Proyecto Patrimonio - 2006 | index | Gladys González | Autores |

 




Nueva territorialización en "Paraíso"

de Gladys González

Jacinta Arthur / José Bazzurro / Pía Gutiérrez / Javiera Ibarra


Gladys González pertenece a la más reciente generación de poetas chilenos. Nacida en 1981, ha publicado Relamidos (2001) en coautoría con Diego Ramírez, Papelitos (2003) y Gran Avenida (2005). Criada bajo la dictadura militar en una tierra de nadie, su poesía trabaja la sencillez del habitar la urbe, donde el espacio se configura en torno a un Yo experimental que recrea los lugares habitados desde la intimidad.

Este escrito tiene como finalidad analizar un fragmento de su último trabajo por medio del poema "Paraíso". Se pretende hacer dialogar la escritura con el contexto cultural que la rodea, creando o recreando así una lectura propia de las propuestas estéticas de la autora.

El título del poemario no es menos importante. La Gran Avenida como una arteria principal en donde el adjetivo resalta el carácter central del hilo metropolitano. A la vez, calle del sector periférico, de las comunas del sur de Santiago, inundada en invierno y despoblada de vegetación en verano, rotulada en 41 paraderos, algunos de ellos emblemáticos. El título ofrece una doble entrada, hablar de la urbe como generalidad y de un sector de ésta en particular, apelar al conocimiento del lector, a la complicidad de la expectativa.

Se ha escogido el poema "Paraíso" pues se considera representativo de las construcciones poéticas de González. La experiencia de un individuo que se identifica con un colectivo: en el verso "Veo la pobreza de mi barrio"(1) hay una identificación con un sector de la sociedad, con una sub-cultura de lo under, de aquello que no acepta el sistema en su estatura pero que usa sus elementos para criticarlo y reconfigurar nuevos círculos.

La fragmentación de las imágenes, la multiplicidad de discursos parece una característica fundamental en esta autora. La estructura de "Paraíso" se delinea en la necesidad de separar citas de diferentes registros y voces, y es así cómo las estrofas adoptan una extensión indeterminada, ya que designan unidades de superposición. La disposición de éstas en la página dan pie para la interacción con el lector, los vacíos de espacio en blanco deben ser llenados. Si bien parece una poesía sencilla, las relaciones que se hacen con la cultura plantean la existencia de un lector iniciado, inquieto, que asuma el desafío de la lectura en un mundo de información instantánea, intercomunicado y saturado.

La multiculturalidad también aparece superpuesta, como una seguidilla de imágenes que esta poesía nos propone; el mundo oriental y occidental, dicotomía establecida por el discurso hegemónico, se mezclan. De este modo vemos aparecer alusiones a los haikus, o el deseo de vacío que se propone en la saturación entrelazados con las alusiones a la cultura pop y al mundo transexual. Si pensamos estas superposiciones desde el eje de la temporalidad y la espacialidad, es posible decir que la escritura anula un orden lógico, algo similar ala propuesta de los topoemas de Octavio Paz.

El espacio se mezcla, no existe unidad. Se une Valparaíso y la Capital, con Argentina en la voz de Marina Mariasch. La periferia y el centro desde el título del poemario. La derecha, izquierda y centro de la página son escogidos para iniciar la sangría de las estrofas. El espacio se multiplica hasta el punto de anularse, aceptando identificación con un lugar indefinido pero de cierto modo conocido. El tiempo se conoce como un continuo; si no hay lógica para el continuo, si se altera el orden de lectura manteniendo las imágenes, si se propone que todo ocurre al mismo tiempo, entonces éste deja de existir al menos en su condición lineal. Se propone entonces una poesía instantánea que existe en el ahora, actualizada en cada palabra por el lector.

Por otra parte, en la poesía de Gladys González el cuerpo se instala como lugar en que se inscribe la cultura (Butler, 14). Esto producirá, finalmente, una nueva territorialización.

Dicho esto, se leerá el poema "Paraíso" en torno a tres ejes principales:
- La manera en que la reterritorialización de la escritura presenta una reivindicación poética de la realidad urbana (lugares como Gran Avenida, cerro Barón de Valparaíso) en donde la Modernidad hace crisis, sin necesariamente inscribirse como sitios de marginalidad.

