¿Cómo trabajaba sus escritos Gabriela Mistral?
Por Luis Vargas Saavedra
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 16 de septiembre de 2007
La minuciosa observación de los manuscritos de la poeta le han permitido a este especialista reconstituir la manera en que componía sus poemas, un proceso que, según él, "vale como un espectáculo de creatividad"
Igual que Leonardo da Vinci, para quien la hoja de papel era su palestra y laboratorio, la base donde provocarse y elaborar invenciones visuales; del mismo modo la hoja en blanco era para Gabriela Mistral su bosque de búsquedas, su mina de filones verbales. Un ejemplo, el poema inédito "Procesión de encinas". Parte con un balbuceo de palabras en las cuales ajustar la imaginación a ritmo, métrica y eufonía. Podemos decir que en esa caligrafía veloz y en esa secuencia de versos ha ido quedando la estela de su visión emotiva. Podremos adivinar ciertas preferencias de rumbo, y el puerto mismo al que quiere llegar, pero hay decisiones misteriosas.
Es fascinante ver las tarjaduras:
.......... "Encinas que ves en sueños = Encinas verdes que sueño..."
Las estrofas canceladas:
.......... "Los troncos elefantinos
.......... resuellan sus aspas anchas
.......... y sueltan y dan sus gajos
.......... en abejas enjambradas
.......... que laten y cosquillean..."
Las indecisiones ante cuál sea la óptima palabra: "¿echado"-"varado?" o la imagen que cuaje lo que está balbuceando: "y el amor se apiña y sube en columna - como una marea que habla en columna que se canta - que se aupa y que se canta - que a sí misma se canta - se adensa y que se canta..."
Las mejoras evidentes: "y siseo innumerable = "y el siseo de sus copas."
Los ajustes métricos cuando percibiendo que en un verso sobra o falta una sílaba, le abrocha un artículo o le desprende una conjunción.
Todo esto revela que está de veras oyendo el monótono ritmo mongólico, de la Mongolia de donde creía provenir, y a la que ella ha alabado como una percusión acaso más contigua a la poesía griega, que a la europea moderna.
Y del mismo modo que Leonardo acumulaba bosquejos encima de bosquejos, ella vertía versos encima de versos, hasta que para ambos era necesario extraer a limpio esa batahola de ensayos. Entonces, algunas páginas más adelante, hallaremos la segunda versión y luego la tercera, la cuarta... Ya cada nueva versión sucederán más variaciones expresivas y nuevas ocurrencias.
Su innato gusto por la estructura suele tallar los versos en cuartetos de rima y metro reiterados. Esas estrofas constituyen núcleos de narración o alabanza:
"Pesca tiene cuando no hay pesca,
la lila encuentra antes de Mayo,
cazó el faisán que no cazamos
y encontró el agua en un peñasco."
Constituyen cuentos-metafóras o metáforas-cuentos, que van eslabonando, por ejemplo, los dramas de Ifigenia y Clitemenestra, Electra y Antígona, en un friso de inusitada helenidad, que no se le conocía entero.
Impulsada e impulsadora, sus versos surgen llenos de ímpetu, pechando dinámicamente, ya sea por medio de vaivenes entre imágenes opuestas o ya sea por medio de rápidas sucesiones de imágenes, precedidas por la conjunción "y", que hace puente y puerta de un verso a otro, llevándonos por el torrente de esa fantasía. Por eso su forma de dar forma es tan dinámica, urgida, exploradora, y va atrapando los vocablos que mejor cumplen con sus cinco sentidos, ya que escribía con todo su cuerpo.
También hay poemas pasados a máquina. Incluso éstos fueron perfeccionados en cuanto les detectara o una flaqueza o una posible mejora. Yo diría que consideraba perfectibles hasta sus poemas publicados, al revés de Neruda, que poseía una destreza mozartiana.
En cuanto a los manuscritos de prosa, ocurre una elaboración semejante pero no gemela. Deponiendo el ritmo y la rima, se aboca con rapidez a comunicar las ideas de la manera más neta y sensorial, siempre por un proceso de afinamiento y afinación: mayor exactitud, mejor sonido. Al ir con toda celeridad atrapando las palabras que comunican lo que está viendo y viviendo, suele sucederle que no encuentre la palabra o la imagen o la comparación que precisa; entonces, en vez de detenerse a buscarla y acaso perder el flujo de su visión, deja el espacio en blanco: un alvéolo para insertar después el vocablo rezagado.
Al leer la totalidad del primer croquis, solía editarlo, trasladando trozos a mejor ubicación lógica, o bien insertando añadidos aclaradores, señalados con figuras gráficas: una estrella, una greca, una X, o un número. Demandan un recorrido alerta del puzzle verbal que ella sabía armar.
