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Encuentro chileno de editores independientes. Propósitos y experiencias,
Gladys González y Felipe Moncada Mijic (Editores)
Santiago de Chile y Ediciones Inubicalistas, 2012, 178
p.

Por Lorena Fuentes [1]
Revista El Topo, Vol. 1 (01) junio-julio 2013

 



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El siguiente texto es un comentario al libro Encuentro chileno de editores independientes, que recoge la experiencia del evento homónimo celebrado en Valparaíso durante agosto y septiembre del 2012. A partir de una breve introducción que busca situar al fenómeno de la edición independiente en nuestro campo cultural, esta nota reflexiona sobre los elementos de interés que esta publicación ofrece a quienes buscan profundizar su conocimiento sobre esta práctica editorial.


La configuración actual del campo cultural en Chile —en el que se inscribe el fenómeno de la edición independiente— tiene su origen en el movimiento de inserción de la cultura en la modernidad, de aproximación de ésta al mercado y de conformación de una cultura de masas, tendencias que se venían dando en nuestro país desde los años treinta del siglo pasado y que se consolidaron durante el periodo que se inicia con la segunda posguerra. En este contexto empieza a constituirse un nuevo escenario cultural y comunicacional, en el que el mercado y la industria adquieren un rol gravitante en la producción de hegemonía y en la formación de un sentido común masivo. También, los criterios mercantiles se instalan como los códigos dominantes de orientación de los medios de comunicación y del mundo cultural ligado a la industria.

Además, al interior de este movimiento, a partir de las décadas del ‘60 y ‘70, junto con acentuarse estos mismos rasgos, otras características se empiezan a hacer visibles en nuestro mundo cultural y editorial: la massmediatización y la organización audiovisual de la cultura, y la transnacionalización y la concentración de la propiedad. Concretamente, desde la aparición en escena de la televisión —a la que después se irán agregando otras innovaciones tecnológicas—, se produce una nueva y acelerada expansión de la industria del entretenimiento, de la publicidad y, en definitiva, de la cultura massmediática. Más aún, este proceso de crecimiento se verá facilitado y reforzado por un amplio y violento conjunto de reformas neoliberales implementadas en dictadura, y destinadas principalmente a estimular la iniciativa privada, la inversión extranjera y la preeminencia de los criterios mercantiles en materias culturales. Estas medidas contribuyen finalmente a cambiar el perfil económico, político y social de nuestro país, y asistimos, de esta manera, a un proceso a través del cual grandes grupos internacionales adquieren el control de todos los medios de comunicación —en cuyo marco la edición representa tan solo una mínima parte de sus actividades— logrando un control sin precedentes de la circulación de las ideas a nivel local y mundial.

En el amplio espacio de la producción cultural, las tendencias señaladas irán provocando un cambio en la visión de la cultura como bien social, suplantada por una concepción de ésta como bien económico y, por tanto, susceptible de ser transada como cualquier otra mercancía. Conducirán, también, a la pérdida de la relevancia y valoración social de la cultura letrada y tipográfica, y al subdesarrollo de las facultades de lecto-escritura y pensamiento abstracto de la población. Asimismo, provocarán el fortalecimiento desmedido de los medios de comunicación, especialmente de los audiovisuales que, desplazando incluso otras formas de difusión de la imagen —como el afiche y la foto—, adquieren una importancia que sobrepasa su rol original de mediación, influyendo inmensamente sobre las formas de representación que los seres humanos se hacen de la vida social y de su propia inserción en ésta. “Los medios —apunta en esta dirección Bernardo Subercaseaux— […] han pasado a constituirse en mediaciones socioculturales de sí mismos, en co-constructores de las representaciones de la realidad” (2011, p.293). De esta manera, la industria audiovisual se convierte en el sector más rentable, vigoroso e influyente del campo, colocando a las otras prácticas culturales, entre ellas a la edición, en una posición subordinada.

