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FAÍSCAS DEL SOL DE OTOÑO

Giane Lessa

 



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FAÍSCAS DEL SOL DE OTOÑO

1)
La sensibilidad va en la espalda
Lo que conduce al lenguaje
Al contagio de lo precioso
La torpeza
Los insultos
La belleza callada de los bosques
Los nidos
Los caminos de tierra roja
De espalda, sí, se puede volver la mirada
Activar a los demás sentidos
En este momento
Se puede escupir o estallar
Saltar o llorar cascadas de granizo
De pronto, volver nuevamente la espalda
Recoger los sentidos
Volverse pálida, caídos los párpados
Nadie te reconoce
Hacerse invisible y gozar por dentro

***

2)
Adormecer sobre el pensamiento
Sueño las cenizas de los escombros
Me zambullo en el espejo de las aguas
La frivolidad que llevo en mi cerebro
La violencia que llevo en los dientes
Y el olor de la maldad de los sentidos
Adormecidos
Luego de un costoso y lento trabajo
Con el hacha de la memoria
En medio del sueño
Chocarse la boca en la pared
Volver a las aguas
Y encontrar una pisca de bondad en sus raíces

***

3)
Un cansancio de siglos me acompaña el alma
Llevo doscientos años mirando la nada y la ausencia
La falsa turbulencia de los sistemas
Las cojas y caducas apariencias que los sostienen
Llevo trescientos años midiendo el rocío
Que humedece las bocas hambrientas de amor
Llevo trescientos años etc, etc, etc,
Un cansancio de siglos acompaña la luna
Abrazo las hojas, clavo mis dedos en el aire
Y me baño en la tierra negra

***

4)
Esa violencia no era mía
Con asombro me apodero
De aquello que nunca supe mío
Verdad incandescente
Rabia no prevista
Anduve leguas para que me quemasen
Las llamas de un cuchillo afilado
Muerdo  la tierra
La escavo con la boca
Una sequilla rara
Golpeo la tierra, la aplasto, la piso
Mi cólera en erupción: volcán ardiente
No hay bruma celeste
Ni pájaros bailando
Entierro bruma, pájaros, perfumes y nubes
No hay compasión en mi mirada
Hago temblar la tierra con mis truenos
Apuñalo con placer la carne ajena
Y me complace lamer la lámina ensangrentada
Escupo con gusto
Con la mirada acechante, el fuego el hielo la nada

***

5)
Faíscas del sol de otoño
Muertos enterrados y cremados bajo la piel
No tuve tempo de despertarlos
Me sueñan
Me buscan
Mi propia búsqueda
De aquello que jamás supe
Y quiero
Quieren también ellos saber
Así enterrados, cremados
Mi cuerpo suele ser tierra
Algunas voces me fertilizan
Sin saberlo
Sin intención
Sin camino
La tierra me mira
Me rinde
Me humedece, acoge
No es un desierto sin manchas
Voz estúpida y vieja
La  tierra late
Perturbadora
Sin penumbra ni sombra

***

6)
Mastico las larvas hasta formar una pasta blanda y pegajosa
La escupo en una fuente
La revuelvo con harina y los demás ingredientes
Los aplasto
Con los dientes
Los pies
Horno, etc., minutos, etc.
Listo el pan!

***

7)
Dentro de mi cuerpo camina un viejo
A quien le quitaron los huesos
La escritura
Memoria afilada
El viejo camina por mi sangre
Me abraza
Acaricia
Quiere el viejo que su sangre florezca
En árbol
Y alce vuelo
Gracia belleza e inteligencia
El viejo sigue su viaje por  mi cerebro
Susurra en mi oído
Me regala palabras de amor
Y mientras desmoronaban su piel y músculos
Sonriente tocaba al violoncelo

***

8)
La noche no llega nunca
Tendremos días y días
No se puede mirar adentro
El engaño de no cerrar los ojos jamás
Como las aves que se desaniman y se comen el viento
Días y días: los ojos abiertos comiendo aire
No hay más edad
No hay más pesadilla
Estamos condenados al día impostergable y permanente
A la belleza impasible del cielo azul que nos muerde los sueños
Ni llovizna, ni una gota del rocío de las piedras
Anfibios sin lagunas
No resta más que una pisca de lo efímero
Encadenados al sol
Nos convertimos en tierra quebrada

***

9)
Esos zapatos..
Hay que ensuciarlos un poco más
Todavía les falta
La necesidad de limpiarlos
Sacudirlos
Estrecharlos en los pies
Pegajosos
Resbalarlos en grasa dormida
Sangre amanecida
En el charco
Hundirlos en los basurales
A esos zapatos hay que fregarlos
Colgarlos en las rocas tuertas
Bajo el chaparrón de polvo negro
Que peleen en la tierra y que los atrapen los gusanos
Hay que escuchar a sus pulmones
Saltar sus bruscos parpadeos
Arrastrarlos por las vías
Un poco más..

***

10)
Primero el hombre, dicen; segundo los delfines, luego las ratas
Salen de su alcoba
Despacio, milímetro por milímetro
Se miran de reojo unas a las otras
Se dan cuenta del acecho
Se comen los ojos unas a las otras
Incendian sus rabos
Dan vueltas entorpecidas
Sus rumbos se esparcen
Sin ojos y sin rabo
Las ratas se ponen de rodillas
Se agachan para ver si hay queso debajo de la lámpara
Ciegas, confunden queso con espejos
Las ratas mastican los espejos
Se les rompen los oídos
Se tumban desmoralizadas



 

 


 

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Faíscas del sol de otoño, poesía de Giane Lessa. (Rio de Janeiro, 1964)