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Gonzalo Millán

Militante de la poesía

Francisco Leal
fjleal@wustl.edu

 

Hace unos días me topé con este poema. Es uno de los últimos de Claroscuro, y donde aparece estampado lo que decido llamar la militancia poética de Millán. Este poema, en la desolación de su muerte, lo leo y me sugiere no un arte poética, sino un manifiesto:

MEMENTO MORI
¿Para qué contemplar la calavera?
Durante el eclipse
en pleno día
eran visibles
las estrellas.
(68)

¿Qué significa que Millán era un militante de la poesía? Simplemente que le era fiel, disciplinado y desinteresado. Publicaba muy poco y trabajaba mucho. Sabía que la poesía era algo extraño, esporádico, que rara vez sucedía. Esa es la entrega al poema, a su vacío y esplendor. El poema no es claro. Es, por el contrario, un espacio de la lengua que no se disuelve en la claridad. No comunica, declara. Que es bien diferente. La comunicación es continuidad; la declaración es separación y corte. Como indica Alain Badiou siguiendo a Mallarmé, el poema se sustrae del reporte universal, del lenguaje periódico (o periodístico). El poema no comunica ni tampoco tiene objeto, o mejor: el objeto del poema es su propia declaración. El objeto de este poema no es el cuadro de Caravaggio, o la historia de San Jerónimo, o la traducción. En ninguno de estos escenarios encontramos el objeto de este poema. El objeto está en lo que afirma. Entonces, ¿qué afirma este poema? Afirma, como decía, la militancia de la poesía que es su punto de partida contra el vacío y la muerte. La poesía parte de la contemplación de la calavera pues tiene su propia muerte ahí al frente. No hay lugar común en esto: la poesía se juega en el abismo de la lengua, ahí donde no entra el reporte y donde se afirma contra el silencio: en ese despojo momentáneo y eventual. La calavera es el lugar donde la poesía falla: o es cadáver de sí misma, lengua que comunica, no declara, o se vuelve silencio. La militancia poética tiene que ver con esa contemplación de la calavera. La poesía puede fallar. A menudo falla, pero el poeta puede ignorar esa falla. No era el caso de Millán, el militante. Solo en esa batalla de contemplar cara a cara la calavera la poesía es eclipse: interrumpe el curso habitual de las cosas, las presenta, y así podemos ver en pleno día las estrellas.

 

 

 

 

 



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Gonzalo Millán: Militante de la poesía.
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