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Poesía reunida de Gladys González
"Vidrio molido", Gladys González. La Calabaza del Diablo, Santiago, 2011, 87 págs.

Por Roberto Onell H.
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 3 de junio de 2012




 



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Vidrio molido reúne tres poemarios que Gladys González ha dado a conocer individualmente: Gran Avenida (2003), Aire quemado (2009) y Hospicio (2011). Ahora apreciamos el conjunto.

Gran Avenida se compone de dos partes: "Paraderos" y "Tatuaje". Los quince poemas de la primera son una serie de paradas en la ciudad. La mujer protagonista revela diversas estaciones de un amor malogrado, en un proceso de degradación personal que se establece al comienzo: "aquí no hay glamour / ni bares franceses para escritores/ sólo rotiserías con cabezas de cerdo/ [...] este no es el paraíso ni el anteparaíso". La calle se puebla de señas individuales y lo personal se eclipsa en lo impersonal, la subjetividad de la transeúnte en la objetividad de la vía pública. Como en el poema "Hilo rojo": "debo decir/ que me duele un hombre/ en todo el cuerpo/ fotocopio su rostro/ y lo pego en los paraderos tristes/ de Gran Avenida". En los siete poemas de la segunda parte, constatamos diversas formas de permanencia, el registro múltiple de un mal amor. El poema "Pedacitos de muerte" atestigua: "esta noche/ no intercambiamos jeringas/ ni besos/ nos declaramos la intensidad en el rostro/ nos guardamos la sangre salvaje/ para no contagiarnos desde el amor". Así la Gran Avenida santiaguina es poetizada: las dolientes huellas de los "Paraderos" evidencian una particular vía dolorosa que converge en el "Tatuaje" como llaga viva.

Aire quemado despliega, en dieciséis poemas, el periplo de una hablante en pos de refugio, de un hogar para la propia pena. La protagonista explicita tanto un extravío y una renuncia existencial (poemas como "Adiestramiento", "Derribo", "Manual de instrucciones", "Naturaleza muerta", "Escenario", "Maleza", "Postal de viaje", "Ceniza") como una incipiente mejoría y redención (poemas "Colirio", "Frontera", "Alumbrado público", "Termitas", "Certeza"). De lo primero es ejemplo el poema "Ceniza": "el aire está quemado/ todo huele a miedo y silencio// nos miramos a los ojos/ y no encontramos nada/ que sirva para construir una advertencia// aun menos/ los escombros de esta noche". De lo segundo, "Certeza": "la seguridad/ se resume ahora/ en cerrar la puerta con llave/ [...]observar a los vecinos/ sacar la maleza del jardín/ a los niños jugar en el pasaje [...]/ y plantar semillas de albahaca/ en el huerto/ [...] porque cuando no se tuvo nada que perder/ sólo queda la costumbre/ de mirar más allá de la supervivencia/ con ojos profundos/ como si algo mejor fuera a llegar [...]". Por eso Aire quemado es ante todo una disposición existencial, una atmósfera de final y nuevo comienzo.

Hospicio contiene nueve poemas que acontecen como la tercera estación del itinerario de una misma voz hablante, que nos habla desde este refugio o albergue para menesterosos, sean locos o pobres. La retrospectiva vital reactiva pasajes del libro. El poema "Vidrio molido" es justamente clave: "sólo logro/ perder el equilibrio/ y caer hecha cenizas/ tiznando esta cama/ esperando más dolor/ envuelta en analgésicos/ [...] nadie/ puede enseñarme/ lo que es caminar/ sobre vidrio molido/ lijando/ las aceras con la palabra/ sobrevivencia/ lentamente/ desapareciendo". Desengaño, amargura, y una convalecencia que amenaza con retroceder hasta la dolencia misma, alimentan a una voz que se despide con el extenso y conmovedor "Última noche".

Gladys González escribe un verso breve, a menudo entrecortado, de ánimo más conversacional que lírico; por eso, quizás, ciertos pasajes respirarían mejor en prosa. Como fuere, pese a parecerse a mucha de la abundante poesía chilena actual de los menores de 40 años, la autora impone un tono más personal en este conjunto, en un precipitado de lo más lúcido de esas poéticas. González supo situar el paisaje exterior como espejo del paisaje interior, a la usanza modernista, y supo también esquivar el cliché del decadentismo a fuerza de poda y búsqueda de expresión genuina. En buena hora nos reunió este Vidrio molido.



 

 

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Poesía reunida de Gladys González.
"Vidrio molido", Gladys González. La Calabaza del Diablo, Santiago, 2011, 87 págs.
Por Roberto Onell H.
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 3 de junio de 2012