Un nazi en el sur
Spandau.
Gloria Dünkler. Ediciones Tácitas, Santiago, 2012. 57 páginas.
Por Juan Manuel Vial
La Tercera, 5 de Enero de 2013
ffffef
El primer libro que publicó Gloria Dünkler, Füchse von Llafenko (Tácitas, 2009), daba cuenta de una voz singular, la suya, que se abría paso por una temática llamativa, oscura, a ratos inquietante y en buen grado, desconocida: la situación de los alemanes en el sur de Chile al momento de la Segunda Guerra Mundial, sus adhesiones al nazismo y, paralelamente, sus relaciones con un entorno rudo, la naturaleza austral, y con una raza asentada, la de los mapuches. Destacaban, además, en la propuesta de Dünkler la fuerza para transmitir imágenes y la capacidad de construir un relato unitario, a través de alocuciones que si bien provienen de diferentes hablantes, están emparentadas entre sí dentro de un micromundo. El segundo libro de Dünkler, Spandau, tiene como protagonista encubierto no aparece con nombre y apellido, pero claramente es él- al criminal de guerra Walter Rauff, quien, como se sabe, terminó sus días en Chile tras conseguir un fallo favorable de la Corte Suprema que impidió su extradición a Alemania.
“Libré de los Juicios de Nuremberg / de Spandau la de muros largos y de algunos agentes / si de algo se me acusaba los crímenes habían prescrito. / El hijo se crió bien, con eso me conformaba. / Un pequeño terreno, unas cabezas de ganado / abrí un negocio y trabajé duro en ganar clientela. / Estaba en deuda con esta patria”. A principios de los 60, Rauff llegó a ser uno de los nazis más buscados del mundo, y entre su currículo siniestro figura el hecho de haber servido bajo las órdenes de Reinhard Heydrich, el hombre al que Himmler, el jefe máximo de las SS, le confió el aparato de contrainteligencia del brazo armado del nazismo. Rauff participó del exterminio de los enemigos de Alemania en los llamados “camiones de la muerte”, una antesala de las cámaras de gas en los campos de concentración. “Reclutaba a los infelices a empujones/ hacia los camiones de la muerte. Zapatero, torturador o Führer: en cualquier trabajo debía ser el mejor / y mi hijo no sabe descuerar una oveja -regañas”. Al llegar a Chile en 1958, Rauff se estableció en Punta Arenas y estuvo a cargo de una conservera de centollas. Después colaboró con la inteligencia militar de la dictadura. En sus poemas sin títulos, Dünkler le asigna un rol en la construcción del campo de prisioneros de isla Dawson: “El general que asumió el poder / le encargó su nuevo plan / un campo de trabajos forzados / en un remoto archipiélago”. También se le puede ver en algún rito desplegado en Colonia Dignidad: “Fuimos terribles en la lucha / capaces de forjar un nido, decapitar al disidente / nos prometieron el fuego eterno y marchamos por él. / ¿Te acuerdas Paulo allá en Villa Baviera? / Recuerdas Augusto esas veladas? / Marchas y cantos que nos hacían llorar”. Dünkler no sólo es capaz de entrar convincentemente a la mente de la abyección (“es un viejo malo del cuesco que repite ‘era mi trabajo’), sino que plantea una disputa entre Rauff y un supuesto hijo suyo que le agrega a Spandau una connotación tensa que es tan humana como siniestra. Los indios de su primer libro no están excluidos de Spandau, razón por la cual no hay ningún riesgo en afirmar que Gloria Dünkler está creando uno de los micromundos más llamativos de la poesía chilena contemporánea. Y talento para ello le sobra.