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La lectura anterior

Por Gonzalo León
Publicado en Revista Punto Final Noviembre de 2017


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Hace poco leí una reseña de una periodista en el que se refería a un libro de una manera que me sorprendió, porque parecía como si lo que encontró en él era lo que suponía que iba a encontrar. Recordé lo que decía Ezra Pound sobre la crítica académica en el sentido de que no descubría nada y repetía temas, a lo que agregaba: “La única crítica verdaderamente reprensible es la crítica académica de los que hacen el gran sacrificio, que se niegan a decir lo que piensan, si es que piensan”. La crítica académica y también la reseña de esta periodista ensayan una lectura anterior, es decir previa al texto, que sólo sirve para confirmar una hipótesis que se tenía desde antes. Esto ciertamente no es leer el texto, sino evitarlo, o en algunos casos usarlo para fines que no tienen nada que ver con el arte de una novela ni de un ensayo. En el mejor de los casos es para situarlo, el problema es dentro de qué.

De todo texto se puede tener una lectura anterior, que a primera vista puede sonar inteligente, aguda, profunda, pero que hurgando un poco salta a la vista su superficialidad; es como rascar con la mirada una costra y dejar al descubierto la herida, tal como hacíamos de niños, sólo que en esa época usábamos las uñas. Pero ya no somos niños y cuando lo fuimos nuestra lectura, y por tanto nuestra comprensión del mundo, funcionaba sobre la base de la literalidad. Una hoja de un árbol era una hoja de un árbol y no el paso de las estaciones. Por ejemplo, el último libro del poeta Arturo Carrera abunda en alusiones a las hojas: “¿Y para quién este acopio de hojas? /¿Para cuál banco de finanzas dormido en qué lugar del /mundo? ¿Qué oscuro potlach trama /la pandilla de Malmö?”. Siguiendo con las preguntas que se hace el sujeto en el poema de Carrera podríamos decir: ¿Qué significa ese acopio de hojas? Las interpretaciones son varias, pero un niño indudablemente pensaría que es un otoño donde las hojas van cayendo y acumulándose, ¿pero qué tipo de otoño? ¿Es el otoño del poeta, de la poesía, dónde ponemos el límite del significado que nos remite otoño? La palabra potlach, sin embargo, nos sitúa claramente en la obra del autor, porque tiene un título con ese nombre. Entonces ese acopio de hojas es la obra del autor y también los años que le ha tomado escribirlas: vida y obra en un solo verso y a modo de interrogante.

Hace no mucho en Twitter tuve una discusión con la poeta Marina Mariasch sobre el modo en que se genera el canon. Ella decía, con justa razón, que no tendría que ser tan difícil nombrar a una o un par de escritoras dentro del canon de la literatura argentina. Yo le di ejemplos de lo difícil que es generar un canon, no sólo donde estén las mujeres, sino también los escritores en lengua castellana. A saber, los cánones de Pound, de Harold Bloom y de James Wood incluyen muy pocas mujeres y también muy pocos autores en lengua castellana. De hecho Pound ni siquiera nombra El Quijote y Wood, el más joven de los tres, construye un canon centrado en Estados Unidos y Europa Occidental, con muy poca representatividad de nuestro idioma. En ese momento ella me dijo: Pero tú estás llevando la discusión al terreno literario. Desconozco de qué otra forma podría llevar una discusión sobre el canon, a no ser que sea dentro del terreno literario. Establecer cuotas, por ejemplo, de tal porcentaje de escritoras, tal porcentaje de escritores gays, tal otro de latinoamericanos, otro tanto de asiáticos, es entrar en una discusión extraliteraria y es hacer una lectura anterior también.

No sólo la crítica académica y la construcción de canon están atravesadas por este tipo de lectura, sino también las malas reseñas, que son aquellas que buscan confirmar una apreciación anterior al texto. He visto varias reseñas en donde si el escritor es considerado como un buen escritor es imposible que haga un libro malo, y lo cierto es que escribir un libro malo, como ya he dicho, no es un fracaso o una mancha de vino en la obra, sino algo que raya en la normalidad. Un mal libro dentro de una obra extraordinaria sólo es la excepción que confirma la regla, la regla de que el escritor es humano y puede fracasar. Pero algunos críticos tienden a endiosar a ciertos autores, no porque crean efectivamente que sean dioses, sino porque ven en ese endiosamiento una creencia a defender, y que es anterior al texto. Es más si algo habría que defender eso sería la humanidad de ciertos escritores. A mi parecer Coriolano, de Shakespeare, no es una buena obra, o al menos no está a la altura del Mercader de Venecia, Hamlet Enrique IV, pero es una apreciación de lectura, de cómo leí a Shakespeare hace casi veinte años.

En la correspondencia de Gustave Flaubert, de la que se publicó recientemente una muy buena selección en Argentina, se refiere a la crítica en un sentido similar al mío; para él, la crítica en Francia pasó de ser una crítica a la gramática a una crítica histórica, pero nunca estuvo vinculada a lo propiamente artístico: “Analizan muy refinadamente el medio en que la obra ha sido producida y las causas que lo generaron, ¿pero la poética que da como resultado? ¿Su composición, su estilo? ¿El punto de vista del autor? ¡Jamás!”.


 

 

 

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