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A sangre fría: Un día como escritor en la Feria del Libro de Santiago

Pendejos

Por Gonzalo León
La Nación Domingo, 16 de Noviembre de 2008

Aparte de las cuentas alegres que sacan las distintas editoriales, la feria que hoy concluye tiene su lado B, el que protagonizan las editoriales independientes o esos actos cargados de solemnidad, en donde se trata a Paulina Urrutia como ministra de Cooltula. En medio de esta vorágine estuvo León, firmando libros, conversando con autores best seller, como ese actor de “El club de la comedia”, y leyendo las últimas ofertas en un baño.

Hace calor. Ese es un comienzo conocido en muchas de mis crónicas, por lo que me abro paso entre la multitud que colma la Estación Mapocho, en una versión más de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa).

Llego al stand de EDB, cojo un libro y leo: "Si se trata de dar testimonio, es decir, de narrar verazmente lo que uno ha visto u oído, la lógica impera comenzar por el principio". Cierro el libro y me doy cuenta de que se trata de un libro de testimonios del padre Raúl Hasbún.

Volvamos al principio entonces. ¿Cómo se gestó esta crónica? Hace una semana Bartolo Ortiz, uno de los gerentes de Editorial Planeta y responsable de lo que se conoció como Nueva Narrativa, me detuvo en seco en uno de los pasillos de la feria para preguntarme si estaba trabajando. Le contesté que no, y él replicó que no le gustaría que lo agarrara para el hueveo a través de este diario.

Pero eso ocurrió hace una semana, cuando venía a la feria a firmar mi novela "Pendejo", en el stand de La Calabaza del Diablo. Y, al igual que hace una semana, voy a buscar una mesa a la oficina de producción de la feria y luego escribo un papelito avisando estaré firmando en Como mi novela fue publicada por una editorial independiente, si uno quiere que algo funcione, vale decir que el libro se venda, debe hacer de todo, como en el Circo Chamorro. Y, créanme, me gusta este sentimiento de artesanía o de hágalo usted mismo.

Cuando paso por el stand de Planeta y observo que Carla Guelfenbein, Pablo Simonetti y Sergio Freire, de "El club de la comedia", tienen una persona a cargo para cualquier requerimiento, no los envidio, aunque suene falso y ni yo me lo crea. Soy un superventas, pero en una microeditorial.

Así es que saco mis libritos, los pongo en la mesa y al momento que tomo asiento escucho cómo Vitorio, el locutor de la feria, vocea mi nombre por los altoparlantes y luego hace lo mismo con la autora de "Nosotras las separadas".


UN PABELLÓN FREAK

Mientras espero a que alguien llegue a mi mesita para que le firme un libro, les doy detalles del pabellón donde está el stand. De partida, es el más barato y está ubicado al lado de la guardería.

Pero también es el más freak, ya que aquí están los puestos de la revista "Cáñamo", promoviendo el cultivo de la marihuana; de Turquía, donde por compras superiores a no sé cuántos pesos regalan el Corán; de Cuba, con el insoportable ritmo de la salsa siempre a todo volumen; de los cómics de "La última tontera" y la chica aburrida; y del Grupo Metafísico de Chile, al que al parecer no le interesa vender y cuyos siete u ocho integrantes llegan uniformados de distinto color cada día.

-Disculpe me interroga una señora , ¿tiene el "Diccionario de los sueños"?

En la feria, la gente confunde a un autor con cualquier vendedor. En otras palabras, si uno está en un stand es un vendedor, y no se saca nada con explicar que uno no es un vendedor, porque de inmediato replican "y entonces qué hace usted aquí".

-¿Es literatura? respondo, y la señora, indignada, levanta los brazos al cielo y exclama ¡claro que es literatura!

Hoy la gente transita como hormigas por este pabellón. Los lunes y martes, en cambio, está casi abandonado, porque el público y los organizadores olvidan su existencia. En todo caso, en los días que llevo firmando he llegado a dos conclusiones: una es que la gente que no carga bolsas con libros jamás comprará uno, y la otra es "dime con qué bolsas andas y te diré quién eres". En otras palabras, si una persona lleva una bolsa de Mundilibros, o de Planeta, en fin, uno puede predecir frente a qué tipo de lector estamos.


SANCANDO LA FIRMA

-Disculpa

La expresión es conocida, pero ahora proviene de una productora de la Feria del Libro de Santiago, a quien mando a hablar con el encargado del puesto: Nicolás Cornejo, hombre casado y de palabra. La productora le dice que quiere cambiar de sala una actividad que está programada con antelación. Nicolás le contesta que eso no es posible. Hoppe, que en todo este tiempo se ha mantenido a mi lado, comienza a sacarle fotos a la productora.

-Oye, niño, deja de sacarme fotos dice finalmente, arrugando el ceño.

Para evitar las fotos, la productora, que podría llamarse Soledad, se retira del stand sin comprar ningún libro. Pero no importa: yo sigo firme junto a una ampliación de una foto mía. De pronto, un tipo joven se acerca y me recuerda que colaboramos juntos en la desaparecida revista "Tambor". Sí, sí, pienso, pero como una sola vez fui a un lanzamiento de esa revista no me acuerdo del tipo, que a todo esto se llama Rodrigo Martínez.

