Polisexual (Hipocampo Editores, 2007) de Giancarlo Huapaya
Por Miguel Ildefonso
El sugerente título connota una polifonía de lo sexual, un juego de cuerpos y fetiches impulsado por la sabiduría y la pasión del goce en una serie de encuentros. Partiendo de un grado cero erótico, en un perpetuo presente, nos hallamos en la exploración del disfrute orgásmico en sus distintas formas: “La piel asexuada se acaricia”, dado que la piel, que es desnudez y armadura, en esta propuesta ha perdido símbolo, es decir, la representación de un poder. Los roles, por ello, se pueden intercambiar: “Comes peón” (o comes pene), pero igualmente puedes ser comido. El sexo, o mejor dicho el pene, ha vaciado su contenido mítico, en el poema La fiebre del oro: la orina “es/ un riachuelo germinando esplendor”; es la orina y no el semen lo positivo, pues no interesa aquí la función reproductora de los órganos pertinentes: el placer es el fin. Por eso la orina se vuelve oro. En este intercambio los fluidos van río arriba, antigravitacional, despojándole al sexo de su peso y de su capital: nadie se baña dos veces en el mismo fluido. El yo (esa solitaria) se disuelve en ese transcurrir líquido que “sube y baja y baja y sube”. Y todos, los lectores, somos los voy-eur, en este “convite” de poses, en este espectáculo del ver-bo. Y al ser espectadores, también somos parte del juego: “pervivimos – por pares – por duplicidad – por complicidad/ contornos con resalte la transgresión”, nos dice el poema Antinovenomandamiento. Pero los que hacen el show también son voyeur, fisgones del lector, a quien luego lo invita al convite: “enterrados intrusos/ ajetreados largos/ bocas en segunda/ bi, trío, contra/ contáctanos y manda foto.” En contactos en los taxis, los cuerpos son mercancías transportables:”vamos ignoto”, dice el poema Momento pisó. Aquí somos “seres-cosas”/ libremente libre cuerpo/ libre aguda/ móvil”; pues el ser es algo fabricado, el ser no es un ente inamovible en esta poética en donde “bailan las transexualidades”. El susurro más conmovedor resulta ser entonces: “bio-lame entre espasmos al acabar mi sequedad./ Viólame de bondage. Mírame de latex./ Mima mis ataduras de maniatado con problemas de circulación/ lámeme las marcas y cambiemos de rol.” El objeto se vuelve sujeto, el objeto implora, pero conduce, en esta estrofa final de esta oración que es el poema Te lo pido Abrir: “lo pides me pides te pides le pides”: el poder, en todo caso, lo detenta el lenguaje. De ahí el constante rompimiento de su articulación y normativa: “es el babel baba promiscua”. Es el lenguaje promiscuo de la reproducción antirreproductiva en su autogoce: “La 69 da vueltas” o “Humano: Macho-Mujer-Hombre-Hembra. (sin escala o al revés)”. La creación no ha sido completa, corresponde a los seres humanizados el completarla: el “Solo/ yacente semidiós semisexcual” del poema Mono semisexual es el de su semiCreacionismo o el de la recreación del éxtasis. El dedo del semidios solo da placer: “la lamida del Dedo ineludible lengua” (Dedo). En Sabor a tinto presenciamos, nosotros los voyeur, el performance, el video clip, los ritos paganos de la ascención de la materia, del rubor al humor, extinguidas nuestras miserias: “Me acerco y huelo dos cuerpos. La melodía confunde el sabor, la virilidad sabe y huele a senos. El olor pezón ha callado los cuerpos. Un silencio se ha aproximado a la pasarela. No aplauden.” Queda el silencio, y el olor es la espiritualidad alcanzada (como en la poesía seductora en Baudelaire), luego de varios masajes con las palabras, onomatopeyas como en Cita a cuerdas ¿te envuelves?: “rasar a los que raspen raso rato arista pum rastreo carnoso oropel”. Índice polisexual es un manifiesto en el que el poeta vuelca su antidiscurso. “Ser uno o dos o lo que quieras. De gran capacidad. Utilízame. (…) nuestro polisexualismo sintomático fortalecido por el cambio moral de los límites por los manifestantes veraces de acuerdo con el uno o dos o lo que quieras y los que quieran y los que apetezcan uno o dos o los y las y les o las en los o les en les o los en les o las en las o los en los o las en les en cualquier apetito de conformidad y manifestación.” Esta propuesta antipolítica, que no busca el poder, sino el placer; no una utopía sino una praxis; se basa, aparte de los poemas de varia carnalidad y liquidez, en detalles casi técnicos como en Transculturación, Hipo o Inventos: son kamasutras del nuevo milenio en que lo tecnológico es recobrado para el hombre. Este manual del coito resemantizado, esta novela edificante del cuerpo disgregado que recobra su No-Unidad perdida, finaliza con Vida por favor de la promiscuidad, en donde se señala: “vida pornofílica paladar para dar para el fraseo del enseñante de la promiscuidad en la vida de la diversidad.” En esas dos palabras finales, en conjunción plena, hallamos el sentido profundo que propone este poemario: vida y diversidad en un mismo horizonte, sin jerarquías, abiertas y en constante anhelo de intercambio para la satisfacción de lo perenne, justamente de la propia vida.