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"Con
rimel", Encuentro Internacional de Mujeres Poetas del Cono Sur
Octubre:
Encuentro de Poetas
Por
Lila Calderón
Coquimbo fue el lugar
elegido como destino de un singular encuentro poético, para mujeres de
palabras agudas y ojos bien abiertos. "Con rimel", el Encuentro
Internacional de Mujeres Poetas del Cono Sur, se realizó entre los
días 5 y 7 de octubre de 2006, en la ciudad de Coquimbo, IV región.
Su objetivo era exponer la propuesta escritural de poetas chilenas y argentinas,
que son consideradas representativas dentro de sus países en el escenario
de las letras. El llamado era también una instancia en la cual plantear
una reflexión acerca de las preocupaciones, temáticas, nuevas formas
de escritura y las características de estos discursos, entre otras problemáticas,
que de modo general diesen cuenta del estado de la poesía femenina en la
actualidad.
Lila
Calderón
Desde Argentina concurrieron a la cita
las poetas: Marina Alessio, Gabriela Bejerman, Romina Freschi, Anahí Mallol,
María Mariasch, Claudia Masin, María Medrano, Cecilia Pavón.
Las chilenas convocadas fueron: Soledad Fariña, Graciela Huinao, Fanny
Campos, Rosario Concha, Damsi Figueroa, Karen Toro, Marcela Saldaño, Malú
Uriola, Eugenia Prado, Verónica Quense, Nadia (Campos) Prado, Alicia Salinas,
Priscila Cajales, Gladys González y Lila Calderón, entre otras figuras
de la Región. Y como invitadas especiales las poetas Marcia Mogro de Bolivia
y Angélica Freitas de Brasil.
De manera extraoficial fueron incluidos
también en este encuentro, algunos jóvenes poetas como: Héctor
Hernández, Benjamín León, Pablo Paredes, Víctor Hugo
Díaz y Enrique Winter, invitados especiales que permitían proponer
un espacio de integración a la otra voz. Cabe señalar que no todas
las invitadas asistieron a la cita, por lo que mencionaremos sólo a las
que presentaron sus textos en la Casa de la Cultura de Coquimbo, sitio oficial
del Encuentro.
A la hora de destacar, clasificar, definir o nombrar las
preocupaciones temáticas más recurrentes surge el primer problema.
Existe diversidad de tonos y motivos, voces y matices. Conozco gran parte de la
obra poética de la generación anterior ya reconocida; pero me causó
un secreto placer oír tanta audacia y fuerza en las voces nuevas, todas
muy interesantes, como en el caso de la chilena Karen Toro (1980), y el poema
3 de su libro "El silencio crece en el jardín" :
¿Sabías que ayer se abrió la temporada
de caza?
por eso vamos a soltar los perros
para que vayan a rastrear tus
olores
tus zumbidos.
Yo por mi parte,
con paciencia,
me tenderé
al sol
esperando que mis perros
regresen con vida.
En
otra línea de intensidad semejante, Damsi Figueroa (1976), revisita el
paisaje mitológico con un matiz crepuscular en su poema "Apocalipsis
del motivo":
Toda
la fauna reflejada en una fuente
La bestia con los cuernos rotos
La bífida
descamada
Semen sobre las plumas del cisne
Sobre su cuello blanco y su
pico sepultado
Semen sobre su ala rota
Se
desgranan las pupilas del cordero
Las vértebras del cisne, como frutos
maduros en la fuente
Y tú, que sólo
imitas el dolor del siervo herido,
Nada puedes hacer para lavar la sangre
de mis ojos.
(Tu lengua está limpia)
Nada puedes hacer para que
tu canto arda.
Especial interés
despertó la poeta mapuche Graciela Huinao (1956), en una lectura bilingue
mapudungun-español, que con un cariz de rescate identitario, recuperó
la voz de los ancestros, puso en escena las raíces de una poesía
vinculada a la oralidad y la vibración musical de la palabra, en su relación
integral con la naturaleza. Así vivimos la experiencia con su poema "Los
gansos dicen adiós".
El humor en todas sus tonalidades estuvo
presente en los textos, pero el dolor sin disfraces también dejó
caer las vendas y la piel, palabra a palabra. La poeta María Medrano (1971),
de Argentina, desplegó, en un juego que en un principio aparecía
como un monólogo ingenuo, ingredientes cada vez más cercanos al
desconcierto, a través de una hablante que expresa su aflicción
-casi banal- en la escena claustrofóbica del poema "Lima de carey":
abro y cierro el cierre de mi bolsito manicure
y vuelve
a llamar ella
reclamándome la lima de mango de carey.
jamás
se la voy a dar no por la lima
sino por la historia sentimental
por tantas
lágrimas que hicieron
barro con el polvillo de mis uñas
apretando
el carey, para evitar otra lágrima
y mirar
fijamente la uña
limada, para no demostrarle que estoy llorando.
ella sabe.
por eso llama
y la reclama.
ella quiere esa lima
ella quiere mi lima.
ella quiere
que yo deje de mirar su mango
de carey
ella quiere que la mire a ella
pero no la voy a mirar. esa lima de mierda, me dice ella
esa lima de mierda
no vale nada.
yo sé.
yo sé.
no le voy a dar esa lima
de mierda
a esa que era mi
amiga
y que ahora me llama
reclamándome
esa lima de mierda de mango de
carey
que no vale ni tres pesos
y que
es mía
porque ella me la regaló
porque ella la compró
para mí.
para mi cumpleaños
ella no tiene idea de lo que
es
cumplir 23!
