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El
poeta Gonzalo Millán (1947-2006)
*Javier
Campos
Me acaba de escribir Oliver
Welden que ha fallecido el poeta Gonzalo Millán. El primero de enero de
2007 cumpliría 60 años. Siempre recuerdo su fecha de nacimiento
porque alguna vez entre amigos nos decía que nacía cada año
-el primero de enero- por tanto pensaba que era eterno. Recuerdo que eso me lo
dijo hace años allá en Concepción cuando nos conocimos. Era
finales de los años 60 en pleno movimiento estudiantil que marcó
para siempre a muchos y a muchas. El compromiso de buscar una sociedad mejor y
casi utópica Una gran cantidad de muchachos y muchachas en flor, luchando
por esa utopía, iría a desaparecer o morir bajo la persecución
o torturas implacables de la dictadura militar chilena.
Esos tiempos, fines
de los 60, abundaban las marchas de jóvenes estudiantes por las calles
pidiendo lo imposible. O sea influidos por la Revolución Cubana, la guerrilla
de Che Guevara en Bolivia, el movimiento hippie en Estados Unidos, la matanza
de Tlatelolco en México el 2 de octubre del 68. O el mayo 68 francés
cuya frase "seamos relistas, pidamos lo imposible", muchos la repetíamos,
tanto poetas o no poetas, como una consigna de batalla.
También
vivimos con Gonzalo muy cerca el nacimiento del MIR en aquella Universidad de
Concepción. Estuvimos en muchos recitales poéticos por varias partes
de la region de Concepción, o hacia el sur. Participamos en el grupo literario
"Arúspice" con Jaime Quezada, Silverio Muñoz (fallecido
hace dos años en Estados Unidos), Floridor Pérez, Edgardo Jiménez,
Omar Lara que si bien era del grupo "Trilce" de Valdivia frecuentemente
venía a Concepción. Era el tiempo cuando los poetas jóvenes
éramos queridos por los muchachos y muchachas de nuestra misma edad. Pero
también si bien no eran multitudes que nos seguían, éramos
apreciados por el resto de universitarios o estudiantes secundarios. No recuerdo
envidias de otros poetas sino por contrario, nos sorprendía siempre que
hubiera gente que escribiera como nosotros, a nuestra edad. Recuerdo en ese tiempo
los "jueves de Arúspice" en un lugar debajo del campanil de la
Universidad de Concepción. Cada jueves de la semana aquello se llenaba
para escuchar poesía. Allí leíamos nuestros poemas junto
a algún poeta mayor que se invitaba siempre.
Gonzalo había
publicado su libro "Relación personal" en 1968 a los 21 años.
Pero realmente lo había escrito como a los 19. Fue un libro de un joven
poeta precoz que muchos envidiábamos por varias cosas. Primero ni se nos
había ocurrido escribir de esa manera tan desgarrada a los 19 años.
Segundo, había asimilado e incorporado a la poesía el mundo juvenil
de los 60, pero ese mundo influenciado por medios masivos de aquel entonces: las
historietas, la música popular juvenil. Escribió en ese libro un
poema, entre muchos más, que yo leía y releía y quería
imitar su forma original incorporando también aquel mundo juvenil de fines
de los 60. Hasta ahora yo creo que sigue siendo un poema que me gusta a pesar
del paso del tiempo porque hay en el poema una sorprendente universalidad ahora
en un mundo dominado por la cultura de la imagen:
Cubierto
con la cremosa ornamentación
de los pasteles
me he desvaído
como el breve gas de las gaseosas
tras el marino azul de tu uniforme,
y
con mi corbata listada y gomoso de gomina
soy otro perdido de la orquesta
en
fiestas juveniles,
y otro más entre los nombres
escritos con tinta
sobre el cuero
en tu bolsón de colegiala.
Recuerdo
que por él conocí a poetas norteamericanos, o cierta música
también de aquel país que en la casa de sus tíos (creo que
estaba en el sector Pedro de Valdivia, de la ciudad de Concepción) nos
hacía escuchar cuando nos dejábamos caer por allí como esos
"Long plays" norteamericanos de Bob Dylan y una colección casi
completa de "Los Beatles". Y entre música y unos traguitos sacaba
de una caja mágica unos cigarritos de marihuana que fueron los primeros
que fumé a fines de los 60.
