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Desde la deuda y la carencia
Los mecanismos de la ficción. Cómo se construye una novela, de James Wood

Por Gonzalo León
Publicado en
suplemento Cultura de Perfil, Domingo 6de agosto de 2017


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James Wood es uno de los críticos más prestigiosos de Estados Unidos. Los mecanismos de la ficción es su segundo libro después de una novela que aún no se traduce; en inglés este ensayo literario fue titulado como  How fiction works, o  Cómo se construye una novela. En la introducción Wood resalta su interés por títulos como  Técnicas de dibujo, de John Ruskin, y observa que hay pocos libros que se ocupen de la ficción:  Aspectos de la novela, de E.M. Forster, tres ensayos de Milan Kundera y no mucho más. ¡¿No mucho más?! Este título viene entonces a saldar esa deuda y a establecer, pretensiosamente, un diálogo con sus críticos favoritos: Viktor Shklovski y Ronald Barthes.

Sin explicitarlo, establece los objetivos de su libro en términos económicos: desde la carencia y desde la deuda, y esto se aprecia mejor cuando pasa por alto casi toda la literatura escrita en castellano. Es más, casi no hay autores del hemisferio sur, como si el sur fuera precisamente carencia y deuda. No menciona a Borges, tampoco a ningún autor latinoamericano que haya reflexionado sobre el arte de la novela y la novelística, es más, los autores de lengua castellana no son abordados en profundidad, cosa que no extraña porque Ezra Pound en sus  Ensayos literarios  hizo lo mismo, pero claro, Pound fue un crítico excepcional.

¿Pero de qué va Los mecanismos de la ficción? En diez capítulos aborda la narración moderna y el estilo indirecto libre; la importancia de los detalles (“la literatura difiere de la vida en que la vida está llena de detalles acumulados y raramente nos encamina hacia ellos, mientras que la literatura nos enseña a observar”); los personajes que al igual hiciera Pound cuando dividió la poesía en versos duros y versos blandos, así también Wood concuerda con la división que hizo Forster entre personajes redondos y planos, los primeros tienden a ser trágicos mientras que los segundos, cómicos.

Si el sesgo de este ensayo establece con quién pretende discutir el autor, cosa nada de cuestionable, hay afirmaciones arbitrarias, por no decir antojadizas, como poner a la misma altura a Gustave Flaubert, punto de partida de la novela moderna y de la consolidación del estilo indirecto libre, y a Saul Bellow. El libro tiene cuestiones menos arbitrarias, pero en ellas hay poco vuelo intelectual y artístico: la misma crítica que le hace a Barthes y a Shklovski de ser escritores que pensaban “distanciados del instinto creativo” cae aquí en él.

Hay, por suerte, cuestiones menos arbitrarias y más desarrolladas, como que la consolidación del estilo indirecto libre, a grandes rasgos, implicó el surgimiento de la ironía, “cuando el espacio entre la voz del autor y la del personaje parecen desvanecerse por completo”. Aquí la incertidumbre sobre quién es el que cuenta la historia es una de las características de la narración moderna, y eso también es aplicable para el descendiente de este estilo, el flujo o la corriente de la conciencia. 

Otro aspecto interesante que se destaca en este libro es el surgimiento de una narrativa audiovisual: “Flaubert parece escudriñar las calles de manera indiferente, como una cámara. Igual que cuando vemos una película ya no nos damos cuenta de lo que se ha excluido, de lo que ha quedado fuera justo fuera del encuadre, así tampoco notamos lo que Flaubert ha decidido ‘no’ observar”. Y es que el autor francés introduce “la confusión del detalle habitual con el detalle dinámico”, y eso da a la narración un carácter de simultaneidad, consiguiendo que detalles importantes y poco importantes acudan a “nosotros justo ‘como la vida misma’”. Según esta premisa, habría que redefinir el rótulo cinematográfico en literatura, porque apela a un estilo narrativo previo al nacimiento del cine; en esa misma línea Wood detecta que la historia de la literatura ha ido a la par de la historia del arte: la literatura ha sido impresionista, abstracta y también pop. Pese a todas las arbitrariedades y a cierta pretensión erudita, vale la pena leer a este crítico, aunque sea para estar en contra.


 

 

 

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Los mecanismos de la ficción. Cómo se construye una novela, de James Wood
Por Gonzalo León
Publicado en suplemento Cultura de Perfil, Domingo 6de agosto de 2017