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Tocando la nota justa
5, de Sergio Chejfec. Novela. Entropía, 176 págs.
Por Gonzalo León
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En los 90 Sergio Chejfec escribió una novela titulada Cinco, que no es la 5 que editó a fines del año pasado Editorial Entropía sino, como señala el autor en la contratapa, un “deslizamiento”, en el que “el número busca indicar aquello apenas aludido por medio de las letras”. Hasta aquí el misterio de qué es esta novela permanece, y es que sólo cuando se termina de leer la primera parte titulada ‘Nota’ se entiende de qué va; de hecho si se juntan los títulos de las dos partes: ‘Nota’ y ‘Cinco’, se puede concluir que 5 es Nota Cinco, es decir una nota a Cinco.
¿Pero cómo un texto puede ser nota y novela de una anterior novela? Bueno, este terreno lo pisó con firmeza Macedonio Fernández con Museo de la Novela de la Eterna, ese texto compuesto por una serie de prólogos. En Las tres vanguardias, Ricardo Piglia se extiende sobre Macedonio y esta novela, y señala: 
“Macedonio Fernández es el primero que se propone una teoría de la novela, el primero que tiene conciencia de la necesidad de definir el género”. Me parece que con esta nota inicial, que se extiende como un gran prólogo por 115 páginas, Chejfec no sólo cita a Macedonio, sino que al hacerlo plantea la necesidad de redefinir el género, pero no como una cosa general, sino como una experiencia individual, artística.
Leyendo con detención, uno se dará cuenta de que la nota está llena de singularidad artística. El texto aborda a un escritor residente que llega al lugar donde será becado por determinado tiempo; no se menciona el lugar, y lo primero que se cuenta es que el escritor ya terminó su residencia y se va, desde ahí el relato huye hacia atrás: su llegada, el director y su asistente, la panadera, la pequeña ciudad portuaria que vive de construir barcos, los señores del bar que el protagonista descubre, la noche, su habitación, la rada. De pronto se despliega un mapa en el que cada uno de estos aspectos queda a la vista.
Desde el arranque nos encontramos con que no es una residencia para varios escritores, sino para uno solo, es decir todo –la rutina y las atenciones– está diseñado para él. Y aquí inevitablemente surge la asociación con el pequeño cuento de Kafka titulado ‘Ante la ley’, donde un personaje espera su turno para obtener justicia, pero hay un guardia que se lo impide; pasan los años y el hombre envejece y al preguntar nuevamente se da cuenta de que esas puertas a las que no tiene acceso no son para otras personas, sino sólo para él.
Como es de suponer, en esta primera parte también aparecen las clásicas caminatas de Sergio Chejfec, habituales en Mis dos mundos y en Teoría del ascensor, que resultan ideales en una ciudad pequeña como ésa. Acá hay un relato íntimamente unido al oficio de escritor, porque él ahí es esencialmente eso y nada más, y la ciudad, por su lado, es una suerte de lugar municipal para estimular la creatividad del autor, cosa que surte efecto a mitad de ‘Nota’, cuando el autor-narrador escribe: “Debo decir que poco a poco he ido considerando la Residencia como la circunstancia en que me plegué a la escritura de una forma nueva –o abandoné la anterior…”.
‘Cinco’, que es más breve, funciona como explicación a la nota y no al revés, por lo que su lectura cubre algunas grietas que dejó la primera parte, aunque claro es otro estilo. Por eso y otros motivos 5 es más que una reescritura, es una propuesta de novela que el autor ha dejado en una nota, una nota que debemos leer.