En nuestro campo editorial, estas tendencias se expresarán en la participación de grupos económicos extranjeros en el mercado del libro, y en una práctica editorial que buscará situar al libro entre los productos de consumo masivo, privilegiando, por tanto, el best seller y los títulos vinculados a otros medios de comunicación, como el cine y la televisión. Contando con una gigantesca cantidad de recursos susceptibles de ser destinados al marketing de sus catálogos, estas editoriales logran alcanzar una posición dominante en las disputas por la consagración al interior del campo. Por último, inciden en la dificultad que tienen para entrar al mercado los esfuerzos editoriales alternativos y en el consiguiente deterioro de la diversidad y el pluralismo en la producción, circulación y consumo de las creaciones artísticas y culturales. “Las industrias culturales —escribe Subercaseaux— son el caballo de batalla de la globalización y el talón de Aquiles (o triángulo de las Bermudas) de la diversidad cultural” (2002, p.61). En efecto, las grandes industrias transnacionales, se ocupan únicamente de entregar a la sociedad bienes simbólicos que tengan un nicho de consumo asegurado, repitiendo para ello fórmulas que han tenido éxito en el pasado y, de esa manera, homogenizan el espacio.

En este contexto, como un intento de oposición a las directrices que articulan el campo, surgen las editoriales independientes. Nos referimos a iniciativas de diferentes tamaños —grandes, medianas y micro—que se organizan en base a proyectos de intervención política y cultural, y que empiezan a aparecer en Chile fundamentalmente desde principios de los años ‘90, como producto de la descompresión política y cultural que trae el regreso a la democracia, y desde comienzos del siglo XXI a raíz del amplio acceso que los distintos sectores sociales tienen a nuevas tecnología de impresión, digitalización y policopiado. Estos empeños se comprenden así al interior de un movimiento de oposición a las tendencias hegemónicas impuestas por la globalización y representan una resistencia a la mercantilización, concentración y homogenización operada al interior de la industria editorial.

Inmersas en un escenario que les hace difícil asegurar su subsistencia, estas editoriales han desplegado diversas estrategias para visibilizar su trabajo. Un ejemplo de este esfuerzo es el Encuentro Chileno de Editores Independientes que se celebró en Valparaíso durante agosto y septiembre del 2012. Estas jornadas representaron un fructífero espacio de diálogo e intercambio de conocimientos, organizado en torno a seminarios, mesas de discusión y espacios de exhibición, y en el que participaron veintitrés editoriales: Alquimia, Belleza y Felicidad, Calabaza del Diablo, Cataclismo, Chancacazo, Cinosargo, Cuadro de Tiza, Cuarto Propio, Cuneta, Das Kapital, Economías de Guerra, Hebra, Inubicalistas, Mansalva, Narrativa Punto Aparte, Nihil Obstat, Paracaídas, Perro de Puerto, Plebella, Puerto de Escape, Ripio Ediciones, Vox y Yerba Mala Cartonera. Encuentro chileno de editores independientes —el libro que aquí comentamos— recoge esta experiencia. Se trata de un conjunto de textos escritos por los editores que participaron del evento, antecedidos por un interesante prólogo de la escritora Gladys González, y articulados en base a cinco tópicos de reflexión: el sentido de la independencia en el mundo editorial, el criterio editorial, el diseño editorial y la producción, la difusión y la crítica. De esta manera, informando sobre aspectos fundamentales de su trabajo, se proponen difundir conocimientos útiles para otros editores y contribuir así con el fortalecimiento de este oficio.

