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"Aire Quemado", poesía de Gladys González (Edit. Calabaza del Diablo, 2009)

Su escritura es un despertador

Por Fernanda Donoso
La Nación Lunes 11 de enero de 2010

 

En “La belleza de no pensar”, o en “Desconocidos de siempre”, Gladys González (1981) aparece en YouTube, en un recital chico de poetas chilenos con cara de preocupados, o en una cárcel de mujeres porque viene a cambiar el mundo: a taconear con botas rockeras sobre lugares punkies o marginales, sobre las calles de ciudades donde se respira el aire quemado de los basurales y los incendios y el smog.

Como una delicada personaja de cine, recita con seguridad: “Mi corazón / es una radiografía sin pulso / en la asistencia de socorro / mi corazón tiene setenta años / y ya no puede ser/ una niña suicida”.

Es un tono de escribir sobre noches pasadas en un paisaje tóxico. Ceniceros llenos, platos de comida que se quedaron para siempre sobre una mesa, desastres, ceniza.

“Hubo noches / en las que hacía barricadas / para que no me asesinara / con una cortadora de pasto / abriéndome lentamente / hubo noches / en las que me golpearon tanto / que caí al suelo / con un diente destrozado / y la cabeza rota / como una granada hirviendo / hubo noches sin dinero / sin cortes profundos”.

Pocas páginas, una portada sobre la que se para ella misma contra un fondo de graffitis y basura: “Aire quemado” resulta una proclama generacional, un manifiesto feminista, y una escritura política. Y mucho más que eso, porque aquí hay talento.

“Todas las ciudades son iguales. Todas las ciudades se queman al cruzar la frontera”, dice. Todo empezó con “Gran Avenida” (2004), que obtuvo mención honrosa de los Premios Municipales de Santiago, y ha sido incluida en antologías en Suecia, Colombia, Argentina y Chile.

Después, ella es la artífice de Conrimel, el Primer Encuentro Internacional de Mujeres Poetas del Cono Sur (Coquimbo, 2006).

Entre lecturas públicas y becas de escritura (Fundación Pablo Neruda, Fundación Gabriel & Mary Mustakis a Jóvenes Talentos) se plantea como una profesional.

Pero no es de esas profesionales de la poesía que hacen dormir a los incautos lectores. Su escritura es un despertador.

Es una llamada del infierno, y una denuncia: “No te quiero muerta / no te quiero tirada en la calle / con la ropa interior / en las rodillas”, es decir cosas urgentes, que no se dicen lo suficiente, que no pueden estar pasando.

O que pueden leerse distinto depende de dónde caigan las fichas de un juego inquietante: “La película da vueltas / una y otra vez / en una habitación / en la que se prenden / y apagan las luces / una y otra vez”. Imperdible.

 

 

 

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Su escritura es un despertador.
"Aire Quemado", poesía de Gladys González (Edit. Calabaza del Diablo, 2009).
Por Fernanda Donoso.
La Nación Lunes 11 de enero de 2010