- El espacio propuesto para la cultura letrada -el sitio de la escritura- realizado mediante un proceso identitario de diferenciación (literatura pop; John Milton, Raúl Zurita, etc), y de identificación (Marina Mariasch, Bob Dylan).

- Conflicto de identidad sexual, nueva expansión de la territorialización, en tanto se propone la lindante posición de la mujer y el hombre, con el travesti como ente mediador.

"Paraíso" se posiciona como un poema en cuanto asienta su propósito de reivindicación de una realidad social, de carácter urbano, en donde el capitalismo, la globalización, el proyecto de modernidad mal acabado, han tejido una configuración tal, que han logrado desterritorializar al sujeto de su lugar, romper su conexión directa y natural con su entorno. Esto se ve en cuanto a la falta de poesía en su escenario asfaltado, comercial, ruidoso en su vía de tránsito. Evidentemente en tales sectores, las políticas de urbanización rara vez consideran las políticas estéticas, o siquiera las ambientales. De tal manera, en el poema se intenta validar, contrariamente al canon literario o la "literatura afectadita-pop", al espacio de la Gran Avenida, "la parte industrial". Lugares en donde resulta necesario en tanto su poderosa realidad, la inclusión en la poesía, puesto que tal gesto indica una reterritorialización, acuñando a Deleuze (Cicero Poo, 1), del sujeto hacia su lugar, implica una identidad que necesita expresarse para denunciar su degradada posición en el proyecto democrático, que no es sino el mismo lugar en donde le toca habitar.

De tal manera, usando las isotopías semánticas de Rastier, es posible articular a lo largo del poema (analizado más temáticamente que en atención a su devenir estrófico) los rasgos principales de este lugar que se busca reterritorializar, es decir, crear culturalmente "ciertas relocaciones territoriales relativas, parciales, de las viejas y nuevas producciones simbólicas" (Hosokawa, 1).

El eje isotópico radica justamente en instalar un topo localizable, geográfica y culturalmente, se define en términos claves como "Aquí no hay glamour / ni bares franceses para escritores" () de los cuales resulta esencial rescatar el "Aquí no", en conexión con la tercera estrofa "esto no es el paraíso". De este modo, el lugar se define en cuanto diferente de otro: el glamour, la alta intelectualidad, el paraíso, la urbe cabalmente desarrollada -sector alto de la capital-, el cerro San Cristóbal. Este lugar se define a sí mismo en los siguientes términos: rotiserías, cabezas de cerdo, zapatos de segunda, cajas de clavos, alambres y sierras, guerras entre carnicerías vecinas y asados pobres; todos los cuales conforman un eje isotópico-semántico de lo funcional -herramientas-, y de las necesidades básicas de la vida: comida y ropa. Isotopía sintetizable críticamente en el carácter premoderno, rudimentario, de los sectores menos favorecidos -mas no al grado de marginalidad- por el proyecto social.

El lugar continúa su construcción en la precariedad, y dependencia: "Una pensión en Valparaíso / una cama / una mesa y dos sillas/ ", que no es sino lo necesario para subsistir. Luego la isotopía sentencia su propuesta en las estrofas 15 y 16: "Veo la pobreza de mi barrio / las calles inundadas / llenas de barquitos de papel / que los niños recortan". Se actualiza por lo tanto la pobreza, la precariedad de una "Gran Avenida que cuando se inunda por las lluvias, los escolares empiezan, en masa, a hacer barquitos, y hay carnicerías que, como están frente a frente, disfrazan a sus empleados de pollo o vaca para competir" (Lolas, 1).

Ahora, a su vez, esta instauración de un territorio en el mapa que puede ser el poema, se enraíza con una postura identitaria acerca del quehacer poético -esbozos de una poética-, diferenciado de las frivolidades del escritor en cuanto pose social, ganada por la fama, el glamour, el reconocimiento. De allí la cita a Marina Mariasch: "La parte afectadita / literario-pop es la que menos / me gusta. Me gusta / la parte industrial, hit trolo es decir: femenino."

