"Aire Quemado", poesía de Gladys González (Edit. Calabaza del Diablo, 2009)
Aire Quemado
Por Gonzalo León
“Todas las ciudades son iguales”, es el verso que abre este libro de poesía de Gladys González, con el que de inmediato dialoga con Gran Avenida, su anterior entrega. Antes la poeta parecía sorprendida por haber descubierto la vida, la noche, los bares; hoy recorre el mismo camino pero de regreso y ya todo parece darle lo mismo.
Por algunas de sus páginas, sin ir más lejos, da la sensación de que estuviéramos ante una poeta vieja y casi jubilada: “He vivido en casas vacías / con el techo partido por la mitad / sin dinero / para comer / para lavar la ropa / y conseguir un trabajo”.
Podríamos incluso deducir aquí que estamos frente a una “vieja pobladora”, pero Gladys González es una poeta joven que ha destacado en su generación y este libro es su jubilación de esa otra vida que nos presentó en Gran Avenida. “Busco un lugar / dónde morir”, nos machaca y luego agrega: “Mi corazón / tiene setenta años / y ya no puede ser / una niña suicida”.
Aire quemado posee una voz flagelante, castigadora, que inquieta pero también empatiza. Hay pasajes en el que uno cree que la autora está muerta y que este libro es su testamento. Muchas voces jóvenes y otras no tanto abordan la poesía desde la indulgencia. Este no es el caso. De ahí su radicalidad.
“no te quiero muerta
no te quiero
tirada en la calle
con la ropa interior
en las rodillas
las medias rotas
alrededor de tu cuello
amarradas
a un alambrado público”