalo, si tuvieras en tus manos la Espada del Augurio de Leon-o (te recuerdo que “ve más allá de lo evidente"), ¿dónde o en quién concentrarías toda tu visión?
- Concentraría mi visión para saber si publicaré un libro que tengo (o parte) en el escritorio de mi netbook (lo escribí en un cuaderno y estoy transcribiéndolo). Es casi angustiante tener el texto terminado y no saber qué hacer con él. En este momento es impublicable. No sé, quizás de tan sublime la gente no está preparada para leerlo o es sólo una volada megalómana.
- ¿Qué película has visto tantas veces que casi sientes que el protagonista te habla y traspasa la pantalla como en La Rosa Púrpura del Cairo?
- El Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos. Asquerosamente buena. También he querido una estadía en la Clínica Lacuna. Ves a Clementine y se me viene a la cabeza "sólo por las malditas se da la vida" de Tito Manfred. Por ahí vi una entrevista que le hicieron a Héctor Hernández donde decía que la ternura era política, era un nuevo pacto, y quienes la encuentran patética son muy fascistas.
- Superhéroe termina sobre una carretera nocturna, de regreso a San Fernando. El proyecto escritural en el que estás ahora, Metrópolis, ¿dónde empieza?
- Empieza un fin de semana de Fiestas Patrias, también de noche, pero en Santiago.
- ¿Existe alguna nueva heroína maldita en Metrópolis, como lo fue Abril en Superhéroe?
- No, con Superhéroe desapareció. La magia de un personaje con esas características es que ya no se sabe más de él. Puede que termine amasando fortuna en una agencia de Ciudad Empresarial o como notera en Zoom Deportivo, qué se yo. Metrópolis, en cambio, parte en una festividad, es como el guión desechado por Hollywood de una película norteamericana para adolescentes. Si tuviera una heroína, seria la chica porrista de la prepa.
* Alejandra Contreras. Poeta. Becaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2008).