Este uso del hipograma, en el nivel más básico de la intertextualidad como es la cita directa, configura esta segunda isotopía: el lugar de la literatura: "Tengo a John Milton / sobre la taza del baño" "Me dice que escribía en boletas / y papelitos de cigarros". De esta manera, se configura el quehacer artístico inscrito en la cotidianeidad, y en la necesidad de expresión de un poeta que no busca ser un cartógrafo social, con su lápiz y papel, sino escribir su identidad allí, en los productos mismos, artículos de primera mano que lo acompañan en su recorrido urbano.

Como reterritorialización de un territorio no poetizado, en cuanto exento de glamour o desarrollo urbano, el poema postula su diferencia -vía hipogramas- a John Milton, Raúl Zurita, a "la parte literario-pop" (que Marina Mariasch atribuye entre otros a Bioy Cásares y Julio Cortázar). Tales nexos, en especial la cita a John Milton, -cuyo modelo es el título del poema- se justifican en cuanto existe una "modernidad inconclusa que se vale de [que] la utilización de las fuentes de la tradición es solo válida si se la lleva a cabo de una forma distanciada, irónica, subversiva" (Hosokawa, 1). De tal manera, el territorio que nos propone el poema, no es ni el paraíso católico o el de Milton, ni el anteparaíso de Zurita (en donde resaltan aún los rasgos ideológicos de las utopías), ni tampoco, podríamos agregar, aquel nostálgico "Bello Barrio" de Mauricio Redolés, trabajado en base al pasado demolido por la dictadura. Al contrario, el territorio que se busca inscribir al poema, y viceversa, corresponde al presente de los sectores de una urbe "mal modernizada", desde una óptica posmoderna en el sentido de no postular ningún macrosistema ideológico. El postulado es que aún existe la poesía, entendida en cuanto belleza -en su versión Baudeleriana-, devenir emocional, realidad social: "Veo la pobreza de mi barrio / barquitos de papel / naufragando como lucecitas / en el barro". Tal afán reivindicatorio nace de sentir, en palabras de la autora, que "El paradero 25 de Gran Avenida es mucho más real que un café donde la gente va a posar" (Lolas, 1)

Bajo este planteamiento se leen los siguientes versos "Me dice que ella es su crisantemo / y le recita haikus / en el cerro San Cristóbal" "Él recoge las mejores cartas / y las guarda en su libro de budismo / recitando mal a Girondo" "Mientras ella / se aleja / con sus senos de magnolia / volando / sobre la ciudad", como una actualización de la isotopía ya establecida de diferenciación con lo literario-pop. Constituyen, por lo tanto, los elementos cartas, budismo, Girondo, senos de magnolia, volando sobre la ciudad, haikus, una forma isotópica de ironizar ante la poeticidad en lugares -cerro san Cristóbal-, y sujetos ya imbuidos por la sensibilidad literario-pop, en donde el género femenino es resumible en una flor, siendo sus senos de magnolia y con la capacidad de volar por sobre la ciudad (mientras abajo, en la Gran Avenida, la gente toma micros). La ironía concreta su distanciamiento, en la siguiente estrofa

Se quema se quema
La artista la joven
En un ascensor de Valparaíso
Está mordiendo Mariposas
Está mordiendo 177 metros de Mariposas
De la compañía nacional de ascensores

Se presenta un decaimiento de la figura del artista, la joven, que intentó salir volando del cerro San Cristóbal, y terminó bajando por un ascensor de Valparaíso, lugar desde donde se evidencia el afán por contrariar la belleza estereotípica de lo literario, puesto que ningún haiku propone morder a las Mariposas, y el budismo no explica en qué medida la sociedad industrial constituye al sujeto, el cual tiene que morder "177 metros de Mariposas / de la compañía nacional de ascensores", es decir, tiene que relacionarse íntimamente con el territorio "en vías de desarrollo". Finalmente, la artista la joven, se quema, no asume el compromiso terrenal, y no llega a la siguiente estrofa a ver la pobreza del barrio.