-Conozco a un Rodrigo Martínez que trabajaba en Agencia Reuters, pero claro, ese no eres tú.
-o contesta el tipo, y luego compra mi novela y pide que se la autografíe.

Dos sujetos se aproximan hasta mi mesita y me felicitan por las crónicas dominicales, pero se niegan rotundamente a comprar mi libro "Pendejo". Al final llega la escritora Claudia Apablaza, a quien Hoppe le dice:

-Oiga, señorita escritora, acérquese a su colega y hágase la interesada para la foto.
Claudia hace caso, Hoppe le toma fotos y luego dice que está caliente, porque hace mucho calor.
-Oye, ¿y vas a ir a la premiación de Diego Zúñiga? consulta Claudia.

Cuando arribe el poeta José Ángel Cuevas para el "cambio de guardia", le preguntará a Claudia si es verdad que estuvo presa, a lo que ella responderá que no, que estuvo fuera de Chile, y yo pensaré que suena más interesante estar presa que estar fuera de Chile.


SE VENDE

Al pasar nuevamente por el stand de Planeta observo a Sergio Freire solo, con cara de apestado y una mano en la frente, aguardando a que alguien le pida su firma.

-Hola, ¿estái aburrido? le pregunto.
-No responde bajando la mano de su frente.
-Pero uno acá se debe aburrir.
-Sí, un poco. En todo caso, yo me voy en media hora más.
-¿Y cómo es la gente contigo?
-Sergio hace una mueca de indiferencia.
-¿Mala onda?
-Sí, a veces, pero al menos hoy no me ha tocado eso.

-Tengo la sensación de que si le hubiera preguntado si no creía que hacía frío, el actor de "El club de la comedia" me hubiera dicho que sí, a veces. Cuando le comento esto a Carla Guelfenbein, ella se sonríe y enseguida establecemos una apuesta.

-Si lo convences de que hace frío, yo acepto que es un tonto comenta ella, pero justo en este momento un niño y su mamá han llegado hasta donde Sergio Freire para que le firme el libro al niño.

Curioso esto de que gente de la tele edite su libro; hasta para la misma editorial y para el locutor de la feria resulta incómodo, ya que al momento de vocear a Sergio no dicen que el autor es escritor. Pienso entonces que hace tiempo existe una diferencia entre publicar un libro y ser escritor. Hoy el autor de un libro puede ser humorista, psicóloga de la tele, astróloga, opinólogo, prostituta o sacerdote, quizá porque, como bien dice Hans Magnus Enzensberger en "Mediocridad y delirio", "la literatura vuelve a ser lo que ya era desde un principio: un asunto minoritario", y para vender se necesita de otros rostros.

-Al decirle a Bartolo Ortiz que creo que Sergio Freire es un tonto, él responde con indiferencia:
-Mientras venda, no importa.

Y cuando Hoppe intenta sacarle una foto a la "familia Planeta", con Simonetti, Guelbenbein y el actor, todos juntitos, Pedro Lemebel, quien se ha unido a los firmantes, contesta enseñando el dedo del medio:

-¡Yo no creo en la familia, Hoppe!


SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Acabo de ingresar a la sala donde se efectuará la ceremonia del Premio Roberto Bolaño en sus diferentes categorías.

A Diego Zúñiga, el ganador en novela, lo conozco de hace unos años, es estudiante de periodismo de la Universidad Católica y le gustaría hacer la práctica en LND.

Otro de los premiados es Cristóbal Aguiló, hijo del diputado PS, quien también está presente y me saluda con orgullo.

-¿Y cómo está el Partido Socialista? pregunto.
-Aquí, recolectando votos entre los jóvenes contesta y enseguida retruca : ¿Y como está la nación?
-Muriendo, como la Concertación.

Sergio Aguiló sonríe y yo le digo que tanto la Concertación como este diario parecen gatos de siete vidas: cuando uno espera que mueran, algo los hace volver a la vida.

Luego de saludar a Paulo Slachevsky, propietario de LOM Ediciones, la ceremonia comienza. El maestro de ceremonias es Pablo Brodsky, quien presenta a Paulina Urrutia como ministra de Cooltula. La ministra masculla algo y, al igual que toda la sala, ríe.

Todo vuelve a su orden inicial: los premiados van desfilando uno a uno, junto a los discursos de los jurados. La ceremonia empieza a hacerse eterna y en verdad no sé cómo salir de aquí.

Uno de los premiados solicita hablar y la ministra acepta para que la juventud que convoca este premio se manifieste. Entonces uno de esos jóvenes se larga con un texto en el que nombra todas las teleseries en donde ha actuado la ministra.

Otro, proveniente del sur, habla arrastrando las eses (a no confundir con heces). Y finalmente Diego Zúñiga, el ganador que conozco, lee algo que mezcla agradecimientos con Roberto Bolaño y un escritor suicida.

No aguanto las faltas de respeto de estos jóvenes y me largo de la sala repitiendo el siguiente mantra: "Roberto Bolaño que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, perdona nuestros plagios, así como nosotros perdonamos a los que nos plagian. No nos dejes caer en la tentación de copiar ‘2666’, amén".

 

 

 

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