La edición independiente y la microedición constituyen uno de los fenómenos más interesantes del campo cultural actual. Sin embargo, su labor no ha sido adecuadamente visibilizada en nuestro medio social, y tampoco ha sido suficientemente estudiada por las «ciencias de la cultura». En este sentido, Encuentro chileno de editores independientes, representa una importante herramienta de difusión y resulta interesante para quienes buscamos profundizar nuestro conocimiento sobre esta práctica cultural. Los textos aquí recogidos nos muestran los diferentes discursos que estos editores han construido sobre su propia labor y las formas diferentes en que cada uno desarrolla esta actividad. Los trabajos realizados acerca de la edición independiente enfatizan la oposición que existe entre estos empeños y los conglomerados transnacionales. Pero —y esto subrayémoslo— el énfasis en esta oposición, que es sin duda uno de los aspectos más relevantes del problema, genera la imagen de un conjunto homogéneo —las editoriales independientes— enfrentándose a las editoriales comerciales. Sin embargo, lo cierto es que el campo de la edición independiente es un sector altamente heterogéneo, cuya diversidad de expresa en distintos ámbitos: en sus catálogos, en sus formas de producción, en su nivel de organización colectiva, en los géneros y materias que publican, en sus discursos y en sus posiciones políticas y económicas. Las veintitrés reflexiones reunidas en Encuentro chileno de editores independientes son una muestra de esta heterogeneidad. «Editoriales independientes, autogestionadas, alternativas, etc. Muchos términos para expresar algo que para mí es innombrable —reflexiona en esta dirección el editor de Belleza y Felicidad— Porque aunque estos términos enuncian un quiebre frente a «lo otro», no hablan, dicen algo de las editoriales en sí, ya que una de las características es que estas editoriales son muy diferentes entre sí. El arco que las engloba es tan amplio que se quiebra y eso es muy positivo. […] Por ahí estas editoriales apuntan un poco más a que, en el momento de editar prospere más una necesidad de expresión personal que una meta comercial. Pero esto mismo también es un arco que las engloba y se quiebra» (2012, p. 23).

Ahora bien, más allá de estas diferencias —podemos concluir— Encuentro chileno de editores independientes nos enseña que la independencia es un movimiento de resistencia al interior de las industrias culturales que hace de la dimensión política y estética de la acción cultural un elemento de radical importancia. «El precio de los libros, las temáticas, los autores, la materialidad, la distribución, la forma de construcción del imaginario de una editorial —anota Gladys González— son fundamentales para denominarse «independiente»» (2012, p. 6) De esta manera, la independencia se expresa en el discurso, en la producción y en la postura de cada editorial respecto a una amplia gama de materias políticas y culturales. Encuentro chileno de editores independientes ofrece así elementos de análisis importantes para las ciencias sociales y humanas interesadas en este fenómeno, y herramientas valiosas para quienes busquen desarrollar proyectos editoriales alternativos.

 


BIBLIOGRAFÍA

Belleza y Felicidad. 2012. Belleza y Felicidad. En Vv.Aa., & G. G. Mijic (Ed.), Encuentro chileno de editores independientes. Propósitos y experiencias. (págs. 21-25). Santiago de Chile: Libros del Cardo y Ediciones Inubicalistas.

González, G. 2012. Prólogo En Vv.Aa., & G. G. Mijic (Ed.), Encuentro chileno de editoriales independientes. Propósitos y experiencias (págs. 5-8). Santiago de Chile: Libros del Cardo y Ediciones Inubicalistas.

Subercaseaux, B. 2002. Nación y cultura en América Latina. Diversidad cultural y Globalización. Santiago de Chile: Lom Ediciones.

Subercaseaux, B. 2010b. Historia del libro en Chile. Desde la Colonia hasta el Bicentenario. Sanitago de Chile: Lom Ediciones.

Subercaseaux, B. 2011. Historia de las ideas y de la cultura en Chile (Vol. III). Santiago de Chile: Editorial Universitaria.



[1] Lorena Fuentes es Socióloga por la Universidad de Valparaíso. Actualmente cursa estudios de posgrado como becaria Conicyt en el Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Correo electrónico: fr.lorena@gmail.com



 

 


 

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Santiago de Chile y Ediciones Inubicalistas, 2012, 178 p.
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