Por otro lado, en cuanto al tercer foco de análisis, la territorialización de la que se ha venido hablando hasta ahora, se amplía para posarse en el plano sexo-genérico, mapa nebuloso que dibuja una (re)territorialización subversiva en tanto el cuerpo se instala como lugar en que se inscribe la cultura. El género forma parte inicial de la propuesta estética, ya que es de ese modo como se evidencia el cuerpo, como un territorio en que se inscriben las marcas de la desolación: "me tatúo las costillas / por si acaso un día te saco de adentro". Se teatraliza en el género a partir de una serie de exclusiones y negaciones, que significan ausencia, de este modo lo homo o transexual se evidencia como la concretización del tabú, la evidencia de lo no dicho, es decir como "el momento generativo de la identidad de género, las prohibiciones que producen identidad a lo largo de las grillas culturalmente inteligibles de una idealizada y coercitiva heterosexualidad" (Butler, 142).

Es así como la práctica de la sexualidad que escapa de lo normado, realza el soporte del cuerpo, ya que la desorganización y disgregación del campo de los cuerpos quiebra la ficción reguladora de la coherencia, esto puede ocurrir tanto en el ámbito hetero u homosexual:

"quiero desnudarte
y hacerte beber mi orina
en tu vaso de ron con coca-cola"
Me dice que ella es su muerte
y que no quiere morir todavía
porque la muerte
es mujer fatal

Estos versos de "Paraíso" establecen un diálogo metafórico evidente con la noción batailleana de la sexualidad, en la que eros deslindaría o bien se fundiría con la muerte. Georges Bataille(2) propone el erotismo como una estrecha relación entre sexualidad y muerte y, para fundamentar este planteamiento, se remite al significado semántico que se emplea para designar diversos aspectos del acto sexual, llegando a afirmar que estas expresiones siempre aluden a la muerte y a la posibilidad inherente al cuerpo de desaparecer. Por otra parte, y con el mismo propósito, liga íntimamente el placer con el horror:

Y, puesto que en la muerte, al mismo tiempo que nos es dado, el ser nos es retirado, debemos buscarlo en el sentimiento de la muerte, en esos momentos intolerables en que nos parece que morimos, porque el ser ya no está en nosotros más que por exceso, cuando la plenitud del horror y del placer coinciden (Bataille, 28).

La sexualidad, sin lugar a dudas, es algo histórico; cada cultura y época vive su propia sexualidad. Si lo anterior ha de tenerse en cuenta, la postura de Georges Bataille resulta bastante osada, ya que en los años en que fue planteada, la sexualidad estaba íntimamente ligada a la reproducción y, por tanto, más cercana a la vida que a la muerte. Una lectura contemporánea de la misma, en cambio, se vuelve bastante más coincidente; en la época posmoderna, la sexualidad se vive, por decirlo de algún modo, de manera plástica -el preservativo es el más fiel exponente de esta idea-, su relación con la reproducción es, en muchos casos, secundaria y, por otra parte, cabe destacar el destape y profusión del sida, enfermedad que hace evidente la visión de Bataille acerca del erotismo por la estrecha proximidad entre sexo y muerte.

Batra la lengua
encima de una lavadora
Batra la lengua
como maniquí cae ella
Batra la lengua
como maniquí ama ella
Batra la lengua
como maniquí la aman a ella

Según plantea Judith Butler, el cuerpo travestido es un objeto en palimpsesto, una superficie en la que una serie de borramientos sucesivos ha dejado la marca de una posesión (Amícola, 84). Algo muy similar ocurre en estos versos de "Paraíso", donde la reiteración de "batra la lengua" se constituye como una isotopía(3) fónica que alude a la idea de la imposibilidad del lenguaje a la hora de verbalizar la sexualidad puesto que la lengua se traba en el intento. Resulta importante detenerse en este aspecto puesto que la reiteración de "brata la lengua" estaría significando, al igual que el cuerpo travestido, una serie de borramientos sucesivos; pareciera ser que la autora, al hacer explícito el hecho de que se le traba la lengua -no debe olvidarse la posibilidad de que esté borracha, posibilidad sugerida en versos anteriores-, esté omitiendo un verso y, con ello, aludiendo a la borradura a la que se somete el cuerpo travestido, que borra su masculinidad -y si hablamos de performance, su aparato fálico- para dejar la marca de una posesión, la referida a la feminidad. Los cuerpos travestidos revelan en sí que es el alma la que encierra el cuerpo, en tanto esos cuerpos se visibilizan como pura discursividad, la discursividad de la idea de lo femenino.

