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Gonzalo León: "En la literatura argentina falta pasión"

Por Matias Méndez
http://www.infobae.com/



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Todo parece indicar que Gonzalo León decidió hacer un cóctel con sus tres oficios (escritor, periodista y editor) para armar un trago que se pueda disfrutar a un lado y otro de la cordillera, una antología compuesta por ocho autores argentinos precedidos por un ensayo breve y minucioso en el que autor trabaja el regreso a la gauchesca en la nueva narrativa argentina.

Hernán Ronsino, Selva Almada, Federico Levín, Ariel Idez, María Sonia Cristoff, Pablo Katchadjian, Matías Capelli y Leandro Ávalos Blacha entregaron relatos para que León arme "La última gauchada", que publicó la chilena Alquimia Ediciones y que en las últimas semanas se distribuyó en las librerías argentinas.

Gonzalo León visitó la redacción de Infobae para hablar de este trabajo y trazar un panorama de la narrativa argentina. Antes de comenzar, León dejó en claro cuál fue su modelo para construir esta antología cuándo puso sobre la mesa los dos tomos de la antología de cuentos argentinos de Héctor Libertella.

- ¿Entonces, como dice Daniel Link, siempre se vuelve a la gauchesca?
- Al principio, en septiembre de 2011, empecé a leer lo que se estaba produciendo acá y en septiembre de 2012 dije "voy a tener un problema al seleccionar", porque para hacer una antología no bastaba el me gusta o no me gusta y empecé a leer ensayos relacionados con la producción narrativa. Leí Los prisioneros de la torre de Drucaroff, Luz Horne, a Beatriz Sarlo y otras antologías. En un momento llego a esa frase de Link, que está en las obras de Copi y la usa María Moreno en un prólogo. Dije acá hay algo y empiezo a rastrear. Esa es una hipótesis de trabajo y es lo que intento mapear en el prólogo.

- Imagino que en forma inevitable fue hacia el origen y leyó a Josefina Ludmer.
- Claro, fui a Ludmer pero también a un autor que me empezó a marcar que fue Libertella. Seguí el modelo de su antología que hace en el 97, son 25 cuentos argentinos del siglo XX y entre paréntesis aparece "una antología definitiva", ante lo definitivo obviamente no hay nada más. Bueno, el segundo tomo es 11 relatos argentinos del siglo XX: una antología alternativa. Ahí vi que hay un movimiento interesante en la literatura argentina que detecta Libertella: lo definitivo en un punto pasa a ser alternativo y viceversa, lo alternativo pasa a ser definitivo o eje o canon. Hace un planteo que es muy fuerte, referido a la literatura de Borges dice que es marginal y descentrada, que nació marginal y descentrada.

- Una antología es un recorte ¿Cómo decidió elegir estos ocho autores?
- Podría afirmar que el pretexto de la selección es el prólogo. En un momento me interesó la perspectiva exterior que yo estaba teniendo -de la que habla Saer en El concepto de ficción- de la literatura argentina. Yo como extranjero. Con respecto a los que están, en la presentación Ricardo Strafacce me dijo que en el fondo de lo que se trataba la antología era de tradición y ruptura y que él detectaba como cuatro autores que estaban más ligados a la tradición y otros más ligados a la ruptura.

- ¿Quiénes son?
- No lo pensé así, pero él dice que el que estaba más apegado a la tradición es Ronsino y el más apegado a la ruptura es Pablo Katchadjian. Yo empiezo la antología con Ronsino y termino con Katchadjian, pero eso fue casual.

- En el ensayo que abre su antología, usted cita a Damián Ríos cuando habla de él y dice que junto a otros autores pudo "procesar y hacer algo original y potente después de César Aira". ¿La figura de Aira es muy fuerte en algunos de estos textos y en la generación?
- Otra vez con la perspectiva exterior: empecé a leer a Cesar Aira como hace quince años y los libros que llegaban a Chile eran los de las grandes editoriales. Mansalva, Blatt & Ríos u otras no llegaban. La lectura que tenía de Aira era una lectura no contaminada.

- ¿No contaminada por la crítica, por las lecturas de otros autores...?
-
Y por el contexto, hay que atender que un escritor tiene un contexto, a mí me puede gustar Juan Pérez como escritor boliviano pero hay que contrastarlo con el contexto. Me di cuenta hablando con libreros, con otros escritores y con periodistas que la figura de César Aira es central en la literatura. Hay gente que habla de él las barbaridades más increíbles, hasta Bolaño lo trata de rata y uno dice ¿a qué se debe esto? Por otra parte, hay gente que habla cosas magníficas. Es el nuevo Borges, dice Sarlo en un ensayo. No lo digo yo, es una especie de constatación, César Aira es una figura inevitable.

