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LA GRAN INVOCACIÓN

Galo Ghigliotto




que los hombres bilaterales cuyos lados de frente son anochecidos como el negro original
y sus espaldas que irradian la luz de todos los soles del universo
avancen en formación
dando giros sobre sí mismos para disparar rayos fugaces
sobre los otros hombres bilaterales que son de piel blanca por frente
pero en la espalda
los gusanos caen con cada paso y la podredumbre se replica
por el tajo donde se asoman las tripas que babean
la inmundicia de todas las cañerías del mundo.

que seamos capaces de protegernos de quienes adoran la concupiscencia
por sobre todas las cosas
que nuestras pieles limpias permanezcan inmaculadas
en cada derrotero que sigamos
ya sea demasiado húmedo, demasiado estrecho o ardiendo en llamas
en espinas
estamos hechos para recorrer todos los caminos, sin temor a perdernos
porque siempre seremos forasteros en todas las tierras
y cuando nos apedreen, nos escupan o se mofen de nosotros sabremos
que la piedra habla el lenguaje del miedo
así que agacharemos la vista y nos haremos uno con nuestros ángeles demoníacos
y comeremos las viandas que sacamos de la mesa de la Unidad
mientras terminábamos de planificar el cielo, la tierra y todos los contenidos subatómicos
en la última cena de la primera noche
cuando aburridos de ser lo que éramos
bajamos montados en nuestros propios escupos a ser carne
para las espinas de nuestros hijos.

ahora que el camino llega a su fin y nos estamos reconociendo
saludándonos de la mano con lanzas de distintas épocas clavadas en la espalda
elevamos una plegaria por los que todavía no llegan,
y dispuestos a bailar sobre nosotros mismos
estamos esperando que suene la música de los que comen y hablan
con la boca llena y el alma vacía
hemos practicado los pasos
que son los de todos nuestros caminos
retorcidos juntos en una hebra genética, un cromosoma
que fuimos enredando con nuestras últimas manos espirituales
poco antes de decidirnos a volver por última vez a la tierra de los abusos
y en el punto en que deberíamos haber muerto se nos acabó la memoria
y nos quedamos estupefactos mirando una existencia que comenzaba a entrarnos por el ombligo
y a salirnos por toda la espalda
como si fuera un aroma
como si los vigías que llevamos incorporados hubiesen activado sus alarmas.

a muchos les pasará todavía esto
estamos escribiendo El Libro de Los Inmortales y cada día es la nueva página
de una novela que se escribe a sí misma, y se lee
por milenios de agua gastada sobre las piedras y cielos colgantes que son la memoria
de nuestros ancestros.

rogamos a nuestras constelaciones que nos protejan de los demonios.
aquellos que quieren la gloria coronando sus cabezas
apropiarse de nuestro trabajo y mercantilizarlo
en las avenidas por donde transitan los hombres
que no han sido capaces de despertarse del sueño, aún
y caminan ciegos creyendo que están despiertos
lengüeteando las pieles de sus demonios sin dientes que les dicen al oído
mi piel está dulce, mi piel está salada, yo me empapé de las páginas y mi poder es suficiente
pero nadie sabe, que el poder no existe, que el poder es una palabra
del tamaño de un poema que a la vez es un recuerdo
una gran invocación
de protegernos mutuamente mientras estamos escribiendo con los ojos
El Libro de Los Inmortales
el capítulo que habla de nosotros
que somos lo mismo que ustedes
todos una cría de esperanza acunada en un vellón luminoso
esperando que las serpientes permanezcan lejos de nuestro nido de rocas olímpicas
desde donde escupimos las letras,
las palabras
los caminos
que son las líneas
de este gran libro llamado

que los dioses hincados en ocho brazos, habitantes de los agujeros negros
construyan una malla infinitesimal que nos proteja hasta la puerta
que se ubica en los confines del universo, y nos espera
para al momento desaparecer
apenas nos convirtamos en ella.

 

 

 

 

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