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"Basuras
de Shanghai" de Germán Marín
Mondadori,
Buenos Aires, 2007, 192 p áginas
Ajo
y zafiros en el barro
Por Camilo
Marks
Revista de Libros
de El Mercurio, Domingo 26 de agosto de 2007
"Basuras
de Shanghai" es otro paso en la inaudita carrera de Germán Marín,
quien ha logrado concebir un proyecto
literario realmente perdurable, vital, espléndido
de esta época.
Puesto
que Basuras de Shanghai, de Germán Marín, es un conjunto
de novelas cortas -todas magistrales-, descripciones de objetos y reminiscencias
sin aparente hilo conductor, compuestos bajo la promiscua y siempre deslumbrante
ley de la libertad visionaria, uno puede también asociar, hermanar ideas,
convocar y desenterrar lecturas. Entonces, al terminar el libro, acudió
a la mente de este crítico Burnt Norton, el primer cuarteto de T.S. Eliot
y, en concreto, los versos "Garlic and sapphires in the mud/ Clot the bedded
axle-tree/ The trilling wire in the blood/ Sings below inveterate scars",
o sea, "Ajo y zafiros en el barro/ Cuajan el eje atestado/ El gorjeante alambre
de la sangre/ Canta bajo las inveteradas cicatrices".
Marín,
claro está, se presta poco para las citas, dado su borrascoso, desgajado
e hipnótico estilo. Sin embargo, ¿hay algún escritor actual
capaz de insertar en la voz de una regenta de burdel la subsecuente meditación:
"Aunque el temprano cielo de esa mañana continuaba tapado bajo una
leve garúa, gris el mundo que gritaba tristezas de tango en el alma, que
soltaba pétalos de flores muertas en el mar" ("La princesa del
Babilonia")? O de anotar: "Abundaban las fuentes... acompañadas
del agazapado brillo de lobo marino de varias botellas de vino tinto" ("La
roja de todos"). El comienzo de "Barrio" es tan perfecto que cortarlo
resulta un delito: "Cuando en un espacio social cuyos límites sólo
los determina el corazón ciudadano, el barrio es el lugar en el bosque
del alma donde permanece buena parte de nuestros jóvenes recuerdos".
La
sección "Lecciones de cosas" posee muchos hallazgos, y por razones
de espacio resumimos tres fragmentos que van de lo metafísico a lo desternillante:
"Su misterio, protegido celosamente, nos lleva a conjeturar... que yace oculto
detrás cuando tal vez... no existe nada, sólo el vacío de
la palabra vacío" ("Biombo"); "música secreta,
decreciente como un adagio, hasta sólo ser una gota final en suspenso"
(el orinar de una vecina en "Cantora"); "acostumbraba en las noches
de estío en Iquique refrescarse la chépica antes de pasar al himeneo"
("Abanico").
Basuras... alcanza uno
de sus puntos más altos en la denodada lucha contra el olvido para plasmar
hechos, aventuras, evocaciones, momentos que tienden a desintegrarse, personas
desdibujadas en el tiempo. Así, en "El golpe avisa" se rememora
el día en que el narrador, junto a su esposa e hijos, vivió el 11
de septiembre de 1973, "en el espejo oculto de ese pasado (donde) yacen patentes
aún nuestros rostros al desnudo, sin máscaras ni maquillajes que
los encubran". "Lihneas discontinuas" es el repaso de la larga
amistad que tuvieron Marín y Enrique Lihn; a través de sus ocho
capítulos, aparecen las multifacéticas personalidades del poeta:
locutor de la radio Nuevo Mundo desde la quinta de recreo El Rosedal, lector de
anuncios comerciales, cronista de arte, el Gerardo de Pompier en sus novelas,
editor de revistas, profesor universitario, todo ello mientras publicaba Nada
se escurre, La pieza oscura o La musiquilla de las pobres esferas. Quizá
las líneas más emotivas de la sucesión de episodios se encuentren
en el conjuro verbal del capítulo cuarto: "La siguiente remembranza
de... Lihn guarda relación con... la escritura invisible de su vida...,
las páginas de la memoria... que poseen,... al igual que en la técnica
de la fotografía, la función del revelado".
"Only
you" y "Días perdidos" son dos relatos sin pérdida,
muy diferentes el uno del otro si no fuera por la inconfundible prosa de Marín.
El primero conforma una de las raras incursiones afables del autor en la picaresca
nativa: un cura que peca por intención se ve envuelto en un embrollo entre
madre e hija. El segundo retoma un tema predilecto del fabulador: la elaboración
de un romance imposible, en torno a una protagonista incognoscible, en el mismo
escenario de las tres historias iniciales: San Antonio, Cartagena, Isla Negra.
"Regreso
a las cenizas", una de las últimas piezas del volumen, cuenta el retorno
a Chile por tierra del novelista tras quince años de exilio. Como sucede
con los genuinos creadores de las letras, Marín se vuelve a equivocar.
Porque en este país sin fuego, sin ideales, con horizontes cerrados, él
ha logrado concebir un proyecto literario realmente perdurable, vital, espléndido
de esta época. Y lo ha realizado desde el humo, la niebla, el silencio.
Basuras... es otro paso en su inaudita carrera.
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Germán Marín nació
en Santiago en 1934 y, desde que llegó del exilio, ha obtenido numerosos
reconocimientos. En 1999 ganó el Premio Municipal por Conversaciones para
solitarios (cuentos), y en 1994 el del Consejo Nacional del Libro por Círculo
vicioso, novela que junto a Las cien águilas y La ola muerta compone su
trilogía autobiográfica. Destaca también El circo en llamas,
recopilación de los ensayos de Enrique Lihn.