- ¿Es un faro estético para muchos autores de las generaciones siguientes?
- Sí, pero me parece que lo que se copia de César Aira es lo peor. Ha dado entrevistas diciendo que las novelas las hace en cuatro o cinco meses, ahora hay gente conozco y que empiezan y han hecho una novela "a lo Aira". Ahí no está el procedimiento aireano, eso es improvisación.

- En la primera línea del libro habla del auge de la literatura argentina ¿A qué lo atribuye y qué características tiene?
- Hay un artículo que apareció en Letras Libres a propósito de la delegación argentina que iba a Guadalajara y que lo hizo Damián Tabarovsky en donde decía que había un auge y lo sostenía con algo que no comparto y es que es una generación de autores que son los herederos de la generación del ´60 o el contracanon. A mi me parece que eso es una exageración: lo que hablo es que hay un interés en la narrativa, y lo centro en la narrativa porque la poesía es otra cosa que a nadie le interesa, a mí me interesa. Hay un interés del lector argentino por la narrativa argentina y a la vez hay un interés del lector latinoamericano o europeo por lo que se está haciendo acá. Hay un cosa interesante, en Chile en el último año se ha publicado a Mariana Enriquez, a Strafacce, a Federico Falco, a Oliverio Coelho, hay muchos autores que ya han sido publicados en Chile.

-¿Se puede hacer un ordenamiento en donde pongamos autores que trabajan la trama urbana con una presencia central de Buenos Aires y aquellos que lo hacen con el interior, como Selva Almada o María Sonia Cristoff por ejemplo?
- Sí, pero lo que hay es una reelaboración literaria de lo que significa la ciudad y de lo que significa el interior, el campo o lo que sea. En el caso de la Cristoff lo que intenta hacer es situarse en la periferia con un texto que es periférico, es decir que es un híbrido, es novela, hay cita de youtube...

- En su última novela, por ejemplo
- Claro, en Inclúyame afuera hay elementos bibliografícos, históricos. En Almada, sobre todo en El viento que arrasa, hay una voz que tiene que ver más con un sur que al comienzo de la novela me parecía un sur indeterminado o, perdón, me parecía el sur estadounidense. Era muy raro, la geografía no me funcionaba y en ese sentido lo que hace Selva Almada es una reelaboración de esta cosa provinciana, que no tiene que ver con que ella sea una escritora que tenga costumbres provincianas.

- Usted plantea que Washington Cucurto es "quizás quien más cumple con esta hipótesis de regreso a la gauchesca". ¿Por qué?
- Es difícil de clasificarlo. Lo que intentaba decir es que si entendemos a la tradición por la gauchesca porque es un decir, me da la sensación que Cucurto intenta romper, romper y romper pero a la larga me parece un escritor que es tradicional, que está en un canon, aunque sea un canon X. Voy a contar una anécdota que aparece en la memoria de Fogwill que hizo Zunini: en la antología definitiva de Libertella que está Borges, Lugones, Saer, incluyó a Fogwill y Fogwill estaba indignado porque él quería estar en la alternativa, en este momento podría pasar que Cucurto esté indignado que yo lo ponga ahí, pero uno ve la novela y esta cosa de incursionar en el género negro que es divertido siendo morocho y habiendo trabajado esa figura.

- ¿En dónde usted ve rupturas?
- En Katchdajian hay rupturas, pero hay que ver que las rupturas siempre son con relación a algo. En él hay un intento de búsqueda siempre, es admirable. En el caso de Cristoff igual, uno va viendo que hay intereses. Estoy hablando de los autores de la antología, hay otros también. Después hay autores que habían hecho una ruptura y que al pedirle un texto inédito para la antología, me entregaron algo más convencional, es el caso de Avalos Blacha que yo esperaba algo como la novela Berazachussetts, que es delirante, pero me pasó algo de señoras que van a jugar al casino a Puerto Madero.

- El otro día leí que Andres Barba en su paso por el país que la literatura argentina tiene un problema con el amor. En esta antología en varios momentos aparece el amor. ¿Cómo analiza este abordaje?
- A mí lo que me sorprendió en mi estadía ya de cuatro años en Buenos Aires es que la palabra amor uno la escucha mucho. En Santiago de Chile, amor no se escucha casi nunca. Si la literatura es un reflejo lejano o cercano de la realidad, eso está ahí. El amor como la novela de Tellado o la romanticona, no, pero sí hay amor. Lo que sí hay y en eso concordaría con Barba, es que falta pasión. En la literatura en general, no sé si en la edición o en la corrección algo pasa, pero hay poco texto hoy día que tenga esa pasión. La otra vez estaba viendo una entrevista a Cozarinsky que dio hace cinco años y él decía que una novela la hacía en un año y medio, pero que gran parte de ese tiempo es corrección. En esa frase que tiraba Lamborghini "primero publicar y después escribir", hay una afirmación de la pasión, del primer pulso hacia la escritura y por eso que esa escritura es violenta y te choca.



 



 

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Gonzalo León, autor de "La última gauchada": "En la literatura argentina falta pasión".
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