En esta cadena sígnica, el objeto cuerpo se encuentra revertido más que invertido y, más allá de la conciencia que de esto muestren los sujetos, se trata del poder, con lo que, tal como en el travestismo, nos encontraríamos, en estos versos, frente a una reterritorialización subversiva.

Debo decir que "me duele un hombre en todo el cuerpo"
fotocopio su rostro
y lo pego en los paraderos tristes de Gran Avenida

La idea anterior se continúa en el siguiente verso, donde el sujeto, a pesar de su travestismo, se reconoce, al menos en alguna parte, como hombre, y es precisamente dicho reconocimiento el que le "duele en el cuerpo". Luego de esto se produce un desplazamiento temático que hace alusión a una carencia, pero ya no de una parte interna, sino de una externa, la de la pareja; el sujeto, al percibir su ausencia, "fotocopia su rostro" y lo pega en los paraderos al modo de los carteles "Se busca" o "Extraviado" que suelen circular en la ciudad. El hablante busca la manera de hacer presente esta ausencia y decide bordar "su nombre con hilo rojo" en su ropa interior, para tenerla cerca y, aún más, dentro.

me tatúo las costillas
por si acaso un día te saco de adentro

En el mismo intento por encontrarla, el hablante se tatúa las costillas, es decir, marca su cuerpo como cuerpo ya poseído, para ver si algún día aparece; sin embargo, no se tatúa cualquier parte del cuerpo, sino específicamente las costillas, lo que resulta interesante si se tiene en cuenta la carga que conlleva dicha parte, de la que habría salido la mujer. De este modo, el hablante vuelve a identificarse como hombre, al menos en tanto el rol que asume en la relación.

La desesperación por la ausencia de la pareja continúa y

tomo té 9 veces al día
hablo con los pájaros
hago mandas al niño Jesús de Praga
prendo inciensos
leo el Kamasutra

mando a revelar tus fotos antiguas
no duermo buscando algo más que ofrecer
me corto la yema de los dedos
y camino goteando las calles

Se evidencia aquí una actitud de espera y desesperación, en la que el hablante utiliza el tiempo de su ausencia para prepararse frente a una eventual llegada. Se corta la yema de los dedos para no volver a sentir y borrar todo vestigio de su sufrimiento, sin embargo, la evidencia aparece en la sangre que del acto se desprende, sangre que, a la manera de Hansel y Grettel, dibujará el camino de su sufrimiento. Así, camina "con los brazos caídos", en actitud de congoja, y con "la cabeza semi-rapada", como símbolo de una nueva borradura de su pesar y la intención de empezar de nuevo.

Se quita sus ropas
una a una
-vestido y costura-
su mapa negro
se desnuda
en mi territorio negro

El cambio en la disposición textual da cuenta de un nuevo cambio de voz. Luego del sentimiento referido, ambos hablantes se encuentran en el acto sexual. Mediante la alusión al mismo, se hace referencia a los cuerpos: el travesti y la mujer, lo que se hace evidente por medio de la mención a la costura y el enfrentamiento mapa versus territorio. La costura da cuenta de la fabricación del vestido como símil de la fabricación del cuerpo travestido; de igual modo, el mapa se constituye como objeto facturado que plasma en el papel al territorio, el que es, por esencia, natural: el mapa sería al travesti como el territorio a la mujer.

Gladis Gonzáles logra por medio del poema "Paraíso", construir nuevos territorios en lugares conocidos, repoetizar la ciudad y los cuerpos en un fluir simultáneo. Configurando de este modo una crítica contundente a la multiculturalidad y a un proyecto fallido de modernización. En la reivindicación de un mundo under que deslegitima al poder central, sin intentar convertirse en otra centralidad, sino que proponiéndose como un sitio mediador entre el sistema y la realidad en que el Chile actual se encuentra.