Algunas veces ha borrado con goma de colegio lo escrito a lápiz. Poseo el ejemplar del "salterio" en que Palma Guillen rezaba con Gabriela Mistral, por el arribo celestial de su suicidado sobrino Yin Yin; allí hay páginas en que oraciones enteras fueron arrasadas por la goma. Rasándolas con luz intensa he podido rescatar lo que la fuerza de su mano hundió con la punta del lápiz en el papel.
Para cuantos se interesan en cómo se ha ido gestando un poema, cómo fue su parto verbal, la existencia de tantos manuscritos de una gran escritora, vale como un espectáculo de creatividad. Invita al rastreo e interpretación de su gusto, conjeturando sus preferencias. Lope de Vega decía que poeta sin borrones era mal poeta. Según eso, ella califica como ultra poeta.
Homero, si hubo un Homero, también debe haber borroneado. Lo que sí es exclusivo de Gabriela Mistral son sus cuadernos con rimas y con vocabularios. Podríamos compararlos con los ejercicios para piano de Karl Czerny, sus escalas y arpegios
para agilizar los dedos antes de
acometer una sonata. En Gabriela Mistral se trataría de gimnasia
acústica y de espiritismo sensorial. O sea, de técnicas para avivar el oído y conjurar imágenes
mediante un proceso audiovisual. Ya fuera memorizándolos
o mirándolos, le aportaban un
pronto auxilio, pues se hallan
junto a la página en que escribía. Maravilla ver y oír esas listas de
palabras y palabras que riman
en forma asonante, ya sea en o-o,
en a-a, o en e-o: soplo, despojo; mañana, canta; laboreo, estero. O que
se hacen eco consonante: abrasada,
abajada; turbión,
alción.
Otro recurso
muy suyo es antologar poemas ajenos; por ejemplo,
una colección de
canciones de cuna copiadas en
un cuaderno y acaso leídas en
voz alta, para imbuirse de sus
ritmos. Del mismo modo, copia
trozos de textos orientalistas y sintetiza obras de teoría literaria.
Traducir vale como profundo
ejercicio expresivo. Gabriela
Mistral tradujo poemas del inglés y del portugués. Por ejemplo, de William Blake, su magistral "The Tiger:" "Tiger, tiger -
burning in the forests of the night...", que para traducirlo a: "
Tigre, tigre, ardiendo en las florestas de la noche...", supone haber encarnado en sí misma a la luminosa fiera, implica un ser ella en inglés primero, para reencarnarla al castellano enseguida. Y para ello su vasto vocabulario de palabras y de emociones debe erguirse por entero.
También debemos considerar las meditaciones yoguis como un método para
mayor expresividad, puesto
que con ellas reforzaba su
don visual, la riqueza evocativa que le daría imágenes y palabras. Controlando
la respiración hasta serenarse y viendo mentalmente las criaturas, paisajes y
cosas que describiría, así
labraba sus "recados,"
dándoles el concreto dinamismo sensorial, requerido por el tema. Los cuadernos de meditación o de
ejercicios mentales portan figuras de color, cartulinas tijereteadas en
forma de soles, que ella
activaba como "mandalas", diagramas esquemáticos del cosmos.
Constituyen su sistema
de causalidad anímica,
su modo de atizar las potencias desde la psiquis
misma. Entrañan un conocer cómo funcionaba
su creatividad, sabiendo
de qué manera podía
causarse la causa y efectuarse el efecto, basados
en la experiencia de que esa maniobra recóndita podía ser instada y de que era, hasta cierto punto, gobernable. Y con ello rozamos el genial misterio de su técnica: ahí están los instrumentos
de su oficio, pero no sabemos cómo los tocaba, y ahí están los
poemas de su índole, pero no sabemos cómo los vivía.
En cuanto a su prosa, la gestación se apoyaba en la tangibilidad de lo real. Anotaba datos exactos de historia, flora, fauna y geografía para lograr la divulgación amena y lírica que tanto admiraba en los franceses. Toda una pared de la casa de Doris Dana en Roslyn Harbor estaba entregada a la enciclopedia Espasa Calpe. De ella obtenía esa objetividad que por científica parecería anti lírica, pero que en el genuino artista se alian y fortalecen.
Cada artesano de la palabra se inventa su método de trabajo. Gabriela Mistral, gran autodidacta, ha urdido sus propios modos y trucos, logrando, en época exenta de computación, un arduo sistema elaborador que ella gobernaba como una tejedora su telar.