Ahora me voy corriendo
a publicar este poema en la
revista de
moda
para que todas mis amigas
sepan que ella me reclama
la lima
de carey.
En un
escenario de violencia coreográfica, que atrae por los destellos y luminosidades
que encienden las imágenes de una acción delicadamente destructora,
en "New York City Subway", Anahí Mallol (1968), de Argentina,
expresa:
Pestañas
postizas
de azul metalizado.
En los labios
brillitos de chivréal
tono.
Y plumas,
muchas plumas.
Hombre
vestido de azul oculto
por el taco
aguja
de sandalia
(cherchez la femme)
pies desnudos
lucientes
de uñas
azules
metalizadas
(dans la nuit)
delicada flor azul
soñada por Novalis
-he´s a queen
really
a queen
la femme
bleu dans la nuit-
camina
como si nunca se hubiera
sorprendido
de nada.
Hay tensión en el aire.
Las cosas
la gente comienzan a moverse.
Un frágil equilibrio
un mundo
donde la vida
sólo puede
provenir de la muerte.
Tres veces
disparó.
No vi a la chica
pero vi que gritaba.
Un
texto que se abre a una dramática escena, donde todo ocurre casi cinematográficamente
y el telón desaparece para dejar ver la crudeza de la secuencia, en plena
vía pública, en plena vida pública. Anahí Mallol,
poeta y crítica, escribió acerca del trabajo escritural de sus congéneres,
en "Mujeres que buscan, cambian, se divierten: poetas argentinas": "Ahora,
que conviven con el lápiz Revlon, que juegan con las figuritas de Sarah
Key, que crecieron acunados/as por modelos-muñecas anoréxicas, y
son tan gordos que deben inventarse consuelos, ahora el maquillaje, las muñecas,
la tele, el sexo, la madre (desdramatizados, visto con serenidad y distancia su
espesor trágico que así se adelgaza, se vuelve cómico o se
asume como una máscara o disfraz para el juego y la experimentación)
están ahí, diciendo, y sin querer decir más que lo que dicen:
de esto, de esta mezcla de discursos, estamos hechos".
A la hora de
establecer paralelos y trazar diferencias o semejanzas, entre quienes escriben
con vista al Pacífico y quienes lo hacen de cara al Atlántico, no
se encuentran aristas radicales para tomar en cuenta. Quizás habría
que ampliar el espectro, ya que, después de todo se trata de un grupo pequeño.
Pero, ya el hecho de poseer un lenguaje expresivo en común -la poesía-,
sugerirá en los textos preocupaciones comunes para dar cuenta del espacio
que se habita, recorrer el laberinto y descubrir sus salidas, si las hay, encender
el fuego, dar la voz de alerta, detener la sangre, emitir el grito, saludar la
vida, cuidar las semillas, lavar las heridas, entre otras acciones compartidas
también por millares de mujeres, que en el curso de la historia, recolectaron
la miel o pintaron bisontes, sin haber puesto una firma que permitiera definir
la identidad, el género, o un nombre travestido.
La crítica
Patricia Espinosa dice en "Panorama
de la poesía chilena de mujeres: 1980-2006", que nota una
presencia constante del cuerpo agredido y sensibilizado, que se expresa en la
escritura a través de la experimentación y el riesgo. También
considera a la ciudad asumiendo el rol de personaje y a veces cómplice
en el tránsito por los márgenes donde se afirma este gesto de resistencia,
asistimos -dice Patricia Espinosa-, "cada vez más a los cruces de
la poesía con géneros como el testimonio, la crónica, el
diario".
Y para cerrar con poesía, Marcia Mogro, de Bolivia,
con un texto de su libro "Lacrimosa" de 1988:
azul
mirada cielo plateado
tiembla
con el corazón vacío
replegado
bajo un clima delirante
de barbarie y destrucción
evoca (como en
un sueño)
el desplazamiento de las mareas
de sorprendente e implacable
factura
(piensa en la piedad
inmaculada
absorta en la melancolía)
al borde
sostenido apenas ante la hondura
amplía la memoria
que se ilumina
invadida por la imagen lenta, fuerte y poderosa
de nuestros
cuerpos contemplando
el humo de un barco distante
en tiempos de invierno
y mar brava
(lacrimosa
alarga su mano en la oscuridad
sólo
para estar segura que estás ahí).
Cabe
destacar el inmenso esfuerzo de Gladys González en la organización
de este Encuentro, ya que instancias como éstas son las que permiten ampliar
fronteras, concertar voces diversas y por sobre todo difundir la poesía.