La ciudad de Gladys González
Por Diego Zúñiga
Revista Qué Pasa, 27 de Octubre de 2011
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Gladys González (30 años) publica Vidrio molido (La Calabaza del Diablo), en el que reúne las tres obras que ha publicado hasta la fecha: Gran Avenida (2004), Aire quemado (2009) y Hospicio (2011). De la calle, de la noche, de Santiago y de mujeres tristes hablan estos poemas.
-Después de leer tu poesía da la sensación que estás obsesionada con la ciudad.
-Me parece que la ciudad es un constructo que pasa más por lo emocional que por lo obsesivo. Una ciudad es un gran cascajo de vidas, lo interesante de eso es adentrarse y mimetizarse en espacios desconocidos y precarios; ahí está la riqueza de una ciudad, lo que permanece más allá de los cambios sociales, la modernidad y la tecnología.
-Si digo Gran Avenida, ¿en qué piensas?
-Pienso en poetas de barrio, mayores que yo, que vivían una vida bukowskiana entre bares clandestinos de Gran Avenida; pienso en las veladas que me tocó vivir con escritores que respeto y otros que ya no, y pienso que para hablar de poesía y excesos a jóvenes hay que tener precaución.
-¿Crees en la idea de que existe una literatura femenina?
-Creo que existe en cuanto hay una sensibilidad distinta, enorme e impetuosa. Pero es meramente una cuestión de clase social; hay una grave categorización. Si una mujer escribe un buen libro se mira con recelo, con desconfianza, se exige mucho más.
-En varios poemas el tema de mudarse está muy presente. ¿Cuál es la mudanza que más recuerdas?
-Mi mudanza a Valparaíso ha sido la más significativa. Encontré afecto, aceptación, pobreza y libertad. Ha sido la única mudanza real.