Gonzalo tenía tesoros que mostraba
a algunos poetas de provincias que frecuentábamos el entonces grupo"Arúspice"
de poesía. Sacaba libros de poetas franceses, ingleses, u otros de América
Latina. Siempre recuerdo que me prestó, y esto es en 1972, -además
nunca supe como obtenía tantos tesoros que los compartía generosamente-
una reciente antología de poesía cubana joven editada y compilada
por el poeta español José Agustín Goytisolo. Se llamaba "Joven
poesía cubana" publicada en 1972 en Barcelona. Esa edición
me la prestó Gonzalo por varias semanas y fue una revelación descubrir
cómo podía integrase el proceso revolucionado cubano y el amor juvenil.
Luego en la Universidad de Concepción escribió varios poemas
cuya preocupación eran los objetos de consumo y que mucha influencia tendría
en la mejor poesía que escribió años después en su
exilio de Canadá y otras partes de Europa. Lo curioso es que cuando vivió
en Chile, aquel mundo del consumo y de la industria cultural, que comenzó
a plasmar en su poesía desde 1968, luego a fines de los 60 y comienzos
de los 70 en Concepción vería -principalmente en ciertos objetos
de alta tecnología (el automóvil por ejemplo)- como un cosa maravillosa
y misteriosa en su compleja construcción. Sin embargo en el exilio aparecerá
algo diferente: todo ese consumo del primer mundo como un universo aplastante
de la condición humana. Pero más que eso, yo siempre he visto que
aquella mejor poesía de Gonzalo Millán es la mirada del exiliado
que es reducido al silencio por un mundo ajeno al que no pertenece ni quiere pertenecer.
O sea, la nostalgia que apabulló a muchos exiliados viviendo fuera de la
"Matria, muy lejos de su país de origen.
Gonzalo viajó
por muchas partes del mundo durante su exilio pero creo que siempre quiso regresar
a su país de origen. A su Santiago de Chile. Pudo quedarse muy bien instalado
quizás en alguna universidad de algún país del Primer Mundo,
pero reaparecía por Chile como si aquel país lo chupara como un
imán poderoso. Siempre cuando yo viajaba a Chile lo llamaba o nos juntábamos
por corto tiempo. La última vez fue hace cuatro años. Creo que era
julio o agosto. Me invitó a su apartamento que estaba cerca del centro
de Santiago. Allí lo encontré tomado mate y fumando. En su escritorio
tenía una montaña de libros que estaba leyendo todos a la misma
vez (eso me pareció a mi). Gonzalo poseía una cultura literaria
que ojalá yo pudiera tenerla alguna vez. Pero también manejaba una
amplio conocimiento de la pintura universal .
Hace años, en noviembre
de 1991, hice arreglos con "Americas Society" en Manhattan, Nueva York,
para traerlo y diéramos juntos una lectura poética bilingüe.
El estaba creo en Canadá pero vino con una traductora. Fue una lectura
inolvidable aquella noche en Manhattan. Luego salimos a comer comida hindú
y allí me habló de cuando había estado por un año
de "Teaching Assistant" (puesto de estudiante y a su vez de profesor
de lenguas) en la Universidad de Stony Brook, Long Island, Nueva York. Fue un
tiempo donde Millán intentó ser estudiante disciplinado en una escuela
graduada norteamericana pero no pudo. O no aguantó.
A lo mejor esa
estadía influyó también en la escritura de sus magníficos
poemas escritos sobre el impacto de la sociedad altamente industrializada y consumista.
Aquella es mi poesía preferida de Gonzalo Millán que siempre releo.
Yo hasta ahora me lo imagino (leyendo esos magníficos poemas de su libro
¨"Vida") cuando él vivía en el Primer Mundo, como
aquel poeta uruguayo -Isidoro Ducasse- quien vivió como un extraterrestre
en Paris escribiendo en un estado de locura alucinada sus "Cantos de Maldoror".
Millán sí que anduvo por el infierno gran parte de su vida
y allí escribió lo mejor de su poesía para mi gusto. Luego
de ese viaje quiso regresar para siempre a su planeta de origen. O sea a su Itaca
que lo llamaba constantemente con una voz imposible de silenciar.
*Javier
Campos. Es poeta, escritor, académico. Vive en EE.UU.