Parece que este unir voces, lugares, imágenes y géneros contribuye a sumar adeptos fruto de este proyecto a medias, es decir, darle fuerza y consistencia al discurso. Este poema se puede actualizar desde distintos hipogramas, los ya expuestos en este texto, pero también con el simple hecho de pasear por nuestra ciudad percibiendo las vivencias íntimas en cada espacio público. Una reactualización de este poema es también la instalación propuesta por quienes escriben el pasado miércoles 21 de junio del 2006, en donde una tela negra se repleta con los elementos travestidos acompañado de voces simultáneas sobre la música de Chris Korda, artista icono transexual norteamericano.

Como hijos de un tiempo sin tiempo, criados en medio de la dictadura militar, pero sin entender en un principio el por qué de nuestra condición, no nos quedó más que formarnos a medias entre lo que se podía y lo que no. La nueva generación poética se caracteriza por una sexualidad trastocada, por el uso de espacios degradados en la tierra de nadie. Creemos que Gladys Gonzáles representa un aporte a la forma de leer una realidad nacional, ya que más que un observador es un actor involucrado en este devenir simultáneo que ordena el caos.

 


 

NOTAS

(1) Ver anexo 1. Todas las referencias al poema paraíso pueden ser verificadas en el anexo, extraído de
www.zapatosrojos.com.ar/Biblioteca/GladysGonzalez.htm

(2) Filósofo, ensayista, crítico, novelista y poeta, Georges Bataille fue una de las personalidades más interesantes en la vida intelectual francesa a partir de la primera eclosión del movimiento surrealista durante los años de 1920. Profundamente interesado en conciliar las facetas antagónicas de la vida humana, su obra revela, por su carácter psicológico y antropológico, una intensidad abstrusa y sorprendente. Al lado de la esfera "sexológica", Bataille investigó concienzudamente el trasfondo filosófico del erotismo: fue quien por primera vez analizó el erotismo como característica diferencial del hombre y quien esbozó, también por primera vez, la estrecha relación que él concebía entre el erotismo y la muerte

(3) Por isotopía se entiende aquel recurso de reiteración de una unidad lingüística que puede aparecer en cualquier nivel del texto, tanto en el semántico, como en el sintáctico y fonológico.




REFERENCIAS

- Amícola, José. Camp y posvanguardia: manifestaciones culturales de un siglo fenecido. Buenos Aires: Paidós, 2000.

- Bataille, Georges. Madame Edwarda. Introducción y traducción de Salvador Elizondo. México: Premia, 1985.

- Butler, Judith. Género y cuerpo. En: Croci y Vitale. Los cuerpos dóciles. Un tratado sobre la moda. Buenos Aires: La Marca, 2000.

- Cicero Poo, Bruno. "Qué es la filosofía según Deleuze?" El Catoblepas, revista crítica del presente. 2005. España. Visitado el 23 de junio, 2006.

- " Gómez, Cristián. "Gran avenida", de Gladys González." Letras.mysite.com, página chilena al servicio de la cultura. Chile. Visitado el 23 de junio, 2006. <http://www.letras.mysite.com/gg290805.htm>

- " Lolas, Jasmín. "Poeta alérgica al glamour se apodera de Gran Avenida." Letras. mysite.com, página chilena al servicio de la cultura. Chile. Visitado el 23 de junio, 2006. <http://www.letras.mysite.com/gg270305.htm>

- " Shuhei, Hosokawa. "Okinawa latina: la orquesta Diamantes y la errante identidad de la emigración nipona-peruana." Revista Transcultural de Música:
Transcultural Music Review. 2002. Visitado el 23 de junio, 2006.

 

 


Proyecto Patrimonio— Año 2006 
A Página Principal
| A Archivo Gladys González | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Nueva territorialización en "Paraíso" de Gladys González.
Jacinta Arthur, José Bazzurro, Pía Gutiérrez, Javiera Ibarra.